Buenos días estimd@s y estimables lector@s. Esperando que todas y todos se encuentren bien de salud y ánimo, procedo a abrazar desde la distancia a las mujeres que, junto con sus hijas o familia reflexionaron acerca de lo que significa ser mujer en este mundo y a estas alturas de los siglos; mujeres, en este país con sus rezagos, menosprecio y ninguneo a nuestras causas. Abrazo, sobre todo, a las mujeres pertenecientes a algunas etnias del país, que aún deben soportar maltratos o humillaciones debidos a sus usos y costumbres.
Mundo sin duda violento en el que nos ha tocado vivir, comenzando por el conflicto entre Rusia y Ucrania, causante de la ruina moral de Vladimir Putin ante el mundo. “Para lo que le importa”, opina mi abuelita. Mas, quien esto escribe cree que sí le pegan las “derrotas” y las críticas adversas a un hombre como Putin. Ignoro si usted, amable lectora/or, ha visto las fotografías que a lo largo de su vida ha atesorado este hombre; éstas hablan por sí mismas: Vladimir sobre un corcel pura sangre en la estepa rusa; él mismo nadando en aguas congeladas; manejando lo mismo motocicletas ultra modernas que autos de carrera; cinta negra en Judo y en Sambo y ex jugador de Hockey. Putin pareciera perfecto en todo y me pregunto: ¿Qué cubrirá con esa perfectura? Obvio, un ser imperfecto con un yo pequeño y un ego inmenso. ¿De dónde viene ese yo pequeño? Pues de una infancia desgraciada en la cual sufrió abandono, hambre y una total falta de afecto por parte de sus padres, quienes perdieron dos hijos anteriores. A su hermano lo adoraron y aun así tuvieron que darlo a un orfanato. Cuando a las pocas semanas ese niño murió, el padre, que cojeaba por heridas de guerra, tomó un martillo y con éste golpeó su mano hasta dejarla inutilizada. Cojo y manco bien poco pudo hacer para ganarse la vida en una Rusia que se moría de hambre. A este afán autodestructivo del padre, se sumó una madre profundamente depresiva. Ambos se habían prometido que “nunca más volverían a amar a un hijo, si les llegara”. Y lo cumplieron. Se nota en ese hombre que quiere brillar para ser “querido” o “temido”, porque no cabe duda de que Putin es un hijo de la calle y por ende de la ventaja y la alevosía.
La pregunta a hacerse es: ¿Cómo le afectará esta crítica mundial en contra? ¿Sacará las agallas para un ataque asesino final contra Ucrania? ¿Tomará el riesgo de pasar a la historia por haber desatado una conflagración mundial? ¿Realmente se siente suficiente como para mostrar cierta “humanidad”, cierta piedad por una nación que hoy por hoy se siente menos rusa?
¡Qué desgracia para cualquier nación caer en manos de un loco, o al menos de ciertos seres desequilibrados cuya única vía de reivindicación de un pasado infortunado es el poder! Y como dice mi abuelita, en esta era “pululan; hasta parece que los premian”.
Brinquemos a otro tema sin salir del anterior y vayamos a Querétaro, para revisar sólo una parte de la violencia que ahí se generó durante el partido contra el Atlas. Primero que nada, me uno a quienes han pedido disculpas a las víctimas y a las familias que fueron a gozar de las primeras salidas que podemos hacer como grupo familiar. Segundo: no sé qué pasa por la cabeza de quien(es) agreden con saña criminal a quien ya está inconsciente en el suelo, pero normal, no es. También llamaba la atención la inacción de las policías municipal y estatal; luego entendí que los hechos los rebasaron… Pero lo que sí fue rarísimo es un cuerpo de policía privada abriendo una reja que soltó los demonios contra las barra del Atlas. Ante esto una no puede calificar los hechos de incidentales… Y no falló el instinto: por fin salió a la luz algo que flota en muchas de estas trifulcas: los líderes de la venta de drogas, los que controlan el comercio de alcohol en los estadios y que harán lo que sea para evitar que esto se conozca y sus nombres salgan a la luz. En Querétaro, no sólo las madres entregan a sus hijos delincuentes (la señora debe estar cansada de su vástago), sino que líderes mafiosos de más de 20 años liderando barras bravas, cayeron. Bravo y gracias al gobierno de Kuri, en nombre de la ciudadanía.
Escribe Guadalupe Elizalde
Mundo sin duda violento en el que nos ha tocado vivir, comenzando por el conflicto entre Rusia y Ucrania, causante de la ruina moral de Vladimir Putin ante el mundo. “Para lo que le importa”, opina mi abuelita. Mas, quien esto escribe cree que sí le pegan las “derrotas” y las críticas adversas a un hombre como Putin. Ignoro si usted, amable lectora/or, ha visto las fotografías que a lo largo de su vida ha atesorado este hombre; éstas hablan por sí mismas: Vladimir sobre un corcel pura sangre en la estepa rusa; él mismo nadando en aguas congeladas; manejando lo mismo motocicletas ultra modernas que autos de carrera; cinta negra en Judo y en Sambo y ex jugador de Hockey. Putin pareciera perfecto en todo y me pregunto: ¿Qué cubrirá con esa perfectura? Obvio, un ser imperfecto con un yo pequeño y un ego inmenso. ¿De dónde viene ese yo pequeño? Pues de una infancia desgraciada en la cual sufrió abandono, hambre y una total falta de afecto por parte de sus padres, quienes perdieron dos hijos anteriores. A su hermano lo adoraron y aun así tuvieron que darlo a un orfanato. Cuando a las pocas semanas ese niño murió, el padre, que cojeaba por heridas de guerra, tomó un martillo y con éste golpeó su mano hasta dejarla inutilizada. Cojo y manco bien poco pudo hacer para ganarse la vida en una Rusia que se moría de hambre. A este afán autodestructivo del padre, se sumó una madre profundamente depresiva. Ambos se habían prometido que “nunca más volverían a amar a un hijo, si les llegara”. Y lo cumplieron. Se nota en ese hombre que quiere brillar para ser “querido” o “temido”, porque no cabe duda de que Putin es un hijo de la calle y por ende de la ventaja y la alevosía.
La pregunta a hacerse es: ¿Cómo le afectará esta crítica mundial en contra? ¿Sacará las agallas para un ataque asesino final contra Ucrania? ¿Tomará el riesgo de pasar a la historia por haber desatado una conflagración mundial? ¿Realmente se siente suficiente como para mostrar cierta “humanidad”, cierta piedad por una nación que hoy por hoy se siente menos rusa?
¡Qué desgracia para cualquier nación caer en manos de un loco, o al menos de ciertos seres desequilibrados cuya única vía de reivindicación de un pasado infortunado es el poder! Y como dice mi abuelita, en esta era “pululan; hasta parece que los premian”.
Brinquemos a otro tema sin salir del anterior y vayamos a Querétaro, para revisar sólo una parte de la violencia que ahí se generó durante el partido contra el Atlas. Primero que nada, me uno a quienes han pedido disculpas a las víctimas y a las familias que fueron a gozar de las primeras salidas que podemos hacer como grupo familiar. Segundo: no sé qué pasa por la cabeza de quien(es) agreden con saña criminal a quien ya está inconsciente en el suelo, pero normal, no es. También llamaba la atención la inacción de las policías municipal y estatal; luego entendí que los hechos los rebasaron… Pero lo que sí fue rarísimo es un cuerpo de policía privada abriendo una reja que soltó los demonios contra las barra del Atlas. Ante esto una no puede calificar los hechos de incidentales… Y no falló el instinto: por fin salió a la luz algo que flota en muchas de estas trifulcas: los líderes de la venta de drogas, los que controlan el comercio de alcohol en los estadios y que harán lo que sea para evitar que esto se conozca y sus nombres salgan a la luz. En Querétaro, no sólo las madres entregan a sus hijos delincuentes (la señora debe estar cansada de su vástago), sino que líderes mafiosos de más de 20 años liderando barras bravas, cayeron. Bravo y gracias al gobierno de Kuri, en nombre de la ciudadanía.
Escribe Guadalupe Elizalde