viernes, mayo 3, 2024

De cómo la historia reciente es más vigente que nunca   Por si usted no sabía…

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Saludo como siempre a los apreciados lectores y lectoras que se acercan a ese espacio semanalmente, y agradezco –como siempre- su atención. Muchas cosas han sucedido en esta semana, pero una no puede abarcarlo todo, pues se corre el riesgo de terminar diciendo cualquier tontería. En estos tiempos difíciles para México, lo mínimo que podemos hacer es honrar la palabra que se nos concede, más, cuanto mayor difusión tenga ésta. Escribir para los demás no sólo es un privilegio, constituye un deber de honra personal hacerlo lo mejor posible, cuidando las fuentes y evitando que la opinión emitida vaya sustentada en fuentes honradas y veraces. De lo contrario, el periodista termina siendo el títere de los vaivenes del poder o de la mafia, como ha ocurrido en el país desde el ascenso “civil” del crimen organizado, o de los gobiernos estatales y municipales tomados por este dominio corruptor.

   Releí el libro “En Estado de Alerta” del periodista Jesús Blancornelas, fallecido en Tijuana el 23 de noviembre de 2006. Su currícula es impresionante y mereció reconocimientos nacionales e internacionales por su labor en la defensa de los derechos de los periodistas; trabajó como investigador en los casos de los asesinatos de sus colegas, persiguió a los primeros grandes capos de la mafia del narcotráfico, denunció a autoridades coludidas y defendió el derecho a la libre expresión e investigación. Este libro abarca artículos y notas recopiladas entre los años de 1999 y 2005. Llama la atención por su vigencia, incluso cuando toca el tema del asesinato artero del columnista Manuel Buendía Tellezgirón, de quien fue amigo. Escribe Blancornelas que principiando los años 80s se asomó el narcotráfico “silencioso, adinerado, poderoso. No sé cómo pero se metió en la piel del gobierno y por eso ejecutaron al maestro Manuel Buendía”. “Les conocía todo el tejemaneje. Apenas unos días antes desayunamos en Tijuana y me recomendó ‘no escribir tan directo: Al paso que vamos tendremos que usar chalecos anti-bala’… Para mí, el de Buendía fue el primer crimen narco-político en este país. Aquellos sembradíos de Chihuahua y algunos miembros del gabinete presidencial metidos en al narco con Rafael Caro Quintero”. Es increíble: si usted cambia fechas y nombres, pareciera una nota de ayer. Y sigue más adelante: “con tanto funcionario alcahuete, los mafiosos han hecho de este país lo que quieren, lo mismo imponen candidatos que compran gobiernos. Matan periodistas y ni quien les haga cosquillas”. Y así va narrando este enorme maestro del periodismo cómo los gobiernos no pueden combatir a quien es su aliado. Toca el sensible tema de la corrupción policiaca y le da crédito a la tropa del Ejército Mexicano y a su entonces sistema de inteligencia: “Cuando ellos investigan, dan con el o los culpables”; también se queja de cómo las más altas cúpulas se han involucrado con la mafia para ganar dinero fácil. Con la calma del caracol, va arrastrando la máquina de escribir sobre los estados del país que van siendo tomados poco a poco, haciendo énfasis en Tamaulipas, en donde la violencia ha ocasionado crímenes sin cuenta, de civiles, migrantes, policías, soldados, funcionarios y periodistas. Ningún partido se salva. De 2006 a la fecha, 2022, esto se ha extendido no sólo por la incapacidad de gobiernos que –afirmaba Blancornelas- ni saben cómo, o no pueden porque son socios, o prefieren mirar a otro lado. Pero a todos, subraya, les falta voluntad política y valor; no quieren a México. Ésto es lo más triste. Yo también lo creo. De otra manera no estarían permeados por este y todos su males adyacentes, hasta el tuétano.

   Jesús Blancornelas advirtió que de seguir así, un día el crimen organizado (con el poder) no sólo elegiría funcionarios estatales y municipales, impondría procuradores estales y –entonces- jefes de la policía judicial, sino que escalaría hasta las más altas esferas del país. Ya sucedió. Ya están ahí. Ya inyectan sus millones no sólo en las campañas -de esto hace ya mucho tiempo-, sino en los grandes negocios donde limpian su dinero y hasta en los grandes proyectos y programas. ¡No, no quieren a México! Cuidan sus intereses, sus filias y fobias. Se aferran al poder y lo consiguen cueste lo que cueste; mienten a diario para permanecer vigentes. Denostan a quienes llaman sus adversarios; se dan baños de pureza y a nadie escuchan, mientras huachicolean millones de donde sea.

   Sin embargo, hay otro vicio de moda: aceptar dinero de un gobierno así para ir a hacer el papel de botarga, cada día sentado ahí, como reportero alquilado, leyendo las preguntas que les han dado; haciéndolas a modo de que el soberano no se moleste, o dicte desde su palacio: “qué es nota y qué no lo es”. ¡Despierten!

Escribe: Guadalupe Elizalde

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