sábado, mayo 4, 2024

Por si usted no sabía…   ¿Adoramos a otro becerro dorado?

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Buenos días y excelente miércoles deseo a todas las personas que hacen el favor de leernos y hacernos llegar su opinión; esta es y siempre será invaluable. Este día 25 y por tratarse del mes de octubre y sus últimos días, coloca la mente en la sintonía del Día de Muertos. Aquí en su casa, mostramos a los pequeños la forma de guardar las tradiciones y su significado, para que vayan entendiendo lo transitorio de la vida; cuáles son los valores en los que debemos poner atención, y cuáles las cosas y cuestiones secundarias que no tienen por qué atarnos el alma y la vida a este mundo tan finito.

   Creo que todos los humanos de conciencia tenemos el corazón hecho una pasa por las imágenes que llegan y los acontecimientos que se suceden en Oriente próximo. Quienes deberían tener el sistema nervioso de puntas tratando de encontrar la solución a un conflicto bélico de años, se han visto lentos por la cantidad de vidas que están cobrándose diariamente. Quizá lo que más enoja es la propaganda de ambos grupos, porque por más razón que tengas no se vale utilizar a los muertos para argumentar que el “otro” es el asesino. Llevaría mucho espacio tratar de explicar cuál es el origen del pueblo Palestino que se menciona tanto en La Biblia, aunque la traducción de su nombre proviene de Filisteos. Sansón era judío. ¿Quién derrotó al gigante Goliath? Nada menos que el rey de Israel, David. El Rey Samuel también derrotó a los Filisteos y por el historiador y geógrafo griego, Herodoto de Halicarnaso, sabemos de “Palestina”, que traducido del griego quiere decir algo así como “el lugar donde vivían los Filisteos”. Como sea, la presencia del pueblo Judío es constante en esas tierras y las tres religiones más grandes del mundo convivían en paz hasta que a Abraham se le ocurrió lanzar a su concubina al desierto y desde ahí los musulmanes creen que ésa es su herencia. Los Judíos alegan que es la tierra prometida, y el ala “Sionista” es la que se empeñó en tener una nación. Hay palestinos musulmanes y cristianos; eso de que son acérrimos enemigos tampoco es tan cierto.

   Ahora, radicales enfurecidos no son todos los musulmanes, sino los pertenecientes a la Yihad Islámica, un grupo “disidente” que critica a los musulmanes que se niegan a imponer a sangre y fuego su religión. Digamos que los grupos armados de la Hermandad Islámica son quienes han formado a los grupos terroristas que atacan desde el silencio a todos lo que no son musulmanes (religiosos), causando miedos, terror y sembrando la muerte en distintas partes del mundo. Por eso los gobiernos establecidos los tratan como asesinos y los persiguen. Hamas no es gobierno. El pueblo palestino de a pie es víctima inocente y se encuentran a dos fuegos: o los asesina Hamas o les dan los judíos que persiguen a los terroristas, escondidos entre la población en, mezquitas, escuelas y hospitales. A diario rezo por este conflicto, por los heridos, los muertos y los desplazados.

   Pero no sólo sigo sus acontecimientos y medito sobre esta guerra que tiene en vilo al mundo, sino que perfilo los viajes de los miles de desplazados en América Latina, que son la prueba viva de que los líderes reunidos hace días en Palenque no han sabido gobernar ni sacar a los pueblos de la postración. Las dictaduras jamás han hecho felices a sus ciudadanos y no forman sino núcleos reactivos que se rebelan u otros que huyen. Esta huida es dolorosa: nuestro pueblo o sus autoridades, ahora que supuestamente estamos en un gobierno humanista no están a la altura de las necesidades de esta gente que sufre y deja todo para salir de la opresión y del hambre. No somos un pueblo de bondad y solidaridad con el extranjero; las distintas autoridades se dedican a explotar sus necesidades. Los roban, los golpean, les niegan asilo temporal, aunque en el discurso todo esté tan bien. Los líderes de países como Cuba, Venezuela o Nicaragua, estuvieron muy contentos comiendo y paseando y nunca se atrevieron en México a llamarlos por lo que son.

   Y vea usted la política también en venta: el dinero parece ser el supremo valor en este pobre país. Samuel García rompe su promesa de gobernar Nuevo León durante todo su mandato y hace caso al canto de la sirena de Palacio, que lo encumbró con pura saliva a los cuernos de la Luna. ¿En verdad cree que puede ganar? No, por eso quiere dejar a su secretario; pero le darán una lana. ¡Qué triste! México no le importa, finalmente.

   Estoy pensando en los policías asesinados en Coyuca de Benítez. Que descansen en paz y alguien ponga en orden a Salgado Macedonio y su mafia. Una cosa sí nos quedó claro: los estadios no se llenan con salivazos.

Escribe: Guadalupe Elizalde

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