Buenas tardes tenga usted, estimad@ lector/a. Por más que una quiere estar tranquila y pasar un días sin zozobras, hasta las mismas ventanas del cuerpo, es decir, hasta los oídos, han de llegar un sinnúmero de notas que ,créame, por lo menos quitan el sueño. ¿Le gustan a usted los caleidoscopios?, pues a mí me encantan, no sólo porque se trata de una artesanía que se traduce en arte con el movimiento, sino porque uno puede filosofar al sostener éste entre las manos: las piezas son las mismas, pero si se imprime ritmo y acción las figuras que se forman son hermosas e irrepetibles.
Ahora imagínese que hacemos un caleidoscopio horrible, y en lugar de bellos cristales introducimos en él objetos groseros que al mezclarse hacen una combinación desagradable a la vista la mayoría de las veces, pues en otras medio logran acomodarse y no se ven tan deficientes. Últimamente así me ha parecido la realidad en que vivimos. El caleidoscopio del país, a veces, resulta en imágenes memorables, por ejemplo el espectáculo que escenificó el Ejército Mexicano en el Zócalo de la Cdmx, en conmemoración de la consumación de la Independencia de México. ¡Caray!, trabajar para que las cosas salgan bien no parece tan difícil. Pero el ejército así trabaja y lo sabemos. Da resultados, se cuadra, etc.
Por el otro lado tiene usted a Ana Gabriela Guevara, de la que ve ha aprendido que no es lo mismo andar por ahí riéndose en campaña y prometiendo ayuda, que estar en el cargo y cumplir. Recuerdo las vueltas del caleidoscopio olímpico. Primera vuelta: se dijo que repartirían estímulos a los deportistas que habían participado en los juegos de Tokio, no importando qué lugar alcanzaron (una plata y puro bronce); luego no ocurrió nada; pero se dio otra vuelta y a nuestra levantadora de pesas chiapaneca, Aremi Fuentes, quien fue a la olimpiada hasta sin entrenador, le habían ofrecido 50 mil pesos (que utilizaría para seguir pagando a su entrenador). Pues ahora le dicen que ¡no alcanzó! Y damos otra vuelta al caleidoscopio y hoy le quitan el 80% al patrocinio de los atletas de alto rendimiento de nuestro país “porque los resultados fueron muy pobres”. Óigame usted, hasta en Cuba los atletas profesionales comen lo que deben, entrenan con gente de primera, en instalaciones decentes, viven bien y no tienen otro quehacer que entrenar. Aquí hay que preocuparse hasta por conseguir unos pants “iguales” para desfilar, unos tenis o una silla de ruedas profesional; una bicicleta de carbono aunque sea a pagos; becas para mantenerse y estudiar. Pero ya vimos que éstas las tienen las amigas y no quienes compiten (pero ahí no se revisan las cuentas).
Y dele usted otra vuelta al caleidoscopio nacional y asómese a ver a los científicos e investigadores respetables y respetados del país, hablo del Foro de científicos, del Conacyt que fue de las primeras instituciones rasuradas por la pobreza franciscana que se ejerce en ciertas áreas de gobierno; y tan mal hecho está el juego que hasta la UNAM está prendiendo luces amarillas, que unidas a las rojas del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología semejan pistas de aterrizaje donde nadie hará tierra sin darse dos que tres raspones.
Gertz Manero, fiscal general de la República, ex rector de la Universidad de las Américas, dedicado al magisterio en el pasado, ahora “enseña” otras características de su personalidad que no gustan. ¡Mire que acusar a los pensantes y actuantes de la ciencia, a 31 de ellos de crimen organizado! Su oficina parece la casa de las venganzas, porque la cabeza del Conacyt, María Elena Álvarez Buylla, ha llegado a la luna y allá se quedó a vivir. Debe recordar que los mandatos judiciales la obligan y no son juego; que le pregunte a su patrón cómo le fue con El Encino. Ni cómo arreglar este caleidoscopio, queridos lectores, esto se ve muy muy mal. Igualito que se ve el crimen organizado avanzando y las fosas clandestinas que acaban de descubrirse entre Monterrey y Nuevo Laredo. Ahí puros abrazos, ¡faltaba más!
Guadalupe Elizalde
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