Le tiene enfrente. Les tiene enfrente. Pero se dirige en específico a ella. A ella la portadora de la camiseta de las Chivas. Con huevos se dirije. No con otros. Los demás callados. Solo callados ocho alumnos más. Señorita, usted no porta esa camiseta con dignidad. Usted no tiene amor a las Chivas. No me venga con chingaderas. A esa playera la portan solo gente que tiene amor a esa camiseta. Usted es una oportunista. No porque el rebaño sagrado ayer ganó otro título venga usted portando la camiseta. Allí estaba el maestro universitario poniendo una santa madriza de chiva de corazón a esa alumna. Le dijo a boca de jarro
Sin mamadas. Sin parangón. Con una orden seca, imperativa, como quien está acostumbrado a intimidar con una voz entre dientes y unos ojos fulminantes. Que huevos de cabron doctor! Allí estaba el doctor dando cátedra de lo que es tener amor al equipo pues apoya a dicho equipo desde los sesentas. Que pinche sustote que le dio. Le vio con unos pinches ojos de rebaño sagrado que pa que les cuento. Allí estaba una alumna de camisa de las Chivas estudiante de licenciatura en derecho frente al doctor en derecho que festinando el triunfo de su equipo de corazón vestía playera rojiblanca del rebaño sagrado, pantalón de vestir y zapatos tenis. Había dejado atrás la formalidad de los trajes que viste todos los días, una camisa, zapatos de vestir y una camisa a juego incluso los fines de semana , pero ese día era distinto, un día antes su equipo favorito había triunfado con determinación otra vez más, luego entonces dejo para otra ocasión los zapatos de vestir, la camisa y la corbata. Pero allí enfrente tenía a una alumna. La alumna más fea de ese grupo. Fea con F mayúscula. Fea hasta su puta madre. En este país hay muchas mujeres así. Los demás alumnos aplicados estaban con su risita contenida, había que, como diciendo ” que metida de pata” , otros, porque otros tenían los huevos atorados en la manzana de la garganta
Una alumna que queriendo ganar la simpatía doctoral del doctor chiva de corazón vistió una camiseta del rebaño sagrado que inmediatamente le saco una tarjeta roja como si de un juego de fútbol se tratara con el argumento de que no era merecedora de portal tal camiseta pero además por querer verle la cara al doctor mas chiva de corazón. Un murmullo corría de boca a oreja a boca, de la entrada al fondo de la facultad de derecho, convidando la información. Según se contada en los pasillos universitarios, el doctor en derecho del rebaño sagrado había dado diez puntos a la más bonita de la clase por ser tal cual, muy bonita, nariz recta, exacta, su boca, unos ojos enormes verdes bonito como el de los gatos , unas pestañas enormes, ademas el leve perfume que se echaba en su cuerpo , elegido con bien gusto pero además de portar muy bien la camiseta sagrada rojiblanca. Le había dado solamente un punto pero reconsidero que en lugar de un punto le iba a dar diez puntos a esa alumna de cinturita breve que daba a los alumnos y maestros docentes un agasajo visual , salvaje, de brutal belleza. Crean o no lo crean, así lo contaban en esos pasillos universitarios, tanto que ya no era exclusividad de la facultad de derecho, sino de las facultades vecinas de conta y psico, que estaban muy pegaditas pero que con todo y estar muy pegaditas no tenían las mismas características porque la de derecho era la de los de la clase alta o de los que querían ser así o que anhelaban hacer política o vivir de burócratas porque no es lo mismo vivir de burócratas que vivir de la política, pero les contaba que así lo contaban en los pasillos o hasta con un poquito de más, vaya ustedes a saber , no lo tomen tan al pie de la letra , cuál es la verdad , no hay, nunca se sabe cuándo uns cosa es cuento y cuando otra cosa es verdad. Hablando de verdades no tienen ustedes idea de lo bella que eran las nalgas de la estudiante esa que se rumoraba que le habían otorgado diez puntos por portar tan bien la camiseta del rebaño sagrado. Una camiseta tan bonita pero tan bonita que portada por una alumna de iguales condiciones nomas de verla se le paraba muy doctoral al doctor en derecho y a otros compas doctores y no doctores que para que les cuento, les salía tan natural, era una alumna cachondisima al caminar, a cualquiera se le iban los ojos con el bamboleo que resbalaba de la breve cintura a la amplitud de las curvas de sus caderas. No están ustedes para saber que las nalgas de esa alumna eran impresionantes , que jamás ojos de macho doctoral universitario hayan visto por esos pasillos universitarios del buen vestir y del buen decir en estricto sentido.
Escribe: Augusto Sebastián