Cuando despiertes México, verás que dormiste muchos años, quizá más de lo que pensaste, abrirás los ojos y verás una realidad que ni en tu peor pesadilla soñaste. Grandes edificios se yerguen majestuosos por donde quiera que mires, tus casas de tejas rojas, de morenos adobes, de geranios multicolores se van perdiendo, tus calles anchas, empedradas se llenan de luces, de aparadores, tu hermoso cielo azul, se mira sombrío, por las noches las estrellas apenas si se miran, recelosas de que les roben el brillo. Se acabaron los serenos que anunciaban que la noche dormía en paz, hoy, las sirenas de las ambulancias no se callan, profanan la tranquilidad. Tus ríos otrora cristalinos dejaron de correr, murieron lentamente, ya no siguen su camino a la mar, sus aguas se perdieron, solo basura reposa en su lecho, su ribera no existe ya. Los mares pierden sus peces, poco a poco la vida se les va, no sabes el dolor que siente la tierra, se agrieta, se duele, es profanada, saqueada y nadie escucha su dolor. Cerros partidos en dos, selvas reducidas a cenizas, planchas llenas de casas en pos de la civilización. En tus pueblos, las costumbres se van perdiendo, hasta el cura de la iglesia ya cambió, las tardes del catecismo, las niñas vestidas de blanco, llevando flores en mayo, los rosarios con café, las pláticas de las señoras, tan sabrosas, tan llenas de chisme bueno pasaron a ser whatsApp, el tañer de las campanas jubilosas anunciaban que en el pueblo alguien se iba a casar, se volvieron casi mudas, los matrimonios están a punto de expirar. Ya no se ven los sombreros, ni huaraches de correa, ni el elegante rebozo que las mozas portaban con donaire sin igual, que servía de cuna y mortaja, hoy es pieza de museo y motivo de desaire por la juventud actual. En los quioscos de los pueblos, las muchachas solteras pasaban dando vueltas, mirando sin mirar al ranchero, buen partido, que altar las llevará, hoy se miran vacíos, deteriorados y viejos, parecen suspirar, recordando las bandas municipales que sonaban con vigor, orgullosas de su patria, esas bandas de viento, el viento se las llevó. Las ferias de los pueblitos, con su volantín y sus caballitos, hacían reír a los niños, papeles de mil colores adornaban esas casas, la fiesta del santo patrono era el día esperado para vestirse elegante, estrenar un buen calzado, un vestido, un pantalón. Los altares a los muertos, con su misticismo y su tradición, se veneraba al difunto, se le ofrendaba el vino, la comida, se le esperaba con honores, se alegraba el panteón. Ya verás esos juegos de canicas, de balero, de rayuela, y los niños haciendo barullo, llenando con su alegría el caserío, las plazas sin miedo, libres como los pájaros, viviendo una infancia sin temor ser mayor. Ya no quiero decirte más, se han perdido tantas cosas, el respeto, el amor, las sonrisas, los saludos, mucha gente mayor, el mundo está detenido, y cuando vuelva la calma no creo que sea mejor, cuando despiertes mi patria, sé que llorarás también, preferirás seguir dormido, el sueño reparador no cambiará el destino que la modernidad nos dejó.
Maestra Lorena Resendiz
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