miércoles, mayo 1, 2024

Por si Ud no sabía…   ¿Estoy bien, o mal? QuienSabi, dijo el Congreso

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Muy buenos días tengan sus mercedes en este miércoles de desapariciones. Desapareció el INSABI porque los legisladores han concluido que no sirvió para nada, conclusión que nadie esperaba pues los 4T no suelen admitir fácilmente sus errores. Claro que esta desaparición súbita, como la de su líder moral, coincide con la misma de los Institutos (18) que concluirán, entre ellos el CONACYT, el Injuve y otros 16. En el caso del Instituto para la salud creado por ellos, van a sepultar millones de errores (muchos millones y hasta delitos) al igual que en el INM, ignoramos si los despedirán con una misa oficiada por José Alejandro Solalinde Guerra, antes defensor de los migrantes.

   Con el incidente presidencial en Mérida mi abuelita se puso insoportable. Asegura que en menos de un mes faltará el Paracetamol en todas las farmacias de México dado que la muchedumbre, convencida de que es un medicamento estupendo, lo utilizará para todo, administrado con mucha agua (purificada, se entiende) y el suficiente descanso. Pero, ¿qué debemos entender como suficiente? Muy fácil: si usted tenía algún compromiso para digamos el 6 de mayo, pues páselo para junio, no vaya a ser que le vuelva el Sarscov II, como al señor presidente. Confíele a sus conocidos que no hagan caso si le tomaron una fotografía en la que se ve usted muy desmejorado y a punto de dar el changazo –afirma mi abuelita-. Avise por si alguien de mala voluntad anda diciendo que a usted le dio un váguido (o vahído). Comuníquele a toda la familia por un Twitt o Whatsapp, que usted no tiene nada salvo un contagio -el tercero- de Sarscov II.

 Digo, y ya en serio: le deseo a Andrés Manuel López Obrador que se ponga sano rápido, para que saquen  de cuadro a Adán Augusto López, la corcholata mayor, quien se quedó encargado de las mañaneras. Si el Mandante de este país aprovechó para ver cómo se ve dirigiendo mensajes a la Nación, ya tiene la respuesta.  El titular de Gobernación se llevó al gabinete en pleno para que hablaran de lo que quisieran, pero cuál no va siendo su sorpresa cuando el montón de periodistas invitados por Palacio y otros colados que sí trabajan en medios, se pusieron pluma en ristre a preguntar por la salud del Señor Presidente, ignorando la sarta de zarandajas que ahí se decían. Por más esfuerzo que hizo Adán Agusto no pudo ocultar la turbación que sentía ante ciertas preguntas: que si se desvaneció el señor ante los papadzules, que si le cayeron mal los panuchos… Tan fácil como decir que se sentía resfriado por pasar del calorón al aire acondicionado del hotel, y que creyó que era resfrío hasta que se mareó. Que la Fuerza Aérea trae su avión hospital, el mismo que lo trajo del Palenque a la Ciudad de México cuando le colocaron de urgencia el Stend, y ahí pudieron practicarle la prueba de Covid que en 10 minutos le dio el resultado de positivo (¿en dónde las venden?, pregunta mi abuelita) y que por eso salieron una hora antes de Yucatán para que llegara a tomar el mentado Paracetamol (no Aspirina que es anticoagulante), el agua y pudiera reposar en su cama, donde se quedó “guardadito” como dijera su esposa, Beatriz Gutiérrez Müler, cuando andaba en el Fandango tabasqueño promoviendo la buena lectura. Esto ocurrió en franca contradicción con el funcionario de la SEP, Marx Arriaga, quien asegura que leer es un vicio “burgués”. Por cierto, él es el director de materiales educativos. Su opinión la dejó asentada así: “Leer por goce es un acto de consumo capitalista”, con lo que se infiere que su papá y su mamá lo eran (consumistas y capitalistas): quienes leen a Marx ¡ lo hacen por gusto! O, ¿usted conoce a alguno que lea para sufrir? Hace bien la señora Gutiérrez Müler en salir. En primera lugar porque así se cree que su marido está por lo menos bien cuidado en Palacio Nacional, y ella no anda tan apurada por su salud como para quedarse a su lado. ¡En todo piensan!

   El único error en todo este rito fue que obligaran al doctor José Carlos Alcocer a explicar y tratar de calmar el ansia de las masas: Lejos de hacer lo que el “mejor médico del mundo” haría: rendir un parte médico. Tomó el micrófono para decir que el presidente estaba “bien”; con esto acabó de amolar el asunto, como suele. ¿Quién puede estar bien si tiene tantos males acumulados –como López Obrador- y le vuelve a dar Covid? ¿Quién, con un infarto al miocardio y males circulatorios- puede estar “bien” con las vías respiratorias inflamadas? Sin embargo, ya sabemos: la opacidad ha sido una de las fallas de la 4T; y el presidencialismo uno de los vicios del electorado mexicano. Por eso, si algo le sucede al Tlatoani, todo se paraliza.

Escribe: Guadalupe Elizalde

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