Buenos días y mejor miércoles de esta semana de abril tengan las y los lector@s de este espacio. Encantada de saludar y de darle gracias a Dios porque aún hay vida para prodigar. Hoy amanecemos con la gratísima noticia que el Premio de las Artes entregado por la Fundación Princesa de Asturias, se le ha otorgado al cantautor asturiano Joan Manuel Serrat, quien se retiró de los escenarios y ha dejado de componer desde el año de 2022. Al dar a conocer el criterio por el cual lo distinguen con este premio trascendental dijeron, entre otras, que su trabajo “trasciende las letras de sus canciones y se hace un himno colectivo en España e Hispanoamérica”. Esto da mucha alegría porque al menos mi generación maduró con sus letras y cantó valores que ahora están desapareciendo: conciencia de la guerra y aspiraciones de paz y libertad, pues le tocó vivir un país de guerra civil y post guerra, periodos en el que nuestros hermanos españoles padecieron hambre y traumas de posguerra. Afirma una de mis mejores amigas, la poeta recién galardonada en Asturias, Carmen Nozal, que aún ese fantasma traumático recorre aquellas tierras en donde ella vio la luz por primera vez (Gijón, Asturias), aunque ahora es orgullosamente México/asturiana. Para documentar estas historias recomiendo la lectura Samsara, publicado por el Fondo Editorial del Estado de México (FOEM).
Pero se supone que debería ocuparme de las campañas presidenciales y locales y me resisto, pues a lo largo de los 40 años que he participado tangencialmente en ellas, la mayoría por llamado de los propios candidatos o por conocencia de algunos cercanos a éste, aprendí que –contrario a los que apuntan algunas encuestadoras- la mayoría ya decidimos el voto a estas alturas del partido. Claro que los hay que en esta ocasión recibirán el llamado del Señor un día antes, o como dicen algunos, a la hora de utilizar su pluma o crayón sobre la boleta. Esto queda bien al país y pido a todos los Santos que así sea. Mi abuelita ha tomado la “manda”, dice ella, de andar entre estudiantes convenciendo para que tomen conciencia de estos deberes cívicos de los que ya no se habla en la escuela, y apenas en las casas. No cabe duda, hemos entrado en un periodo de degradación, una espiral que nos está llevando, como en el fregadero, al fondo del desagüe.
“¡Vamos a lo del grano!”, como decía Cantinflas. Transitemos la campaña y escuchemos por dónde van los líderes y sus bocas (el cerebro ya lo perdieron), porque las campañas no sólo son los caminos recorridos, sino también lo que ocurre entre los líderes que -se dice- son los cerebros actuantes y “fallantes”, agrega mi abuelita. La misma hizo a mis espaldas, un recorrido de altísimo riesgo: viajó por la carretera 57 con peligro a ser asaltada; llegó a la CDMX desafiando cártel y asaltos, y tomó el Metro hasta el Palacio Legistativo, sin que descarrilara, sólo para comprobar que sí es cierto que se expende la famosa camiseta negra con la figura de la Santa Muerte afuera de aquel “santuario del punto y la coma” presidenciales. – Abuelita, con que vieras los videos del descerebrado Genaro Villamil mostrando el vínculo entre esta imagen ligada al crimen organizado y posteada con la leyenda de AMLO, ¡hubiera bastado! – Qué necesidad de arriesgar tu vida acercándote a Palacio Nacional, o ¿a cuál palacio fuiste? Mi abue desechó mis alarmadas expresiones argumentando que “peligro, lo que se dice desafío” es ir a Celaya y ciudades aledañas; a Chiapas, Veracruz, Michoacán, Jalisco, Sinaloa, Sonora, Tijuana, Edomex… – ¡Ya párale abuelita! Todo es territorio muertel, la verdad.
Y tanto trabajo que le ha costado a la Presidencia de la República desligarse del los hashtags #narco, para que venga este sujeto a ventilar esta imagen ligada a hechos delictivos, magia negra, satanismo y ocultismo. ¿En verdad creen que esto ayuda? Porque los hay tan cínicos que han afirmado que los votos se recogen de cualquier lado, mas no al precio que sea, porque el Karma existe y nos alcanza rápido en la tierra. El Mochaorejas tenía su altar, lo mismo los hermanos Amezcua y muchos más casos en Tepito y el Norte del país. Resumen, este es un culto muy violento, pero de ninguna manera una religión, como pomposa y torpemente afirmó el señor presidente. Hay que respetar, pero también hay límites: no es un secreto que una de las propagandas del difunto dictador venezolano Chávez, fue otra camiseta que decía “Aquí no se habla mal de Chávez”. Para colmo, los machines de Palacio impusieron la letanía de que “un verdadero hombre no habla mal de …” Y qué tal si Amli, en su ocaso llevara una guayabera estilo Echeverría que dijera: “Aquí no se habla mal de los muertos, ni se burla uno en las Mañaneras de los desaparecidos; ni se insulta a los medios de información y menos a unos periodistas en particular. Qué tal una que dijera: Aquí se respeta la vida privada, se protegen los datos; aquí se defiende a las mujeres; aquí el Ejército sí es pueblo y defiende al pueblo. Qué tal: se ayuda a los gobernadores de la oposición y no se azuza al crimen; o, aquí sí curamos el cáncer y respetamos al INAI, al INE y a la SCJN. ¿Qué tal unas así?
Escribe: Guadalupe Elizalde
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