Uno cree que la muerte es el descanso eterno, la solución a todo y no sé qué tan de cierto sea esto, cada quién decide cómo ve, de acuerdo a sus creencias esta etapa final de la vida, pero hasta para morirse hay que tener orden y sobre todo que quienes quedan para entregar a la tierra a su familiar tenga cuidado a quién confía este trance doloroso e inesperado.
Esta semana ocurrió algo inesperado y que me dejó una reflexión, enojo, dolor e impotencia, el día martes me avisan que fallece un familiar cercano, acudo al Hospital General de San Juan del Río y nos informan que mi familiar está clínicamente con muerte cerebral, que no hay nada que hacer, su corazón sigue latiendo pero su cerebro está apagado, después de recibir desplantes de los guardias, la indiferencia de los médicos y demás personal se nos hace saber que si estamos dispuestos a la donación de órganos, por supuesto que se aceptó la propuesta, nos mandan a todos los familiares a descansar y nos dicen que el cuerpo será entregado a la familia el día jueves ocho de junio de dos mil veintidós, al día siguiente una nota publicada por Voz Imparcial y como autor un pseudo periodista llamado Alejandro Rodríguez dice “Revive” mujer que dieron por muerta en SJR ¿negligencia?
Leer esta noticia nos conmocionó a toda la familia, ya se había avisado a demás parientes y amistades, se había visto ya lo del sepelio y se dice que “revivió” no se imagina el autor de la nota lo que causó a la familia, nos culpábamos de haberla dejado sola, fue un shock regresar al hospital y saber que seguía conectada, que su corazón seguía latiendo, pensar en una negligencia por parte de los médicos era una duda que se había sembrado. Después de pasar mucho tiempo en el hospital por la tarde-noche se informa que había entrado en paro y que finalmente había muerto, ¿una segunda muerte? La familia no quiso entablar una acción legal, así que aceptó la parte médica dada por el personal que atendió a la persona afectada, pero ahí no paró el peregrinar de mi familiar, como era muy tarde, nuevamente nos fuimos a descansar y dejamos ahí el cuerpo sin vida. Pidiendo a Dios que no ocurriera otra noticia como la anunciada.
El día de hoy, nueve de junio es el cuarto día del peregrinar de mi familiar, se acudió a tramitar el acta de defunción y otra escalada antes de retornar a su domicilio para ser velada, como no tenía acta de nacimiento “nueva” no se podía entregar el documento, esta persona fallecida no está registrada en este municipio, a pesar de que sus padres son originarios de aquí, se pidió a los encargados del Registro Civil que el acta actualizada no estaba en el sistema por ello no se podía obtener en el registro de foráneos, desde las ocho de la mañana hasta la una de la tarde fue un desgaste obtener el documento, después de tantas barreras, se obtuvo el acta para retornar los pasos al hospital para que mi familiar saliera de ahí y regresara sin vida al hogar que dejara el día lunes, que no volverá a ser el mismo, faltará el ama de casa, la madre, la amiga, la vecina, un ser humano importante, sus cosas están ahí, tristes, ausentes. Sus hijos no volvieron a escuchar la voz de su madre, nadie entiende porque pasó, así es la muerte, traicionera, cizañosa, tan cruel que hasta molesta.
Por ello, vivamos esta vida que hoy tenemos, dejemos atrás los rencores, las malas caras, buscar culpables donde no los hay, reconocer en qué estamos fallando, ver el lado bonito de estar vivos, aprender a perdonar, perdonarnos por las veces que damos prioridad a otras cosas menos a nosotros mismos, cuidar lo que tenemos, a quién tenemos, amarnos para amar a los demás, dejar las culpas, los miedos, los rencores, la luz que somos, en un momento se vuelve oscuridad. Y mi reclamo a esos periodistas que sacan una nota sin cerciorarse si es verdad, pónganse en los zapatos de los otros, tengan ética, responsabilidad y no se ostenten bajo el nombre de un medio de comunicación y difamen sin saber a quienes lastiman y dañan con su falsa información. Tengamos en orden hasta el mínimo papel que nos da identidad, para no seguir peregrinando con nuestros familiares después de haber dejado esta vida.
Escribe: Lorena Reséndiz