Buen año 2024 para todos los y las lector@s que nos prestan el favor de su atención cada semana. Deseo para ustedes que el presidente logre echar a andar sin tantísima burocracia la famaciototota que nos prometió y cuyo surtimiento quedará en las manos del Estado Mexicano (y con quién quedaron las licencias que cedió la Cofepris). El establecimiento estará apoyado por la repartición del ejército, en cuyos vehículos quedará la obligación de hacerle llegar a los sufridos cuentahabientes del IMSS, del ISSSTE que no pudieron encontrar lo recetado por los especialistas para los enfermos –sobre todo- crónicos. Éstos son (somos) los que más hemos sufrido el desabasto; pero también resultó muy afectado el grupo de enfermos siquiátricos, porque un buen día, el doctor Alcocer, titular de Salud, se le ocurrió que se debían cerrar todos los hospitales siquiátricos del país, pues según él, los enfermos internados en ellos no existían, sino que eran cuidados por sus familiares… No quiero utilizar adjetivos contra el viejito Secretario (un día yo estaré igual), con la diferencia de que no mandaré más que en mi casa, y eso, si no vive mi abuelita.
Pues sí, medicamentos que eran cotidianos ahora no se hayan ni por equivocación. Pero esta escribidora dióse a la tarea de investigar, y por lo menos un laboratorio (Roche) está guardado en una bodega al otro lado de la frontera. El problema, me dice la fuente, es que les piden muchísimo dinero para traerlos a México. Y sigo preguntándome a quiénes les dieron las concesiones de Cofepris para traer otros medicamentos “parecidos”. Ésos son los que se irán hinchando de dinero con la farmaciototota.
Un gasto muy alto se hará entre instalaciones, refrigeradores, personal, repartidores, archivistas, etc. ¿Por qué esta farmacia megalodónica sí puede beneficiarse con todos los medicamentos del mundo y los hospitales que atienden a los pobres, afiliados y asegurados, no? Y como dijo una médica oncóloga: “Con un día que se tarden en administrar una quimioterapia, ya se echó a perder todo el programa que se llevaba”. ¿Para esto subirán a seis mil los programas asistenciales?
Quiero hablar también de la libertad de expresión, el mínimo derecho al que aspiramos quienes desde hace años dedicamos noches y días a investigar las noticias, estudiarlas, compararlas y proyectar sus efectos. Especialmente quiero hablar de Ciro Gómez Leyva, cuya persecución ya se convirtió en sistémica. Él es líder de opinión de las mañanas por su trabajo, Ciro no le debe nada al poder; ha hecho su fama pública por su seriedad y equilibrio. Hay morenistas en su noticiario, aunque mienten y todo lo refieren al pasado. Por eso me parece un despropósito mencionar “a dos buenas personas” que son los dueños de Imagen y de Radio Fórmula, Rogerio Azcárraga Madero y Olegario Vázquez, a quienes como moderna Salomé el PG pidió la cabeza de Ciro, sin tomar en cuenta que él lleva un año y quince días que se salvó de un atentado inaclarado. Quien está señalado como el organizador del tiroteo y vive preso en Estados Unidos, se ha negado a hablar y declarar quién le ordenó el crimen. Nunca lo dirá, pues a su decir si regresa a México “lo matarán”. Por cierto, si tiene ahí una biografía seria de Hugo Chávez, podrá comprobar usted cómo empezó a perseguir a periodistas importantes, intelectuales e investigadores, para echarse después contra los diarios y radiodifusoras, hasta quedarse sólo con una, la de él, que hasta hoy se dedica a informar a los venezolanos lo que Nicolás Maduro apruebe.
Otra: peleamos mi abuelita y yo esta mañana. Ella estaba oyendo fracciones de La Mañanera y su servidora llegaba de la calle echando chispas: que no alcancé a llegar a un municipio cercano a Corregidora por el precio de la gasolina; no me alcanzó para casi nada. Además, mi tía andaba por el Centro de Querétaro, en un jardín público conocido como “Cenea” (CNA), cuando un “franelero” asesinó a una señora que quizá se resistió a un asalto. Este tipo de delitos no son comunes, no en la vía más que pública, no por un asaltante solitario que fue aprehendido rápidamente por las fuerzas del orden. Mi tía sostenía que Querétaro se estaba contaminando, y no sería difícil por la colindancia que existe con Guanajuato y Michoacán, por mencionar dos. Lo otro fue que mi abuelita aseguraba que la gasolina no había subido, porque el presidente acababa de asegurarlo. Dijo que si salías a ver las gasolinerías, “no encontrarías un una sola a 28 pesos el litro”, y estaba más cara: a 30 pesos. ¿Estamos requete bien?
Escribe: Guadalupe Elizalde