Excelente semana tengan todas y todos l@s lector@s. Ya comenzó en segundo mes de este año electoral y hasta el 1 de marzo, legal y apegadamente a Derecho, una no puede andar por ahí haciendo propaganda política sin ton ni son; ningún mexicano ni de primera, de segunda, neoliberales, gobiernistas y focas. Pero este es México y poca gente ha tenido una formación cívica de obediencia de la ley. Mi abuelita cuenta que recuerda su adolescencia, cuando se podía leer en los periódicos que tal padre de familia o madre mexicana llevaba, presencialmente, a su hijo asesino o ladrón ante la ley para que se entregara. Y no quiero entrar en la polémica de cómo los trataban en la cárcel o si éstas son universidades del delito (hoy en ellas imparten doctorados), sino la conciencia clara que se tenía en muchas familias de lo que es una conducta antisocial y el deber de frenarla acaso por el mismo bien del delincuente.
Ya terminé la lectura de las Farc (guerrilla colombiana) y sus ligas con Centroamérica y México. Sobre Pablo Escobar, quien lidereó el sangriento y crudelísimo Cártel de Medellín han salido muchos libros y escritos. Uno de ellos que estoy consiguiendo está escrito por Carlos Ledher, socio de Escobar, en el cual desvela una pregunta que mi abuelita se ha hecho durante años. Más allá de las drogas –que se explica por sí mismo- ¿qué fue lo que comenzó a podrir a la sociedad desde sus raíces?
Los estudiosos del fenómeno colombiano, gente muy seria y leída, desmenuzaban dicho libro del autor asilado en Alemania. De pronto, un funcionario de la época expuso algo que a mí me dejó pensando toda la noche: Este ex funcionario dijo: “Si al Cártel y sus hombres no hubieran querido ingresar a la política al precio que fuera, Colombia no se habría convertido en un país fallido por tantos años”. La tesis de estos estudiosos es que fueron los funcionarios quienes corrompieron a los grandes capos, al elevarlos a su altura (socio política) y permitirles, a través de la entrega de grandes cantidades, penetrar a los gobiernos para poner y quitar autoridades, comenzando, obvio por los municipios donde ellos mantenían ranchos, pistas de aterrizajes, sembradíos y hacían sus vidas. ¿Le suena parecido a nuestros problemas?
La segunda, que casi desmaya a mi abuelita porque le pega directamente a la sociedad: fue crear una nueva “profesión”: el sicariato. O séase, asesinos a sueldo buscados entre la gente de las provincias, altos, jóvenes, de preferencia pobres o con ocupaciones que impiden ser “rico” de la noche a la mañana. Estos sicarios, que en el caso de Medellín llegaron a ser casi 20 mil, estuvieron en contacto –de la noche a la mañana- con fiestas memorables, mujeres y drogas. Junto a sus patrones , armados y viviendo en la más rampante impunidad, se sintieron más que Dios y así terminaron, como lo que eran, simples mortales y cazados como conejos. ¿Le suena conocido?
Podridas las autoridades, podrida la juventud, corrompidos los carteles, una vez maiceadas las autoridades y la clase política, se toparon con un hombre decente que sabían iba a pelear a favor de la “Ley de extradición”, para mandarlos a cárceles de donde no saldrían para volver a envenenar a Colombia de odio: Lo asesinaron. Su nombre fue Luis Carlos Galán Sarmiento (qepd). ¿Le suena conocido?
El libro de Lehder destapa una olla de corrupción que llega hasta los EEUU, en su afán por frenar las extradiciones, pasó por la Corte de Justicia colombiana a través de la selección de magistrados a modo. ¿Le suena conocido? Y hasta enviaron cientos de miles de dólares a EEUU para frenar la extradición de los capos para que fueran juzgados en sus países, e internados en cárceles que ellos mismos habían construido con todas las comunidades. Es decir: Los grandes patrones eran los dueños de las prisiones y desde ahí operaban. ¿Le suena conocido? Los guardias eran sus sirvientes y también estaban a sueldo. ¿Le suena?
¡Pero no!, hay que hablar de otras cosas en este México que tanto sufre. Por ejemplo, hay que buscar en las benditas redes sociales la conferencia de Anne Milgram, quien habló acerca de los gobiernos que aceptan los dólares del crimen organizado y lo que hará la DEA al respecto (tampoco está limpia pero…). Hablemos de 18 cambios a la Constitución sin que se respete la que tenemos; cortemos el presupuesto de los organismos autónomos; creamos que nos jubilaremos con todo nuestro sueldo (que no pase de 16 mil pesos). Y por último pongamos a la rifa del pópuli quiénes merecen ser Magistrados de la SCJ. Nosotros, ¡que ni leemos!
Escribe: Guadalupe Elizalde