Buen día tengan todas y todos en este miércoles último de febrero. El tiempo va avanzando indefectiblemente y nada nos devolverá a los dos candidatos de partidos contrarios asesinados en Maravatío, Michoacán; lo que demuestra que los asesinos de quienes contienden por cargos de elección popular, hacen como los votantes hace tres o cuatro sexenios: eligen a la persona y no al partido. Pero estamos hablando de los munícipes; del primer piso del gobierno, de las células de orden en lugares apartados, o en el primer plano, como Acapulco, o Chilpancingo (hay subsuelo y sótanos, como los de la policía municipal), y se sabe ya que en muchos sitios los que forman bandas del crimen organizado han tomado no sólo el territorio sino hasta la economía del lugar; nada más les falta cobrar peaje en las carreteras y caminos de terracería, si no es que ya lo hacen. Por lo mismo no somos ni exagerados ni amarillistas quienes estamos preocupadas(os) por la instalación de casillas el próximo 2 de junio; por quienes cuidarán las urnas y por quienes contarán los votos. Acaso haya otro momento difícil: trasladar dichas urnas selladas e intactas hasta donde se guardarán y contarán las actas. En territorios tomados todo es un riesgo. Al hecho de que ser periodista es un trabajo muy peligroso en este México, ha de sumarse el de ser candidato de baja autoridad (comparado con una gubernatura) en sitios tomados por el crimen, importantes o remotos. Si las cosas siguen así, quienes deberán palomear a los candidatos serán quienes tienen el dominio territorial, ya muy extendido en este sexenio.
Elegí este título, porque a saber y por los acontecimientos de las últimos días, parece que vivimos en un mundo transparente, por lo menos en algunas áreas, aunque la lectura parece darse en un mundo del revés. Por ejemplo, si yo tuviera una hermana que hubiera salido en un video casi pornográfico, y este video se hubiera hecho público, siendo que sólo estaban presentes ella y su pareja, pues no apoyaría que se defendiera culpando a quienes lo reprodujeron, volviendo a revivir el hecho y -aparentemente- sin tocar a la persona que estaba compartiendo con ella momentos íntimos, o “cupidescos” (esta palabra la inventó mi abuelita y suena bien). Y digo aparentemente porque don David León Romero, entonces cercano al exgobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, ha declarado que el demandante Pío López Obrador lo amenazó como amenazaron a Juan Charrasqueado. No es correcto, para nada, pero se entiende porque no hubo nadie más grabando esa acción de entrega/recepción, primero de 400 mil pesos y luego de un millón.Digo, si yo fuera quien está en el poder, frenaría de inmediato este juicio demencial, porque para afectar a alguien en su fama sonada, primero habría que gozar de una excelente fama pública. La familia no se toca porque el dinero lo recogía el, y su hermano se auto semblantea cuando afirma haber vivido en México sin trabajo, sueldo, chequera o tarjetas de débito o crédito 20 años, es decir, como un ser gaseoso ante el fisco, lo que abona a la tesis del Rey del Cash.
La pregunta era obvia y se deriva de los hechos: ¿Por qué se toma dinero –mucho- del erario público para desviarlo a una campaña presidencial que duró tantos años, sin avisar al fisco o al “pueblo”? ¿Por qué se ingresó dinero en cash de cada gobernador de Morena y sus partidos satélites sin avisar al INE? Y pregunta mi abuelita: ¿De dónde salió el bono fundacional de Morena, llamado así por su monto, y quién lo donó? (misterio misterioso).
Acusar a Carlos Loret de Mola no sólo es un mal precedente para este gobierno, tan mal precedido, porque el periodista sacó al aire -lo que después se reprodujo por todos los medios- el momento en el que Pio López Obrador recibía ese dinero; lo que conjunta delitos mutuos entre el hermano del Presidente y el funcionario chiapaneco. Por cierto, y ahora ¿quién ayudará a Chiapas y a sus habitantes autóctonos, tomados por la delincuencia? Y lo pongo así porque acaso son los más desprotegidos, junto con las etnias de Guerrero, las del Estado de México y el Caribe Mexicano que está re-tomado desde hace años. ¿Qué se busca con esta demanda en la que se piden 400 millones de pesos al comunicador? Ruido. Que se entienda: el delito, como la tierra, es de quien lo hace, no de quienes nos enteramos. ¿Qué amenazaron a David León de muerte? No lo dudo, porque han demostrado como gremio que son vengativos y de mecha corta. O, pregunten en la oficina del NYT. O en Tabasco…
Escribe: Guadalupe Elizalde
