Como docente, a lo largo de 32 años de carrera profesional no me había tocado vivir algo similar a lo que en el año 2020 y 2021 estoy presenciando y experimentando: abandonar mi salón de clases, a mis alumnos, el trabajo que disfruto hacer, y por el cual recibo un salario que me permite vivir, y la maravillosa experiencia de aprender todos los días, porque ningún día de clases es igual a otro, no se vuelve rutina, y, sobretodo ver las caritas sonrientes, tristes, preocupadas, aburridas, traviesas y divertidas de los alumnos al entrar al aula, marcan la pauta para iniciar la clase. Hoy, la escuela se trasladó al hogar de los alumnos, la mesa del comedor se convirtió en su mesa de trabajo, la televisión, en la maestra mecanizada, que muy difícilmente los niños prestan atención, no pueden levantar la mano para hacerle una pregunta, contarle un chiste, mirarla con ese gesto amoroso que le regalan día a día, tampoco el clásico “me deja ir al baño” y que muchas veces era el pretexto para escabullirse un rato del salón, vagar un momento por la escuela, esperar con verdadero júbilo el toque al recreo y salir disparados al patio, todo eso, parece ser que se escapa de sus recuerdos y suspiran, se niegan a aceptar que todo cambió, ellos saben por medio de las pláticas con sus padres, docentes, noticias que existe una amenaza invisible que no permite su presencia en las aulas, que es incierto el regreso, más sin embargo, no lo entienden, no lo aceptan, no lo asimilan. Los padres de familia, se ven de pronto inmersos en tomar la educación de sus hijos de tiempo completo, algunos, dispuestos a apoyar en lo que pueden a sus hijos y a los maestros, no existe otra solución, otros más, se muestran renuentes, no saben qué hacer, desconocen que saben sus hijos, y encima el trabajo, las preocupaciones, el miedo, se ven rebasados al no tener los dispositivos electrónicos que, ante esta situación parecen ser indispensables, una computadora, una Tablet, un celular inteligente, internet, porque de acuerdo a la nueva escuela mexicana, los alumnos tienen que incorporarse a la era digital, utilizar plataformas, saber trabajar a distancia, esto no tendría nada de descabellado si se hubiese hecho un trabajo previo, si las escuelas contaran con la tecnología necesaria, si los padres de familia tuviesen la economía, el apoyo, la disponibilidad de contar con estos medios, y, la educación no tuviera las profundas brechas que la caracterizan. Podemos observar escuelas viejas, sin remodelación, con mobiliario obsoleto, insuficiente, sin rampas, sin cambios, y al buscar culpables, se señala al docente, como si en sus manos tuviera el poder económico, la vara mágica de hacer de su institución un palacio. Los padres de familia, no todos, están inconformes con pagar una cuota, y sé que es reiterativo, pero gracias a esas cuotas, los maestros no se hacen ricos, no se compran un auto, no se van de viaje, no se benefician en nada, esa cuota permite pagar un conserje, ya que muchas escuelas no cuentan con uno pagado por USEBEQ, se compran materiales de limpieza, arreglar los baños, que los niños, al ser numerosos los descomponen, rayan, tapan, se compran vidrios, se reparan butacas, se compra pintura, se hacen los regalos del día del niño, del día de la madre, y no del día del maestro, que si bien alguna madre agradecida por el trabajo del maestro le da un presente, no muchos valoran el trabajo. Al vivir en una casa, de no muchos integrantes existen siempre cosas que reparar, comprar, adquirir, solo piensen en un salón donde conviven más de 35 niños, tenerla como recién hecho, imposible. Es cierto, estamos trabajando desde casa, los comentarios de algunos padres de familia que reclaman un “salario” por estar dando las clases a sus hijos, me parece irónico y fuera de contexto, no señoras, no están dando la clase, solo están cumpliendo con la responsabilidad que tienen de cuidar que sus pequeños hagan las actividades que la maestra envió, que planeó, que ya una directora, una supervisora revisó, y que ustedes deben enviar para su revisión, con esto, no pretendo atacar a nadie, y no se sientan ofendidas, también entiendo su posición, nadie las preparó para tener la escuela en casa, ver invadida su intimidad, su familia, comprender que les tocó vivir un hecho que recordarán siempre, que no tiene esperanza de culminar y que no estamos preparados para realizar este cambio obligatorio de la educación a distancia. Las autoridades educativas están fuera de la realidad, no sé si no viven en este planeta, si desconocen que hay una pandemia o piensan que es un invento, no se dan cuenta que el universo se ha venido abajo ¿Por qué lo digo? En estos momentos la escuela que necesitamos no es la misma de siempre, si pensamos en un cambio, no es ahora, siguen pidiendo a los docentes una serie de papeleo sin sentido, sigue el trabajo burocrático, llenando al docente de más trabajo que no impacta en lo que realmente necesita el alumno ni el docente, se acerca el Consejo Técnico Escolar (CTE), 5ª sesión, y se nos pide ahora ser promotores de la educación socioemocional, atender las emociones tan lastimadas de los niños, pero alguien de las autoridades superiores inmediatas pensará en las emociones de los docentes, sabrán cómo se encuentran, y los docentes, tendrán la capacidad de expresarlo o lo callarán para no quedar como ineptos, nadie se pregunta cómo se encuentran los maestros en esta situación, también no la han pasado nada bien, sus emociones están a flor de piel, no están inalcanzables para el virus, han sufrido pérdidas, lo han padecido, por lo tanto, no podemos afirmar que su estado emocional es el más adecuado para ser el promotor de las emociones de sus alumnos, el docente pasa desapercibido para sus autoridades que solo piden y piden cumplir con lo burocrático, lo institucional, si el docente falta es reemplazable en el sistema, no así para su familia. Para ser ejemplo de lo que el sistema pretende, primero debe procurar que los docentes estén en las mejores condiciones para hacerlo, se predica con el ejemplo, la atención a los maestros debería de ser prioritario para que la educación continué a pesar de la pandemia. Maestra Lorena Reséndiz
#verdadesqueacomodaneincomodandelorena Las emociones en la pandemia y en la escuela
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