viernes, enero 31, 2025

Por si usted no sabía… No hablen de Whitman con cualquiera

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Hay días en los que una recibe grandes lecciones de vida. El pasado domingo en la madrugada, como usted recordará, dos aviones militares de los Estados Unidos pretendieron aterrizar en territorio colombiano llevando una carga infausta; se trataba de personas deportadas por el presidente Donald Trump hacia su país de origen; para mejor describir la escena, estos hombres llegaron encadenados. En la visión de quienes no conocían más que este hecho vergonzoso, pareció más que plausible la carta que el presidente Gustavo Petro envió a Trump. Yo estaba feliz leyendo el inflamado texto por toda la casa, hasta que mi abuelita paró en seco mi entusiasmo con una sola pregunta: ¿Quién se la escribiría? Frené, y no sé cómo mi memoria se transportó al Chiapas de 1994, cuando estalló el “movimiento armado” del EZLN en contra del gobierno mexicano, encabezado entonces por Carlos Salinas de Gortari. Sí, pensé, ese inflamado tono es de un guerrillero metido a político, a menos que la mayoría de colombianos hayan nacido con el gen literario, como su Premio Nobel, García Márquez. La misiva de Petro es la de un guerrillero intelectualizado que estuvo mucho tiempo estudiando y siendo puente de comunicación entre el grueso de la guerrilla y la opinión nacional e internacional. Aún recuerdo sus fotografías de joven Gustavo (“Aureliano”, por el personaje de Buendía) en Sarapiquí, con unas gafas que ponían a la vista un temible problema de miopía. Debe de haber sido imposible para él andar en batalla con semejante carencia visual, pero ¿qué tal era para desenvolverse entre los libros?


La historia que viene detrás es una: el deseo serio de acercamiento por parte del colombiano; sin embargo, cometió algunos errores en este esfuerzo. Uno: celebró que un juez colombiano (Juan Merchán) declarara culpable a Trump por sobornos a la actriz porno Stormy Daniels, aunque la condena fue simbólica. Luego, don Gustavo Petro felicitó al expresidente Biden por sacar a Cuba de los países promotores del terrorismo, acto al que Trump puso reversa desde el 1er día de su mandato. El presidente Petro vio cómo se alargaban los días sin que la invitación a la toma de posesión llegara. Ni llegaría, pues agregó que la extrema derecha “manchada con masacres” sólo invitaría a sus pares. Presentes estuvieron Italia, Argentina, Hungría, Reino Unido, Nayib Bukele (El Salvador) y hasta Benjamín Netanyahu, y el español Santiago Abascal. El millonario Elon Musk, cuya presencia personifica la verdadera alternancia en los Estados Unidos: Los ricos de antes, dueños del país, han sido reemplazados por otros dueños de empresas de la comunicación y la inteligencia virtual; es decir, los que manejan a la opinión pública, con cualquier clase de “verdades” que deseen poner en la corriente alterna de la información. Ahí radican el Quid y el riesgo.


Pero Gustavo Petro, desdeñado por estos nuevos déspotas (según su opinión) al ver lo que sucedía en su país se enredó en la bandera, cual nuestro mexican Noroña, y amenazó con una carta digna de otro destino, dirigida urbi et orbi al irreparable Donald y la prensa que recogiera tan flamable carta. Imagínese usted, a Trump, quien no cambiará su estilo jamás porque es el responsable de que él haya ganado esta segunda elección en los EE. UU.


Ya se habían comunicado por X, se dijeron “loosers”; Trump lo apodó “castrochavista” y “terrorista del M-19”, guerrilla en la cual -asegura Petro- también militó la mandataria mexicana Claudia Sheinbaum. Cuando Trump ganó la elección por esta segunda vez lo elogió y expresó que el diálogo norte-sur seguía, sobre todo en el tema de los migrantes y la solución a la generación de las energías limpias. Según Gustavo, EE. UU. podría tener un gran aliado en Colombia. Tras decirle que él no era de una raza inferior, añadió lo que casi todos pensamos: “Un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con dignidad…” No se entiende por qué se opuso al ingreso de dos aviones militares si precisamente EE.UU. tiene en Colombia cerca de mil bases militares. Aclaró que le aburre ir a los Estados Unidos, que no le gusta su petróleo, que tienen gastritis y por eso no toma güisqui; en fin, ésa es la parte mala de la carta, pero hay otra literaria, inspirada, que sufrió la suerte del ridículo pues en cuanto se le habló desde el Norte de aranceles elevados, deportación a fortiori, suspensión de visas y otras, Gustavo Petro pasó de “no quiero esclavistas al lado de Colombia” a callar y a aceptar las condiciones del mandatario Donald Trump. Es decir, se agachó emulando a un exsecretario mexicano de Relaciones Exteriores de cuyo cargo ahora no quiero acordarme. No obstante, éste debe trabajar duro desde la Secretaría que le encomendaron, ya que la economía va a ser una materia puntillosa. Pregunta mi abuelita ¿por qué no la presidenta Sheinbaum llama a los funcionarios que amarraron el T-Mec y a alguno que aún quede desocupado del Telcan? Será mejor traer a los expertos que llamar a su gabinete que se ve verde y destanteado.


Gustavo Petro terminó tan buena carta un “Túmbeme presidente, y le responderán las Américas y la humanidad”. Fue por esta frase y otras de grave inspiración que algunos reporteros sabios creyeron que ya se había tomado sus rones, una media botella de guaro, con sus tres cucharadas de Melox, mínimo.

Escribe: Guadalupe Elizalde

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