viernes, mayo 3, 2024

¿Por qué no podemos creer en lo que se nos canta y dice? Por si usted no sabía…

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Muy buenos días tengan ustedes en este jueves de julio, que se va como agua entre las palabras. Deseo que estén bien de salud y aceptablemente comidos en estos días en los cuales la canasta básica se ha disparado 17%, sólo en los productos que vienen de la tierra. Las otras mercancías necesarias para el mantenimiento y aseo de una casa y sus habitantes, aumentaron sus precios a causa de lo comentado en este espacio: la ruptura de las vías de distribución, que en algunos casos son mundiales. Por ejemplo, ahí está Europa estudiando métodos para reducir su consumo de gas, mientras que los empresarios mexicanos no han siquiera hablado a los consumidores alto y fuerte, sobre cuáles son sus problemáticas y a qué se deben los aumentos en los precios. Por otro lado, ayudaría mucho a los consumidores mexicanos que el titular de la Profeco, Ricardo Sheffield, en lugar de estar curándose en salud respecto a posibles corruptelas en su ejercicio, orientara en la mañaneras sobre cuáles son los productos que, ofreciendo mediana calidad, pueden llegar a los hogares sin lastimar tanto nuestros bolsillos. Pero no, afirma mi abuelita que ha preferido el papel de bufón los lunes en la conferencia matutina de su Jefe, esta vez “exhibiendo” a los funcionarios a quienes endilga el sobrenombre de “pasados de rosca”, es decir, a quienes ganan más que el presidente de la República. Lo que debe esperar este funcionario es por lo menos un jalón de orejas, si no por parte de su jefecito, si de los nominados que no ganan lo que él afirmó, comenzando por el Fiscal Gertz Manero, que de por sí es rápido a la muina. Lo bueno es que escuchamos en casa la importante entrevista que Don Jesús Moreno y Carlos Mondragón, de Líderes de Opinión, realizaron al ex gobernador queretano y actual diputado federal Ignacio Loyola Vera, en la cual quedó claro que lo ganado por un funcionario público es lo de menos, pues, como en todo, lo importante es el bien que aporta su trabajo a la empresa paraestatal que dirige o al país al que sirve. No olvidamos que una de las definiciones de la corrupción es precisamente devengar un salario, cualquiera que este sea, por ocupar un encargo para el cual no se está preparado. Y de eso el gabinete actual tiene ejemplos para exceder los dedos de ambas manos. O vea usted dos ejemplos: ¿En qué estado está realmente la educación en México? Esto, no comparada con la europea, ni con la argentina o canadiense, sino contra nosotros mismos hace unos 10 años. Lo poco que ganó el alumnado se ha perdido casi por completo. Sin embargo, tenemos un responsable de “contenidos y materiales educativos” en la SEP, al que le parece ocioso y burgués leer por placer. Si para Marx Arriaga leer en una obligación para formar pensamientos, y las lecturas tienen que ser dirigidas, eso se llama adoctrinamiento y es el camino más breve para angostar el criterio y vivir en una ínsula que se confunde con Ítaca. Leer, estudiar, es precisamente liberar el cerebro de los estudiantes de ataduras teóricas; es hacer ciudadanos críticos y lo más lejano a la borregada. Un segundo ejemplo, por supuesto y como consecuencia, es Delfina Gómez (SEP), cuya gracia es ser educadora y ex presidenta municipal de Texcoco, dedicada a birlarle el “diezmo” a sus trabajadores para la campaña y gastos que se requieran para sostener al caudillo y su partido. Pasando a lo mismo pero en otro tema: ¿Cómo se les ocurre a algunas corcholatas de Morena que puede haber piso parejo, en un pastel que tiene sólo 3 pisos? Hasta arriba está el caudillo, el pastor, el que todo lo sabe y lo ve. En seguida, el líder del partido, Mario Delgado Carrillo, que tiene que intermediar entre la voluntad del constructor de Morena y los empujes u oleadas cada vez más altas de quienes contribuyen apoyando a Ebrard o a Adán Augusto López Hernández. Y esto está comenzando apenas. El hecho de que López Obrador haya dicho en su acostumbrado show matutino (qué padre que en medio del desastre cantó Amaury Pérez, cubano aspiracionista), que estamos tan acostumbrados al dedazo priísta, que ahora todo el mundo espera la señal del súper dedo. Afirmó también que pedir piso parejo es despreciar al pueblo. Le creería si no hubiera centralizado en sus manos las “ayudas” económicas que reparte con singular alegría entre los pobres sí, pero también es cierto que no en todos los casos la gente que recibe dinero lo necesita para vivir o comer. Ha habido corrupción y falta de investigación en el reparto del dinero que ya se está acabando. Le creería si los llamados “siervos de Morena”, no amenazaran con que la ayuda se terminará si las personas no votan por la continuidad. Para colmo, ahí viene la recesión galopando. Escribe: Guadalupe Elizalde
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