jueves, mayo 2, 2024

EL JICOTE AMLO, COSECHANDO LO QUE SIEMBRA

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“Todo lo hicieron con las patas”. Así quería iniciar el análisis de la actuación del Presidente y su gabinete en relación con la difusión que hicieron ante su tropezón de salud, Me rajé por temor a que nuestras extremidades pudieran protestar. Ni las “patas” se atreverían a tal cantidad de ignorancia, incompetencia, mentiras; descoordinación. Si por un ejercicio político o académico se le hubiera pedido al Presidente y al gobierno que reconstruyeran una circunstancia de laboratorio para formar un rumor, no creo que lo hubieran hecho en forma tan perfecta y puntual.

Cuando el Presidente fue mi alumno llevaba como texto mi libro de propaganda política, en el que dedico todo un capítulo al tema. Le recuerdo.

El rumor nace y prolifera cuando: 1) No hay noticias. 2) Hay escasez de noticias en un asunto que se considera muy importante. 3) Hay contradicción interna de los emisores de información o frente a los medios de comunicación. 4) No se comprende la poca información recibida. O es extraña, un Covid que pasó más rápido que las leyes en el Senado.

No es necesario abundar en las contradicciones de la información emitida por el Vocero, el Presidente, el Secretario de Gobernación; la divergencia entre la información oficial con la de los medios locales de Yucatán; ni es necesario profundizar en esa feria de desmentidos entre todos; vale tener presente los prolongados silencios de información.

El discurso oficial tuvo cosas humorísticas, por ejemplo. El Presidente y su comunicadores terminaron reconociendo que había sufrido un “vahído”; que se había quedado como dormido; que había resentido un pequeño desmayo. Sin embargo todos estos verbos eran acompañados por una rectificación: “Nunca perdí el conocimiento”. Yo me imaginé ¿Cómo se podría tener un eclipse mental, la oscuridad neuronal, pero al mismo tiempo percibir la luz de la realidad? Me imagino que se quedará uno con un ojo cerrado y con el otro bien abierto, dándole vueltas a la realidad, escuchando todo y, por supuesto, hablando. Esto no lo he visto ni en Superman ni en el Hombre Araña. Es un nuevo súper poder del de Macuspana. A lo mejor no nos hemos dado cuenta pero en las “Mañaneras”, habla tan despacio y con raras incoherencias es porque está con vahído, desmayado o dormidito.

El rumor debe analizarse pues la opinión pública lo utiliza para manifestar su desconfianza, sus críticas, su desencanto y a ejercitar su sentido del humor. No le fue muy bien al Presidente en las “benditas redes sociales”, cosechó todo lo que ha sembrado en sus rencorosas y virulentas intervenciones.

Con especial encono y repetición el tema de la salud entre los memes.

“Señor solo te pido que el macuspano, el día que tú decidas llevártelo, déjalo caer a los infierno y que arda lentamente, por todas sus fregaderas que nos hizo y que sufra él lo mismo que todos los seres que él dejó morir en pandemia, cáncer, etc. etc.”

“No le deseo ningún mal a López Obrador: Sólo pido que lo atiendan los médicos Cubanos. Supervisados por Gatell en una clínica INSABI”.
“Que no se muera. Debe pagar en vida todo el daño y dolor que ha causado a niños, mujeres y gente inocente”.

Los mensajes reflejan que el Presidente ha colaborado a dar presencia a sus críticos. Escribieron. “Revelan los médicos de López Obrador cuando recobró el conocimiento, lo primero que preguntó: “¿Y Loret de Mola?”

Las clases medias están enojadas. A pesar de no ser homogéneas la enfermedad del Presidente y el pésimo manejo de la comunicación oficial, detonó su capacidad de utilizar el internet para actuar coordinadamente, como un gran semillero crítico de influencia transversal en toda la sociedad. Su estrategia fue utilizar el humor como instrumento de solidaridad y empatía.

A estas alturas ya no sé si el Presidente se diagnosticó Covid, dormido o despierto, pero le deseo, por su bien y de su familia, que esté bien de salud. Pero lo que más deseo, por el bien del país, que reflexione si en verdad está con capacidad física y mental para seguir en la Presidencia. Yo me permito seriamente dudarlo.
Escribe: Edmundo González Llaca

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