miércoles, mayo 8, 2024

De cómo actúan los lobos rabiosos Por si usted no sabía…

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Muy buenos días tengan todos, lectoras y lectores de este espacio que con tanto gusto redacto para ustedes. Por desgracia, hoy tenemos que tocar el tema del cruento y ciego asesinato de dos sacerdotes Jesuitas: Javier Campos Morales y Joaquín César Mora, quienes acudieron al templo para auxiliar a un guía de turistas reconocido en la región de la Sierra Tarahumara, cuyo nombre fue Pedro Eliodoro. Como se ha dado a conocer por un clérigo sobreviviente de la Congregación ubicada en el pueblo de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, el cobarde asesinato se registró el pasado lunes 20 de junio y la noticia voló con alas propias hasta el mismo centro de la religión católica: El Vaticano. Claro que a Palacio Nacional ha de haber llegado a medias, pues en la conferencia diaria el Presidente anunció el martes que quizás los sacerdotes habían muerto, pero en fin… No merece la pena detenernos en este detalle porque podríamos encontrar unos diez pormenores estultos diarios. Vamos al hueso puro y duro. Lea Ud. “Nos hemos introducido bajo la forma de los corderos, reinamos a la manera de los lobos, se nos expulsará como a los perros, pero reaparecemos como las águilas”, expresión atribuida a Francisco Borja tercer “general” de la Compañía de Jesús (7 de agosto de 1814). Esta frese pinta de cuerpo entero lo que es la vida de un Jesuita. Son uno con el pueblo de Dios: pobres, comen su comida, saben sus lenguas y comparten respetuosamente sus costumbres. Como lobos defienden a la comunidad a la que pertenecen como religiosos, y también a la de civiles en medio de la que habitan. Actúan en grupo a riesgo de su vida para defender a la gente. Educan y forman, razón por la cual algunos gobiernos despóticos y utilitaristas del pueblo no los ven con buenos ojos. Hacen que las personas sean libres, es decir, no manipulables. Su entrega es de tal fervor que muchos jóvenes imitan su actuar y van a vivir a las comunidades para echar una mano a tan ardua faena; siempre aportando un grano de sabiduría útil en las comunidades. Este es una muestra de que el ejemplo, el bueno, arrastra. En este país donde la vida vale menos que 50 centavos, allá en las barrancas del Cobre, un hombre herido entra a la iglesia herido de muerte. Los clérigos acuden a auxiliarlo espiritualmente y ruegan que no sea ultimado en la casa de Dios. El sicario, se dice que Noriel Portillo Gil, “El Chueco”, remató al herido, asesinó a los jesuitas y procedió con sus cómplices a llevarse los cuerpos entre plásticos negros en una camioneta de redilas. Se dice que este sujeto humano, pero enloquecido, es parte del Cártel de Sinaloa. Con sumo respeto a los no creyentes, para los católicos estos cuerpos y sus manos han sido consagradas a Dios. Se trata de hombres santos y de ahí viene el estupor: efectivamente fueron tratados como cadáveres de perros. Eso es una vocación de servicio, no gansadas ni discursos. Lo de El Chueco es una vocación de muerte que sirve al MAL, al que muchas personas sirven y adoran. Ambos han entregado su vida a una causa. “Es que allá hay mucha delincuencia” dijo el responsable del país. ¿Y qué? ¿No fue usted votado para combatir este problema? Pero como usted dijo un día “la persecución no de me da, la venganza tampoco”. Mintió Andrés Manuel: se le da la persecución selectiva, la que le da prebendas, la que resulta útil para usted, sus allegados y cómplices inconfesables. ¡Cómo hace falta un hombre que ame a México más allá del temor, el miedo explicable que da enfrentarse a criminales mejor armados e ideologizados para asesinar a mansalva!, por dinero, porque sí, porque no se dejan despojar, porque quieren a sus hijas para prostituirlas y a sus hijos para meterlos a la vida criminal, porque quieren santolear a un cristiano herido de muerte. ¡Cómo hacen falta hombres y mujeres con vocación de servicio y hábiles administradores, técnicos que sepan resolver lo técnico; avezados en cuestiones políticas para conciliar y resolver. Seres vocacionales, preparados en sus materias: Salud, seguridad nacional, economía, educación. Como decía Porfirio Díaz: contrate gente acomodada porque ya no necesitan robar. Sí, mexicanos que deseen dejar su nombre muy en alto. ¡Cómo requiere México de aquellos militares de antaño!, que servían a sus convicciones, amor a México, que tenían vocación de servicio y eran obedientes al Comandante de las Fuerzas Armadas, pero no se doblegaban ante intereses económicos ni cochupos y menos se pusieron al mismo nivel que el crimen organizado. Recuerden que en política no existen los vacíos: siempre se llenan y no de lo mejor. Vocación y amor por México, sí, pero también inteligencia y capacidad. El hambre de poder es otra cosa: lobos rabiosos. Escribe: Guadalupe Elizalde
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