Saludos emocionados a las y los lectores de este espacio de opinión. Deseo que este año nuevo les traiga salud, trabajo, oportunidades, alegrías, evolución espiritual y paz interior. Estoy convencida que si logramos construir este ambiente en nuestro entorno muy pronto lograremos “coronar algunas reinas” en nuestro tablero de vida. Por otro lado, cuídese usted mucho, porque la pandemia en China está fortísima, y he leído que cuando este virus ataca masivamente es que estamos ante otra mutación para la cual no estamos protegidos. Ante la ausencia de las vacunas bi o polivalentes que ya se manejan en otros países, como en EEUU, las sociedades con menos oportunidades de salud preventiva, como es el caso de México, ya sabemos cómo protegernos físicamente: acudir a sitios ventilados, ejercitar la distancia social y el uso de un cubrebocas efectivo que frene el tránsito del virus de una a otra persona. Hagamos lo posible para evitar el contagio o nos veremos recluidos de nueva cuenta, con los desastrosos efectos que sobre las personas y la economía nacional conlleva este estado de privación social. Si cree que exagero, busque o pida que le muestren las imágenes de los hospitales en China.
Abrimos el año 2023 con más acciones de violencia en varios estados del país, pero sin duda el hecho que más llamó la atención fue la fuga de 30 internos del penal número tres de Ciudad Juárez, Chihuahua.
Y no es de extrañar: el caso en sí encuadra varios detalles que, separados, nos muestran en un universo micro lo que está sucediendo en la mayor parte del país. El “crimen organizado” está dispuesto como las grandes empresas. Dentro de éste es muy importante contar con delincuentes especializados: vendedores de drogas, unos en robo, otros en secuestro, en cobros de piso, otros más en el sicariato que cobra tantas vidas en México. Los sicarios son asesinos a sueldo; delincuentes que ya no guardan ninguna empatía con otros seres humanos, ni sienten vergüenza por los actos cometidos. Es más, me atrevería a afirmar que el ambiente de violencia dentro del cual sobreviven, les ha absorbido la personalidad humana de paz, si es que algún día la sintieron o experimentaron. Por eso, un comando de 30 matones pudo entrar a fuego abierto al penal # 3 en donde asesinaron
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a los guardias (10) y a 7 internos. Según las investigaciones hechas alrededor de los actos violentos o ataques intraespecíficos (contra la propia especie), un ataque se da naturalmente para controlar la violencia del otro, o para hacerle desistir de sus intenciones agresivas. También, los ataques se dan entre grupos que son antagónicos y raramente contra quienes no presentan algún riesgo de muerte. Aquí no se cumplieron estos supuestos. Los guardias debieron de convertirse en enemigos desde el momento en que no aceptaron sobornos; pero los presos, teóricamente, eran sus iguales, a no ser que en medio de la trifulca hubiera podido, -el comando armado- distinguir entre los presos a quienes eran sus enemigos afuera.
Esto se escucha como una locura, pues si alguna malfunción tuvo alguno con los “mexicles” o su sanguinario líder, Ernesto Alfredo Piñón de la Cruz, El Neto, debió de estar escondido hasta el último rincón del penal donde no lo encontraran ni sus amigos, si es que puede haber amistad entre delincuentes. Porque se sabe de “lealtades” que se mueven más por la conveniencia mutua.
Lo profundo en estas bandas es el miedo, lo que convierte a un ser humano en un asesino; es la búsqueda del placer inmediato, del poder y del dinero. Fuera de eso, nada existe como aspiración.
Ahora, una vez que hablamos de estos seres humanos (cientos de miles den el país), vamos a las condiciones que crean en ambiente o caldo de cultivo en el cual se desarrollan. Quien trabaja del lado de la LEY, se opone a éstos y los convierte en enemigos. Si existe impunidad y aumentan las aprehensiones en cárceles que están básicamente abandonadas, tiene usted, afuera, la impunidad; dentro, la misma que dan los jueces que los sueltan, los fiscales que no integran las averiguaciones previas; custodios mal pagados, amenazados, cooptados o asesinados. Penales con lujos excesivos junto a presos que carecen de los básico. Ah, y ese cuestionable derecho a vivir, a gozar de la cercanía de los suyos que –ojalá- fueran familiares con cierto grado de moralidad. Pero no, se quedan cerca de los delincuentes a quienes pertenecen (como los esclavos) o a los que dirigen. Súmele que el gobierno federal no les mete dinero y revuelve reos de ambos fueros y aquí tiene el triste resultado.
Escribe: Guadalupe Elizalde