domingo, noviembre 24, 2024

Jurgen Habermas: el mundo es el peor de los posibles, el hombre es un caos

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El segundero engulle los momentos donde conciencia e inconciencia se reflejan bajo dualidades únicas. El decir y el pensar es uno, lo mismo. Jurgen Habermas en su ensayo Nuestro breve siglo muestra el paso vertiginoso del presente: luchas, guerras, tecnología, ciencia, revolución, desarrollo demográfico, crecimiento inverosímil a nivel industrial y decadencia democrática.

La poderosa saturación tecnológica es paralela al tiempo que recorre el milenio. El mundo y la vida a diario se ven impactados por el conocimiento en diferentes plataformas; paradójicamente la sociedad es más ingenua, estupida e ignorante; tal vez, por placer, por apatía, o mecanismos que a ciertos sectores les parecen más convenientes que sigan así. La toma de conciencia es un tema alejado, la preocupación del dónde estamos parece una perdida de tiempo, la posición desinteresada de la transformación de una sociedad y un mundo que cae parece una posición cómoda. La postura es la siguiente: el mundo es el peor de los posibles, el hombre es un caos, no hay por qué buscar nuevas vías, al final, todo se irá al abismo.

El precipicio del mundo moderno y el espíritu del mismo están por tocar fondo. La ineficacia de la democracia, el fantasma del totalitarismo y la injusticia de los tratados económicos no son más que un colofón de un Estado que está coludido por personajes que desarticulan y lactan de él hasta más no poder. A ello, agregamos la supremacía otorgada hacia magistrados y jueces donde cabría decir que nuestra libertad está amenazada por delincuentes y secuestrada por los mismos.

La democracia no sólo se ejerce el día en que la sociedad sale de sus casas a votar sino que es todo un conglomerado de articulaciones entre la gente que vota y el que va ser votado, sin una posible presunción y engaño de lo antes mencionados. A su vez, con una población consciente y educada para elegir a su gobernante; y por supuesto, sin los mecanismos que encubran y vislumbren situaciones quiméricas de un propósito infringido.

La exigencia de una sociedad bajo sus particulares problemáticas, demandas, e histéricas situaciones debe de ser una posición frontal, no solamente en tendencias pacificas sino en ciertos grados de radicalidad. Los lineamientos revolucionarios podrían socorrer la situación en que nos vemos hundidos, es prudente estar alerta para no caer en vacíos que más y más desgarren el contexto miserable. Cabe aclarar que la diferente situación de los pueblos es particular y singular, ya que a cada sociedad le compete transformar su propia situación. No todos los escenarios son iguales, ni parecidos, ni remotamente similares. Cada circunstancia es completamente diferente, no hay soluciones universales, ni a través del lenguaje, ni racionalmente, ni telepáticamente. El mundo se forja a través de los soñadores que todavía creen que hay esperanza aunque no lo parezca y la revolución aún puede ser el método.

Escribe: Abraham Cortés

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