Don Marciano, hombre estricto y cabal como el que más, ya en la senectud contrajo nupcias con una mujer jóven para que le calentara la cama y poder presumir su machismo como medalla, al pasear de su brazo por el pueblo. Pero resulta que Marcela, su mujercita, ya tenía cría de otro varón: Romualdo, niño inquieto y vago, no hecho para acatar reglas ni obedecer. Sin embargo don Marciano se propuso encauzarlo como si de su propio hijo se tratara; para ello le comisionó responsabilidades como encargarse de la tienda. Un día llegó a checarlo pero no lo encontró por ningún lado, algunos clientes protestaban y se apresuró a atenderlos pero la ira empezó a posesionarse de sus pensamientos. “ Condenado chamaco, ya se fue de vago abandonando la tienda, pero en cuanto lo vea me las pagará . . .” pensó para sus adentros. Esperó y esperó, pero este no apareció. “ De seguro está con sus amigos igual de vagos, jugando canicas, ya verá . . .” En eso llegó su compadre Eulogio, al cual encargó la tienda y lleno de furia fue a buscar al chamaco dónde sabía se reunían sus amigos. Divisó de lejos al grupo. Se encaminó poniendo su peor expresión para asustarlo, llegó empapado en furia, al verlo de espaldas lo agarró a la fuerza y lo arrastró a la tienda. Este protestaba dando chicos alaridos. Asustados observábamos la escena, de pronto lo vimos regresar con el escuincle. “ Nos va a regañar el muy cabresto “pensamos y nos hicimos a un lado. Dejo al chiquillo dónde lo había tomado, se encaminó solo a su tienda y regresó con un manojo de dulces en ambas manos, los cuales nos aventó como bolo o aguinaldo de piñata. “ Tomen, tomen niños, pero no digan nada de lo que vieron. Me equivoqué de escuincle, este no es mi Romualdo, perdón “. Y se regresó a la tienda con la cola entre las patas.( basado en una anécdota real que me contó José Luis Hernández Peña )
Escribe: Fernando Roque