lunes, noviembre 25, 2024

MAÑANA DIOS DIRA   HotelGarage

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Su traje es Milano, donde se viste el paisano. A causa de su eterna inseguridad tardó mucho en arreglarse: varias veces se cambio de saco y al final eligió el que usaba en ocasiones especiales.

Primera sesión del cabildo. 10 horas. Casi nada por tratar. Lo que es nada. Afuera llueve machín. No es cualquier lluvia. Las gotas enormes golpeaban los vidrios de la sala de regidores y una ventisca, ululando, recorría el lugar gracias a una ventana rota que la administración saliente no mando reparar porque se había acabado hasta el ultimo centavo y la administración entrante no tenia para reparar porque no tenia ni el mínimo centavo para reparaciones. El presidente municipal inicio una plática absurda. Que si la columna, que si las vertebras, que si la pierna, que si la cabeza, y enumeraban todo lo que padecían.

Por encima de la mesa había varios celulares, dos que tres libretas de anotaciones,   cuatro cafés con leche y dos cafés americanos que hacía tiempo que se habían enfriado.

También que estaban cuando el teléfono celular del presidente municipal dio tremendos brincos, imita un paro cardiaco múltiples. Sus convulsiones son feroces. Nada lo detiene. El presidente municipal se estrena como servidor público. Llego de pura chiripa. Dos que tres regidores son muy cábulas. Le llaman un tanto despectivamente “roba vacas”.

Todos cobran bien. El grueso de la población se tambalea entre trabajaos mal pagados y el desempleo, pero eso si esperando la estupenda feria del pueblo. Este pueblo no cambia. Una pregunta le asalta al recién electo presidente municipal: ¿Cómo paro el maldito celular?

Zas. Le agarro tremendo madrazo coronado con un irónico desenlace exitoso donde el celular fue a dar por varias partes en partes.

El presidente municipal se sorprendió y alegro. Notablemente mas tranquilo, hasta aliviado podría decirse solicito que recogieran su celular. Así, sin querer queriendo hizo uso de las iluminadas palabras de Marx,; no Karl, sino Groucho: “Si no le gustan mis principios, tengo otros”.

Hasta aquí el lado pintoresco del asunto. Mañana dios dirá.

Escribe: Augusto Sebastián

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