jueves, septiembre 19, 2024

Por si usted no sabía…   La palabra actual: #resistencia

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Buen miércoles y excelente principio de mes patrio tengan sus mercedes. Junto a sombreros, faldas de China Poblana trajes de charro y rebozos hemos llegado al mes con más ánimo en nuestro año, uno muy festejador, según corresponde al espíritu de nuestros coterráneos. Fíjese usted, estimado lector, somos tan hechos a la fiesta que el gran escritor Carlos Monsiváis decía “que el mexicano festeja hasta cuando pierde”. Claro, él se refería en aquellos días a un partido de futbol en el que la selección mexicana había perdido, ¡Pero ante un poderosísimo rival”; o sea, perdimos, pero no tan feo como pudo ser. Entonces ¡a celebrar que no nos hicieron pinole! Pero, cómo empezó esta cuestión… Mi abuelita, tras mucho devanarse los sesos llegó a la conclusión de que esta insana costumbre proviene del asalto al Templo Mayor por parte de las huestes de Pedro Alvarado, quien tuvo a mal organizar un matanza en una fiesta muy sagrada de los aztecas, para saquear y robar todas las joyas que pudieron. El destino de muchos de ellos y de las joyas, se conoce, fueron a dar al fondo del canal de Tlacopan (Tacuba), con todo y caballos. Hablo de la famosa Noche Triste, y por karma todos pasamos cinco, ocho o diez de ellas a lo largo de nuestras vidas.

   Ayer, más de quinientos años después y para nada qué ver, el salón de plenos de la Cámara de Diputados fue a parar como salón de plenos, a la cancha de básquetbol de la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca, porque los trabajadores del Poder Judicial que se sienten agraviados por la mega reforma debida a la súper visión del jefe del Ejecutivo, tomaron la Cámara impidiendo la entrada y la sesión. La diputada Ivonne Ortega, coordinadora de la bancada de Movimiento Ciudadano afirmaba que iban a impugnar la reunión: “Estamos aquí bajo cautela; (por culpa de Morena y sus aliados) “estamos violando todos los preceptos”. “Estuvimos presentes sólo para no dejar que se consume esta acción por mera mayoría”. Hablaba ella como si fuera una aliada de los aztecas trabajando como “oreja de Cortés”; y agregó que “la gente en la calle le aclaraba que si votó por Morena, pero no para que se reforme y pulverice al Poder Judicial, tal como se está haciendo”. La diputada cerró la entrevista diciendo muy apenada: que “se lastima la patria”.

    El caso es que una vista afuera de, y dentro de la cancha de básquet,  como debió suceder en la explanada de Templo Mayor, representaba la locura de la prisa. No podía distinguirse quiénes eran diputados, cuáles meros asesores y quiénes colados, como yo comprenderé.  Ni siquiera se pudo saber si había cuórum. Estuvo ausente la bandera, y fuera del perímetro sagrado un sinfín de personas de toda clase y ocupación pidiendo ser escuchada, mientras la aplanadora morenista, máquina sobrerrepresentada, funcionaba sorda. Parecía todo, menos un poder de la República.

   Arturo Ávila, vocero en la Cámara de Diputados, aseguraba no entender qué estaba pasando afuera con las protestas, pero los estudiantes de derecho, guerreros jóvenes variopintos, acusaban burla y cerrazón de su parte. Ricardo Monreal, quien se suponía, era parte de la Comisión para recibir a los estudiantes, nunca llegó a la cita. Este vocero informó a todo medio de información, que él va por las calles dando su tarjeta para que se reúnan con él, “pero no he recibido ni un WhatsApp”. ¿Será su teléfono?.

   Se le pregunta cuál es la prisa, si ya llegaron al poder y a sus curules, la reforma puede aprobarse mañana con más calma, o pasado mañana. ¿Por qué no pueden esperar? La respuesta fue tan rápida como brillante: “tenemos el mandato del pueblo y no le vamos a fallar” (sic). José Mario de la Garza, del Movimiento del 24 de la Escuela Libre de Derecho, informaba ofendido que lo maltrataron y dejaron esperando en el sol y bajo la lluvia, y porque es de mi Alma Máter me dio ternura; a leguas se mira que le hace falta más barrio, más calle y más discusiones sordas con aplanadoras indiferentes, pero acaba de salir de la carrera.

    Lo que es cierto, como apuntó Zuckerman, es que los morenistas están dejando multitud de heridas en el camino con algo que se pudo hacer de una manera más tersa y abierta al pueblo bueno que no se equivoca. Y es normal, hay muchos perdedores en esta “reforma”: los trabajadores en la CDMX, pero también en los poderes Judiciales de los estados porque no se trata de vasallajes, por más que tengan 24 en su bolsa; la gente pensante, también es pueblo y vamos a ver si les gustan los cambios, si votaron por ellos, como tanto se presume.

Escribe: Guadalupe Elizalde

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