Chihuahua, Chih., Septiembre 20 del 2023.- Buenos días tengan sus mercedes. Los y las saludo desde el glorioso estado de Chihuahua en donde me encuentro asistiendo a un congreso que me da la oportunidad de platicarles cómo andan las cosas en este Norte del país, tan laborioso como caliente. De las temperaturas que aquí se alcanzan después de la canícula, no tengo nada que decir que usted no sepa. Sin embargo, la gobernadora del Estado, María Eugenia Campos Galván se ha visto envuelta en dimes que a, mi juicio, no se merece. La migración está incontenible. Para donde quiera que usted mire se encuentra con filas de migrantes de todas las nacionalidades amontonándose en las calles por diferentes motivos. Hoy temprano me dirigí a la Central Camionera a instancias de informes que me hicieron llegar dos colegas. Las filas que se extienden por las banquetas son interminables. Algunos traen pasaporte y/o papeles que los identifican como personas individuales, o como clan. Los papeles, en ocasiones, se miran borrosos, arrugados, con los sellos humedecidos y vueltos a secar por acción de la humedad; constituyen una hilera de “graphos” que desfilan ante la vista de quien esto escribe. Y una se pregunta: ¿Cuántas fronteras pueden cruzarse con estos documentos casi ilegibles, en la mano?
¿A dónde van? Casi todos responden lo mismo: a pedir, a conseguir comida; los menos a buscar trabajo, pero tod@s apuntan en una sola dirección como si de una nueva era geológica se tratara: el Norte.
Mi imaginación, tan proclive a salirme al paso, recreó las antiguas migraciones de las que nos da cuenta la antropología. Bestias, hombres, mujeres, ancianos y los niños; sobre todo los niños que parecen andar al garete por las distintas aceras, hasta que de repente alguien los reclama. Muchas personas están enfermas, la mayoría con males respiratorios. Sobre todo, en los ciudadanos de Haití se notan las malas condiciones en las que han vivido acaso por años. Un detalle: casi no hay gente mayor.
Y usted sale de esta estación y acude a otra, migratoria ésta, en donde ciudadanos de otras latitudes del sur de nuestra América esperan para ver qué se puede hacer por ellos; en qué se les puede ayudar, en tanto el embudo para migrar a los Estados Unidos se va angostando. La gobernadora, les decía al principio de este artículo, fue mal vista por algunos ciudadanos que se abocan a auxiliar a los migrantes proporcionándoles alimentación, alguna ropa, quizá medicamentos paliativos o hasta dinero, cuando se puede. La mandataria estatal advirtió que había que cuidar a estos seres humanos migrantes evitando que se acostumbraran a pedir en las avenidas principales de la capital. Y es que-como en todo lugar- los migrantes cargan a sus hijos pequeños al rayo de este sol inclemente, o los jalan de la mano para que los acompañen en esta acción de pedir dinero y ayuda. Se entiende. Pero los accidentes y los incidentes existen y se dan. No faltan los y las lastimad@s, los golpeados por un transporte (motos y bicicletas) y los atropellados. Y claro que este gobierno intenta auxiliarlos, pero el Quid es que a veces no se dan abasto con todas las demandas que tienen que ser cubiertas en favor de los migrantes.
Póngase usted a pensar en una mujer y sus necesidades de aseo e higiene íntima; en las necesidades de los niños, desde la asepsia que requiere el cuidado y alimentación de un menor en tránsito, bajo temperaturas varias que descomponen los alimentos de forma
más rápida que en las condiciones bajo techo de una casa (deje de lado el requisito de la refrigeración que no existe). Necesidades hay todas; es decir, todo falta donde nada sobra.
Viendo las imágenes llegadas desde Tapachula, Chiapas, donde más de 3 mil migrantes haitianos rompieron las vallas de seguridad en un intento por llegar hasta las oficinas de migración, más lo que logramos ver en Ciudad Juárez y otras fronteras, una puede darse cuenta de varias cosas: Si el dinero que reparten los gobiernos de México, Centro y Sudamérica fuera el remedio; si las políticas públicas fueran las correctas y sus gobiernos hubieran sido realmente democráticos, estas condiciones no existirían. Porque no nos engañemos: esta no es una simple migración sino un éxodo hacia el Norte, hacia lo que se cree son mejores condiciones de vida y de trabajo. Del Río Bravo para abajo, incluido Haití (históricamente) los gobiernos autoritarios fallaron y los de corte izquierdoso también. Ni apresando ni siendo asistencialistas, sino mejorando las condiciones de vida, de gobierno y laborales es como se va a mantener a la gente en sus lugares de origen. Sus programas, también fallaron; vayan pensando, señor@s polític@s, en lo que sigue.
Escribe: Guadalupe Elizalde
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