La soledad como mochila a tus espaldas o fardo a cuestas,
un solitario cigarrillo tu única compañía
en esos atardeceres fríos de neón neoyorkino
mientras caminabas por una calle recién lavada por la lluvia;
tu rebeldía: escudo y sombra.
El dolor te guía y la incomprensión del mundo te derrota . . .
“ pequeño bastardo “ como tu veloz féretro plateado.
Bastaron sólo tres películas para incendiar a una juventud
que buscaba un anti-héroe
en quién proyectar su soledad y su abandono,
la incomprensión en un mundo que en lugar de abrigar devora
cual Moloch a sus adolescentes víctimas;
el miedo a ser adultos
y volverse ladrillos en la pared del conformismo,
antes de ser martillo volverse el muro
y transformarse en lo que más temían: sus padres,
conformistas y represores,
marionetas del materialismo atroz.
Y tú, James Dean queriendo ser un eterno
“ guardián entre el centeno “
para proteger la inocencia de los niños
de la maldad del mundo adulto y sus quimeras,
Peter Pan del celuloide,
Rebelde sin causa pero con mil motivos:
carencia de afecto y asideros,
para partirle la madre al sistema.
Escribe: Fernando Roque Soto