De ilustre progenie, savia de talentos en fluida corriente – cual arroyo-
fuente de la que emanan efluvios de emoción.
Rasgaste la cortina del silencio
con los arpegios de tu piano
envolviendo a la noche en túnica de astros,
silencioso el felino de tus manos
recorre la estepa de las teclas
exprimiendo sus notas de alabastro;
la vida se desgranó en tus dedos,
duendes saltarines que despertaban del letargo
la música escondida en esa caja de sonido,
en prístina melodía bordaste tu mortaja
maestra de reverberantes vibraciones.
El jazz fue la luz que dirigió tu arte
derramado en cascada de colores:
una tecla un escalón,
cada sonido hilo de filigrana
tejiendo cual epitafio
tu legado de oro musical.
Escribe : Fernando Roque Soto
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