Muy buen día tengan las lectoras y lectores de este espacio semanal. El día de hoy vamos a dedicarlo a una especialidad literaria que pocas veces aparece en los medios masivos de comunicación, a no ser que se trate de un espacio cultural dedicado a la expansión del saber. He leído cualquier clase de artículos y escuchado opiniones diversas acerca del recién aparecido libro de la periodista Elena Chávez, “El Rey del Cash”, de Editorial Grijalbo. Hay voces para lo que usted “necesite”: enteradísimas, gustosas y furibundas; como en botica, hay de todo. Pero ¿cómo debe leerse El Rey del Cash? Ah, eso depende. Hay una frase excepcional del genial Lichtemberg: “Cada libro sigue la suerte de su lector”, es decir, entre más la inteligencia y la sagacidad del receptor, más dan los libros a quien los lee. Primero hay que definir el estilo de ese libro (muy bien escrito). Se trata de un texto testimonial. Un testimonio es la declaración en la cual se asegura, afirma o niega una determinada cuestión. En el caso de un juicio legal, el testimonio es una de las pruebas que aporta al Ministerio Público y a la Fiscalía una impronta necesaria, porque proviene de alguien que estuvo presente y miró los hechos. O sea, el testigo acerca al juez a una escena en la que no pudo estar presente. También, el término testimonio expresa prueba, justificación de la certeza o la existencia de algo. Se trata de un instrumento que da fe de un hecho. Una vez aclarado el género, pasemos a la autora. La periodista Elena Chávez González es una profesionista egresada de la escuela Carlos Septién García, o sea, de ningún escuela “patito”. De acuerdo con su nota biográfica, también es activista por los derechos de los animales; una mujer reconocida por quienes compartimos sus ideales de un buen trato a nuestras mascotas, compañeras de vida. Esto ya habla muy bien de ella y sus sentimientos. Desde hace más de 11 años creó la organización “Ángeles Abandonados” en defensa de sus derechos, con lo que busca “acabar con la crueldad contra los animales no humanos y desmantelar los grupos que explotan como modus vivendi”, explicó. En cuanto a su trayectoria, compartimos al menos un medio: Ovaciones, donde fungí como directora del suplemento cultural por 4 años. Ella, además, ha trabajado como reportera de los diarios Excélsior y Unomásuno. Estuvo en el área de comunicación social en el Senado de la República, en 1996, y en el gobierno federal, en 1997, durante el sexenio del expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
De 2001 a 2014 se integró al gobierno de la Ciudad de México como servidora pública, durante el sexenio de López Obrador y Marcelo Ebrard, así como durante dos años con Miguel Ángel Mancera. En 2016, se convirtió en diputada constituyente de la Ciudad de México por el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Lea usted: tampoco se trata de ninguna mujer que no haya luchado, experimentado al gobierno de cerca o desconocido lo que ahí ocurría. Es una buena testigo, ni qué negarlo. (Nota: testigo es una palabra, por su origen, masculina, porque viene del vocablo testículo).
El libro, al menos, responde a los interesados una pregunta que nos hemos hecho desde hace años, duda que nos respondíamos a medias: ¿De dónde salía todo el dinero que una persona requiere para mantenerse en acción, junto con hordas de seguidores, durante 18 años y sin trabajar? ¿Cómo fue y qué sucedió después de la ruptura entre Andrés Manuel y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano? Porque esa agresión yo puedo atestiguarla también; yo vi al grupo que salió de la nada para insultar al Líder Moral de la izquierda, por lo menos a la salida del PRD, partido que Andrés Manuel no ayudó a fundar pero sí a destruir. Curiosa la frase: “La plaza purifica”. ¿Le alcanzará la plaza para calmar sus demonios? Eso sí, el libro da un retrato muy interesante de los caracteres y minucias sicológicas de las personas actoras de este pasaje de un gobierno más de México. Su enojo frecuente ante los opositores; el discurso del caudillo repetido una y otra vez. Ese detalle muestra hasta dónde un sujeto desea imprimir en la conciencia de sus seguidores cómo hay que entenderlo y recordarlo. Es el ejemplo más claro del “divide”, y quien necesita dividir necesita un terreno débil. ¿Cómo reaccionaría ante la “traición” de sus seguidores? Los periodistas tienen ahora hechos para comenzar una investigación a fondo.
Escribe: Guadalupe Elizalde