jueves, mayo 2, 2024

DEL PRESIDENTE, DEL INAI. SALUDA ARAÑA. EL JICOTE

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“El problema de la crisis -escribía Monsiváis- es que ha durado tanto tiempo que ya se le acabó todo encanto”. El problema de hacer un análisis de las Mañaneras del Presidente es que se dicen tantas inconsecuencias, que desborda mi capacidad de escándalo y de indignación y, finalmente, me produce risa. Lo único que se me ocurre es que las Mañaneras las pasen en el horario de las barras cómicas. Además con una advertencia: “Este programa puede contener mentiras escandalosas y chistes malísimos, no apto para personas con mínima inteligencia”.


La última de sus ocurrencias es genial, se negó a ir al Senado para proteger la investidura presidencial. Parafraseando a Sor Juana, el Presidente, “el peor de todos”, en el maltrato de su investidura, ahora resulta que la protege de los senadores. Muy pronto se le olvidó cuando fue a Estados Unidos y con el perfil de caporal de hacienda porfirista: prepotente frente a los peones, pero lambiscón ante el patrón, le dijo a “Tron”, que ya nos había humillado, que lo considerara su “amigou”.


Ahora ha dicho que el INAI “No sirve para nada”. No es nueva su tirria contra la transparencia, cuando era Jefe de Gobierno de la Ciudad, se resistió y combatió a la institución de transparencia del Distrito Federal, cayeron de su gracia cuando le pidieron que presentara las cuentas de las obras del segundo piso. La descalificación elemental es la misma; “Ganan mucho los comisionados. Que se mochen”.


El Presidente ha dicho, lo que independientemente de nuestras diferencias lo agradezco, que ha leído mis libros sobre los temas de propaganda y de corrupción; incluso ha sido elogioso con los dos. Con este antecedente le sugeriría que leyera mi folleto: “La revolución del derecho a la información. ¿Para qué sirve?”. Editado por el Instituto Nacional de Administración Pública. A.C.”. No tengo muchas esperanzas que ni siquiera abra el folleto, hace tiempo que el Presidente solamente parece escucharse a sí mismo. Lo recomiendo para que alguno de sus simpatizantes, que todavía tiene muchos, no se haga cómplice de esta destrucción de un instrumento fundamental de la democracia.


Un breve adelanto al contenido del folleto. El derecho de acceso a la información y el INAI, antes IFAI, es resultado de un movimiento de la sociedad civil, que fue retomado por los legisladores en la época de Fox y cuya iniciativa fue aprobada por todos los partidos políticos. En un Congreso que se distinguió por sus pugnas terribles, que una iniciativa se apruebe por unanimidad, algo le debe decir al Presidente.


Es una desgracia para México que pasemos del neoliberalismo ilustrado al populismo ignorante. El Presidente mismo ha utilizado lo que transparentó el IFAI, que se inauguró precisamente contra la administración de Fox, al descubrir que las toallas de los Pinos habían sido compradas a precios de alfombras turcas. Ha develado muchos actos de corrupción, sería agotador enumerar todo lo que ha descubierto el ahora INAI, baste decir que es un instrumento institucional fundamental de los medios de comunicación, de los Investigadores, de una parte de la clase política y de los estudiantes.


La Cuatro T se ha erigido como el verdugo de la transparencia. De un día para otro ya no funcionó COMPRANET, que era clave para transparentar precios y concursos. Por cierto, más de las dos terceras partes de las compras y contratos de servicios se hacen sin concurso sino por asignación directa. En otras palabras: discrecionalidad y corrupción. Ante la imposibilidad de la transparencia y la rendición de cuentas, la impunidad es la consecuencia. En lo oscurito sólo están los ladrones y los pillos. El Presidente ha dinamitado instituciones, atropellado la Constitución, la ética. Es un gobierno incongruente, desvergonzado, cínico. Me declaro incapaz de manifestar con serenidad mi indignación por este atentado contra el derecho de acceso a la información y la transparencia, convoco a la poesía, la única que puede ir al corazón de las cosas: “Saluda al sol, araña, no seas rencorosa”. Gracias por venir en mi socorro Rubén Darío.

Escribe: Edmundo González Llaca

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