Crucigramas desiertos tejen rumores
en la geometría de sus entrañas,
visten verde sombra al lirio
ante la burda palidez de las hojas secas.
Colores prófugos maquillan las piedras,
taladran sus pulmones en la madrugada
con estridencias que son fantasmas,
oxidados susurros de ilusiones desertadas,
simulacros de espejismos apáticos.
Emociones infantes ahogadas en un suspiro
en la fronda de los recuerdos,
labrados en el espejo de la lluvia,
convertidos en la sal de la inocencia.
Zanjas con llagas de líneas silvestres,
entre navajas que saturan los ojos,
donde la luz se rompe en silbidos
y los insectos esculpen flores.
Una lagrima viaja ligeramente
despeinando el collar azul grisáceo.
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