miércoles, mayo 1, 2024

Carne de mostrador MotelGarage

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San Juan del Río, Qro., Julio 25 del 2023.- Me cague de la risa. Mi boca continuaba pastosa, igual que por la mañana. Antes de llegar hasta ellos senti unas putas ganas de vomitar , no lo pude evitar. La edad no perdona una vez pasados los cuarenta. Es así . Después continuamos . Para después cagarme de la risa en su geta. En sus pinches getas. Y vaya que tenían getas. La risa emana de mí. La risa escandalosa. En el mundo, lo más agradable al oído acaso sea la risa. El sonido de la risa es el nervio que mueve a la salud la pulsión de las células de la alegría, la resonancia del vigor de la fuerza vital. Estaban muy getones. De su chingada madre muy getones. Quedaron allí como carne en mostrador de carnicería. Ni modo que qué. Soy todo menos noble. Al patrón se le respeta. Contrario a lo que podría imaginarse, no me da hasco, sino una curiosidad malsana. Debe ser así. Es asi. Su error fue darme por muerto. Muy pendejos. Gracias a Dios no me quebraron. Hasta antes era mi chamba ideal. Grave error. La “chamba ideal” no existe. Es tan solo una pretensión de nuestra mente, pretension inútil pero indispensable, como el amor, la felicidad o la vida eterna. No nos quebraron. Les tuve enfrente. Así había sido mi peticion. Cuando los agarren quiero tenerlos frente a mi. Y dicho y hecho. Los vatos cumplieron. Varios hombres ataviados con el uniforme de la policía federal me condujeron a ellos mientras yo iba cantando una vieja canción de Rafael: Hoy, para mí, es un día especial…qué pasara , qué misterio habrá…puede ser mi gran noche…”. Ocho cabrones frente a mi. Y les dije: están aquí por pendejos. Mejor me hubieran matado. Pero ni pedo. Su bronca es que son muy pendejos. Son y fueron muy pendejos. Miren que nada más por tirar así nada más a lo pendejo solo me dieron un rozon. Y yo, y yo, me voy a cobrar muy caro. Para que lo sepan no tengo amigos policías ni narcos, pero siempre hay una excepción y, en cualquier caso, el mayor aquí presente, es mi amigo. La cagaron cabrones. Los tenía allí frente a mi. Estaban todos madreados. Iban a quedar en pedazos. Como preámbulo a la muerte. Se los iba a cargar la verga. Ya lo sabian. Me pelaron la verga. Otra vez. Dos de ellos no estaban en condiciones físicas para estar con vida. Un hilo de sangre fluía de sus bocas seniabiertas. No les quede la menor duda. Nadie dice nada. Se les había pasado la mano. Lo recuerdo. Tengo buena memoria . La memoria es fundamental. Quién no tiene memoria no tiene historia. Quién no tiene historia…que Dios lo acompañe, ya que somos producto de un hecho social. En la otra fueron otras circunstancias. En otros tiempos. En otro jale. Los tipos son de estatura media. Solo uno es enorme, grande y pesado, con el pelo cortado a rape , barba de candado. Su cara pálida era la de un muerto de cinco días, pero no su importante mano , que extendida hacia mí, pide que por favor no le dispare. Me pelaron la verga. Y me cagué de la risa. Otra vez. Resultaba agradable estar alli. No tenía de que preocuparme. Que se preocupen los familiares de estos que me pelaron la verga. Obviamente, la escena estaba para cagarse de risa, y a carcajadas también.

Conduzco al teibol dance. Acá no paso nada, me digo. Quién se salva de tantas balas. Solo la escoria más fuerte de la tierra. Obviamente ese pensamiento estaba para cagarse de la risa, y a carcajadas también. Aquellos quedaron como carne en mostrador de carnicería.
Escribe: Augusto Sebastian
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