jueves, noviembre 21, 2024

De cómo hay gente que de lengua se come tres platos Por si no lo sabía…

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Muy buenos días estimad@ y estimable lector o lectora. No recuerdo un ciclo en la vida de mi abuelita en que le hubiera dado por decir a diario, una nueva tontería. Y mire usted que mi viejita no es ninguna perita en dulce; sabe pelear y defenderse, pero con una agudeza que da miedo. Si así ocurriera, no quedaría más que llevarla con el loquero para que le ajuste los tornillos. Pero una cosa es mi abuelita y otra la autoridad.
Por ejemplo, si me topara con una policía cualquiera y como no queriendo me diera una cachetada, al llegar ante el MP no podría decir que actuó sólo como una señora ofendida porque creyó que la vi feo; ¡de eso nada! Ella no sólo es más fuerte que una servidora, sino que está entrenada para contener la violencia ajena; puede atacar, incluso, utilizando las armas que trae consigo: gas mostaza o tolete, pistola o arma de choque. En fin que los policías no pueden renunciar a lo que saben y portan. ¿Se imagina usted que un ciudadano de a pie se peleara con un Fiscal? ¿Que esta autoridad tuviera un rencor con uno, un agravio cierto o imaginado y fuera con toda su fuerza contra un ciudadano común? De más estaría decir que esa persona solita y su dedo terminaría en alguna cárcel del país muy olvidada. Y no se me asusten, querid@s lector@s, como dice mi abue, estas cosas pasan y suceden. Aún en tiempos actuales.
Ahora, imagínese usted que esa persona es nada menos que un gobernador o el mismísimo presidente de la República (escribo la palabra con alta porque creo en el sistema republicano, democrático y en la clara división de poderes). Pues, demás está decir que en estos casos hay que poner mucha atención en lo que la autoridad cree, piensa y hace, mucho más en lo que dice porque las palabras son ideas y las ideas forman doctrina; mueven masas y transforman la realidad. Además, nos traslucen.
Por razones personales y de vida casi he perdido la fe en lo que alguien dice; ahora oigo, pero veo al mismo tiempo los hechos. Si un marido declara que eres el amor de su vida y sale con la vecina, obvio, no queda nada qué hacer ahí; aunque el amor, la fe puesta en la relación y los años gastados juntos hagan de tirabuzón para aferrarse y seguir creyendo que las cosas volverán a su cauce. Y es que ¿sabe usted?, la gente no cambia su esencia. Puede, sí, actuar de otra manera por un tiempo, sin embargo, la naturaleza, el alma, lo profundo, no varían. Es como una bomba de tiempo que tarde o temprano estallará si se dan las condiciones.
El poder, que se parece mucho al exceso de confianza en una relación, es uno de los accidentes de la vida que precisamente revelan el espíritu profundo de un ser humano. El poder hace brillar a los espíritus fuertes y visionarios, pero a los vulgares y pedestres no les sacará brillo; al contrario: al primer ventarrón mostrarán lo peor de sus “pordebajos”. No hay nada menos afortunado que ser un orador adocenado y empeñarse, porque se puede, en hablar e ir de torpeza a gansada todos los días. ¿No me cree? Hoy se “finó” a un maestro periodista (Joaquín López Dóriga) confundiéndolo con Jacobo Zabludovsky. Digo, ¡hay muchos años de distancia! Sin embargo, Freud debe estar revolcándose de risa en su tumba, por este y otros actos fallidos que el primer mandatario comete cada día.
Lo mismo confiesa el delito de hurgar en los ingresos de un civil como Loret de Mola, que omite indagar en los de sus familiares. Bueno, hasta de mantenido tachó a su vástago José Ramón, al anunciarnos que la rica era su nuera; entonces qué, ¿lo mantiene? Y ni hablemos que se burla del derecho de réplica, que debe ser preciso y conciso: por ejemplo, podría decir que quien aparece en el video recogiendo los dineros que le enviaba el ex gobernador de Chiapas para sus campañas, se parece a su hermano, pero no es Pío. Y cuando acusan de corrupto a su secretario de Energía, puede decir que sí, lo fue, pero que ya algún obispo le perdonó haber ordenado una ejecución en el pasado, y también le han perdonado la caída del sistema y hasta que hoy cumpla 86 años sirviendo obsequioso al poder en turno. Lo mismo arremete contra Panamá por no querer al personal diplomático que le envía, que contra Austria por preservar un tesoro indígena que fue un regalo a ese país, con EEUU porque se preocupa por el asesinato de periodistas en México, o pone en “pausa” las relaciones con España de manera unilateral.
No se diga más: cuando mi abuelita empiece a decir tonterías a cada minuto y se meta con todos los vecinos, será hora de ponerla bajo reserva y en atención inmediata con un especialista. Ojo.
Escribe Guadalupe Elizalde
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