De política: “La ira de los conversos cuando no consiguen la fuerza, se invierte y se convierte e odio. Hemos pasado de un sistema humano de la política a creer en ciegos como si fueran un semidiós” Reneè Glamn Heim (Psicología de masas”).
Muy buenos días a las y los lectores de esta columna. Elegí esta mañana la frase de este pensador, tomada de uno de sus libros en donde habla de las Asambleas Comunistas de la Internacional en la que personas entre 20 y 24 años recién formaban esta plataforma. Imaginar la escena ya da escalofríos, sobre todo si somos de una generación que vivió el desarrollo de lo que Vargas Llosa llamó “la dictadura perfecta, o dictablanda”, refiriéndose a los gobiernos priistas. Esos gobiernos que fueron sucediéndose en la historia de México tuvieron sus peculiaridades y se explica porque fueron fases fundacionales de la vida del país. Veníamos de una Revolución que se partió en generales líderes y todos aspiraban a ser cabeza de gobierno. ¿Ideologizaron? Si, pero para formar patria con un origen común, educación para todos, conocimiento y civismo. Se crearon instituciones para proteger al campo, la Salud, a la población indígena, a los infantes; se hizo posible la justicia para casi todos, porque el alma humana es así: codiciosa. Tiene dinero, e ignoro por qué no cesa y quiere más… y es así como caen en la cárcel. Los desfalcos millonarios desde el gobierno fueron desacreditando al PRI, y también al PAN que tampoco supo contener la ambición de los familiares políticos (Fox), o equivocó su estrategia para combatir el flagelo del crimen organizado, quizás creyendo que es mejor usar la cuña de un mismo palo (García Luna).
Como sea que fuere, con Peña Nieto en el medio como uno de los gobernantes más blandos y permisivos en casos de corrupción, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) llegó hasta el poder Ejecutivo colocando como cabeza del movimiento a Andrés Manuel López Obrador. ¿Cómo pudo aguantar tantos años en campaña? Ya lo sabemos a medias. Y las formas de financiamiento fueron todas, por decir lo menos, ilegales, y otras, hasta podrían llegar a calificarse como delincuenciales, si es que algún día llegan a comprobarse las aportaciones del crimen organizado a su carrera por el poder. Sólo una nueva modalidad puede subrayarse aquí: eran los cárteles quienes buscaban a autoridades para protegerse mediante lo único que pueden dar: dinero; es decir, corrompiendo o “convenciendo”. Esta vez, fue el poder quien los buscó a ellos para ofrecer garantías.
No mienten del todo quienes alegan que esta elección la ganaron las dádivas; pero no podemos desconocer que hay una capa de ciudadanos que siempre vivieron en contra y al margen del poder y hasta de la ley. Personas contrarias al régimen priista, guerrilleros, otros formados en la izquierda radical; otros más en los movimientos juveniles, estudiantes y segregados sociales que ya no alcanzaron el ascenso por el camino de la política, ni por tener una carrera, o un buen trabajo técnico que les permitiera una buena vida. A eso súmele que somos población de viejos que ya no pueden apoyar a hijos en carreras; jóvenes que no pueden sostenerse solos, pero tampoco ayudar a sus padres.
De pronto llega Morena al poder y se dedica a subsanar estos y otros huecos con dinero en efectivo: ¿Quién diría que no? Pero estas personas beneficiadas no se preguntan muchas cuestiones de economía que preocupan a los que saben. Y los recién conversos ven al líder sin pasar sus palabras por el cedazo del juicio.
Es más fácil creer en quien dio esas dádivas “a las que tiene derecho” (así ya no es limosna, pero sí juego de palabras). ¿Cuánto aguantará la economía mexicana? ¿De dónde viene la fuerza del súper peso? ¿Hacia dónde vamos?
Es esta la pregunta que más inquieta a quienes hemos viajado, estudiado, leído o seguido los acontecimientos de la historia mundial. La incertidumbre de vivir en un país desconocido en el cual se han borrado las fronteras entre los poderes; es decir, está roto el equilibrio de los mismos, pero también el de las fuerzas sociales. Es muy triste lo que está sucediendo con el INE y con la Suprema Corte, o todo el Poder Judicial, pero los que saben o pueden arreglar las cosas no están en el ojo del poder y, por ende, no serán oídos. Estas reformas serán un recuerdo triste en el futuro, del final del sexenio de AMLO que probó el poder, le supo bien, descubrió para qué servía y ha hecho lo imposible por conservarlo. Es la lógica del poder, lo negativo es el sello de quien(es) lo ejercen. ¿Usted sabía que este enojo contra la Ministra Piña empezó porque la misma no se puso de pie cuando entro en el salón el señor Presidente? ¡No puede ser!, pero es.
Escribe: Guadalupe Elizalde