jueves, abril 18, 2024

México necesita un presidente

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En la historia moderna de nuestro país hemos tenido presidentes de la república de todo tipo y se les recuerda por sus acciones buenas o malas, desde Juárez hasta Peña Nieto. Al primero por su guerra de Reforma y separar la iglesia y el Estado; a Porfirio Díaz por permanecer con intervalos, treinta años en el poder; a Elías Calles por mano dura contra los cristeros, al general Cárdenas por la expropiación petrolera y reparto de tierra a los campesinos; a Díaz Ordaz por masacrar a los estudiantes, a Fox por sacar al PRI de los Pinos, y así hasta Peña Nieto, a quien por negociar la entrega del poder a la 4T, a pesar los actos de corrupción en su gobierno, no ha pasado de ser acusado mediáticamente por López Obrador (y los ingenuos, claro) para cubrir las apariencias, o como se dice en mexicano, “para taparle el ojo al macho”.

Hemos tenido, pues, presidentes buenos y malos, pero donde de plano tocamos fondo fue con la llegada del presidente Andrés Manuel. Mis calificativos no son de mala fe, ya que resulta indignante, monstruoso e inaudito todo lo que sucede a partir de que tomó posesión como presidente de México. Con eso de que hay que repartir abrazos, no balazos, y no hay que combatir la violencia con violencia, sino poniendo en libertad a los delincuentes, la inseguridad pública está incontrolable. La economía está por los suelos, con importante decrecimiento, desempleo e incremento de la pobreza.

En salud, el gobierno tiene uno de sus peores fracasos debido a su gran ignorancia. Eliminaron el Seguro Popular sin antes haber consolidado el Insabi y las compras consolidadas de medicamentos por el IMSS, dejando sin servicios de salud y sin medicamentos a millones de mexicanos, a pesar de que el presidente y su 4T arrasaron con todos los recursos de los programas más importantes de infraestructura básica, fondos y fideicomisos y hasta el dinero que los anteriores gobiernos destinaban para la compra de medicamentos de personas con enfermedades crónico degenerativas; hipertensión, diabetes, cáncer, etcétera.

En la lucha contra la pandemia, México ocupa el lugar 97 de 98 países evaluados por el Instituto Lowy de Australia por su desempeño contra el covid, promover la idea de que no es necesario el cubrebocas y la sandez de afirmar que nos niños mueren poco, que no hay evidencia científica de casos de enfermedad en México ni en el mundo a pesar de que los haspitales están a su máxima capacidad, llegando al absurdo de negarles por orden federal, recetas a los padres de niños con cáncer para adquirir por su cuenta los medicamentos oncológicos que se ha negado a comprar el sector salud, como denunció en Veracruz y cuatro entidades más, la Asociación Campeones de la Vida NR AC (Nariz Roja).
El 10 de agosto esta Asociación compartió en sus redes sociales una grabación donde se escucha el diálogo entre varias mamás de niños con cáncer y un médico del Hospital Infantil de Veracruz, donde afirma que tienen “prohibido desde México” expedirles recetas para que consigan los medicamentos oncológicos para sus hijos, situación que resulta criminal, por la que merecen ser denunciados penalmente. Les niegan los medicamentos y les niegan la posibilidad de que los compren por su cuenta y eso es torturante para los niños y para sus padres. “No puede entrar ningún medicamento que no compre el hospital”, les dicen.
¿De verdad el Insabi no tiene medicamentos? ¿Y entonces, para qué sirve? Y si no los tiene, ¿por qué negarles las recetas a los padres para que los compren y evitar el deterioro de la salud y muerte de los niños? ¿Es que el Insabi tiene la exclusividad con las farmaceuticas para comprar los medicamentos del sector salud? De ser así, salió el peine… “los benditos moches”, que no son nada descartables a pesar de que dicen “no ser iguales que los del pasado”, como quedó demostrado en una investigación periodístaca, la venta de insumos en el Hospital Balbuena de la Ciudad de México, en la que paricipaban desde hace mucho tiempo, el director y el jefe de Ortopedia. México necesita un presidente, no un “macuarro”.
Jerónimo Gurrola Grave
[email protected] <[email protected]>x
@jgurrolag1

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