domingo, abril 28, 2024

RECORRIENDO JAPÓN

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Después de esos extraños Juegos Olímpicos 2020 (que se celebraron en 2021, pero que solo se pueden celebrar en números par) por culpa del coronavirus, recordé un viaje de hace pocos años al país Nipón, y dónde ya había japoneses portando cubrebocas, pues son muy cuidadosos).


Les paso a narrar: Llegamos, mu familia y yo, al aeropuerto de Narita, de allí los guías nos trasladaron a Tokio en camioneta (más o menos dos horas de trayecto). Arribamos al lujoso hotel Shinagawa, enfrente de la estación del mismo nombre. Allí empezamos nuestra relación con las máquinas expendedoras de todo, que abundan en Japón. Entonces partimos a la torre Metropolitana, desde dónde contemplamos un bello Tokio nocturno, de allí partimos en metro a Shinyuku. Nos llevaron a un callejoncito con farolitos llamado Omoide Yokocho, para ver como era la vida en la época Edo. De allí llegamos a edificios modernos iluminados de Neón, donde había un Godzilla gigante sobresaliendo de un edificio. Cenamos en un local tradicional sentados en el suelo. Unos oficinistas celebraban en una mesa de junto ya mucho sake bebido, por lo que gritaban y cantaban, saliendo de su tradicional contención.


Al día siguiente nos llevaron al templo Zojoji a ver los Jizos (estatuas de niños en piedra con gorros y ropa roja). Al fondo se veía la torre de Tokio (como la Eiffel pero carmesí). Entonces visitamos el templo Meiji (dedicado a este emperador y su esposa); también había monjes shintoistas vestidos de blanco.

Posteriormente llegamos al palacio Imperial, al que se prohíbe el acceso por razones de seguridad. Sólo se abre el primero de enero y el día del cumpleaños del emperador Akihito. Ahí vivió el shogun de Edo Ieyashu Tokugawa. Partimos entonces al barrio de Asakusa, dónde tuvimos la suerte de contemplar una procesión de la chancla (gigante) de Buda, con gran algarabía de los que la cargaban por la calle Nakamize, dónde hay una gran cantidad de tiendas de souvenirs. A la entrada hay una enorme puerta roja con guardianes y un farol rojo gigantesco “ kaminarimon “.

Escribe: Fernando Roque Soto

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