Exhalando polvo prende el verano
con frágiles respiros de aureola,
bajo un eco tímido enloquecido,
desafiante al tacto de la risa.
El abecedario engendra trece letras
-le asignan su ventura, su desvelo-,
acuestan su plumaje en el borde del universo.
El rocío embriaga suavemente sus raíces,
consume el pecado fértil
para abrazar los rumores del espejo.
Escaleras débiles con serpientes ciegas,
provocan caídas, pasos noveles con rubor.
En el ensayo del placer,
se inscriben rastros para acoger naufragios,
entre escombros de recuerdos.
Arturo Hernández