Cuando lo visitábamos en su puesto de juguetes, dulces y memorabilia en el suelo, sobre plástico, nos balaceaba con una ráfaga de recuerdos, ´la memoria del pueblo, tenía cientos de anécdotas en su bolsa, de la que extraía la adecuada a lo que platicábamos en ese momento. Su memoria era su fortaleza, su escudo contra la vida, con el tesoro del cariño de su familia, amigos y conocidos. Nos desgranaba, a la menor provocación ,su rosario de historias, en la mayoría era el protagonista, su relación con los artistas que habían visitado nuestra ciudad: el Santo, Chabelo, Agustín Lara, Lola Beltrán, Lucha Villa y también nos dijo que María Félix había pasado frente a sus narices cuando era chamaco, filmando “ La Cucaracha “ en Bernal; nos contaba que tenía fotos con todos ellos aunque nunca nos las mostró. Le comprábamos muchos artículos: revistas, libros, carteles de cine, juguetes, ¿ de dónde extraía estas maravillas que nunca se terminaban: de una cueva de Aladino o de una gran bodega ? Nunca lo supimos, pero algunos objetos lucían maltratados por el paso inmisericorde del tiempo, con su pàtina de moho y nostalgia. Siempre tenía tiempo para platicar con nosotros, para recordar . . .. Desgraciadamente un huracán de desmemoria lo alcanzó y dejó huecos en su memoria, empezó a olvidar cosas; su familia lo protegió en su casa. Dejó de salir a comerciar, lo sacaban periódicamente a pasear pero sus recuerdos se volvieron hilachos ondeando al viento, un pàramo de olvido, sólo chispazos, cada vez lo envolvía más la bruma, el silencio de la vida y esperar, esperar a que un milagro le regresara sus historias: nombres, calles, caras, imágenes . . .de un San Juan del Río que ya se fue.
Escribe: Fernando Roque
