lunes, abril 29, 2024

Por si usted no sabía…   Pura gente bonita

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Buen miércoles tengan las y los lector@s de este espacio. Ésta y la anterior han sido dos semanas cargadas de acontecimientos que deben hacernos abrir bien los ojos como ciudadanía enterada que estamos llamad@s a ser. Abro con una frase que no es mía, sino de mi abuelita quien suele adjudicarse la sabiduría ajena: “El poder o la desgracia no definen a un individuo, pero sí lo traslucen”, es decir, lo transparentan. Ya perdí la cuenta de cuántas personas me han dicho que están arrepentidas de haber votado como lo hicieron, y con su voto futuro quisieran rectificar el rumbo para este país que todos amamos. ¿Qué han visto? Lo primero que responden es: su proclividad para pasar encima de la ley, y jactarse de eso. Esta respuesta me recuerda las bodas fallidas en las que el muchacho (o ella) resultan ser muy distintos a lo que mostraron antes. Sin embargo, todos dejan(amos) rastro de los que somos; ¿no nos decía el candidato Amlo que nos podíamos ir al diablo con nuestras instituciones?, entonces, que no caiga de peso que casi termine con ellas sin que se restituya algo de lo echado abajo. Otra cosa es que vivimos en la era de la posverdad, en la cual los dirigentes dicen al pueblo lo que éste quiere oír, sea verdad o no. El chiste de la posverdad es agradar, no informar y mucho menos formar criterio. ¡Vamos!, no lo forman ni entre ellos; se dedican a repetir, uno y la otra, lo mismo, en el afán de que los hipnotizados “clientes” terminen asintiendo, ya que las campañas “concuerdan”. Sin temor a equivocarnos asumimos en esta casa que todos los morenistas famosillos están en campaña y esto se llama “elección de Estado”, además de que la capacidad de presionar y de gastar todo los necesario, está del lado del gobierno. ¡Al diablo con la pobreza franciscana!

   Pues a este corifeo entró un exmagistrado de la Suprema Corte de Justicia; no se echó de cabeza solito, sólo ayer martes en su conferencia de prensa. Fue el mismo señor presidente quien lo empinó al confesar, urbi et orbi, que cuando había un caso que interesara al gobierno, o a él en lo personal, le hablaba al susodicho Arturo Saldívar para advertir a los jueces “ojo con esto”, lo que obviamente es una intromisión directa del Ejecutivo. Pero ahí no paraban las cosas: Saldívar, violando la independencia del Poder Judicial, iba y no sólo les advertía sobre la importancia del tema a juzgar. Dicho por 72 personas entre jueces y magistrados, se han quejado de presiones y/o amenazas de su parte. Otros eran mejor maiceados: iban a su rancho en el Estado de México donde eran agasajados a todo lujo. Y mi abuelita se pregunta: ¿Con su dinero? No me hagan reír. Y no, abue, el señor Arturo Saldívar tenía su cuenta aparte para que le depositaran por los “favores recibidos”, cual si fuera San Judas Tadeo. Las cantidades iban de 300 a 600 mil en una cuenta que súbitamente desapareció. Pero Pegasus, la compañía de espionaje comprada a Israel con fines de investigación policiaca, también fue utilizada para espiar a los funcionarios que lo rodeaban. En Palacio Nacional se reunía un cónclave muy fuerte, compuesto en el pasado reciente por Julio Scherer (quien ya no es favorito, al parecer), los secretarios de Marina y Sedena, los del primer círculo del la presidencia y Arturo Saldívar, entre otros. Se trataban casos como el de Odebrecht (Lozano), a quien se le ofreció la libertad si implicaba a panistas y priístas en el fraude. La estafa maestra, donde quisieron embarrar a Rosario Robles, por pura venganza: por los encarcelamientos de Carlos Ímaz (exmarido de Sheinbaum) y René Bejarano, esposo de Dolores Padierna; el caso del abogado Juan Collado, sedicente culpable de haber filtrado los videos donde reciben dinero en efectivo, de quien les pagaba extorsiones: el empresario argentino Carlos Ahumada, exnovio de Rosario Robles. Éste grabó a ambos funcionarios en el cochupo. Se trató de manera individual el caso Wallace para soltar a una mujer implicada en el secuestro de su hijo. Se dice que también se les llamaba para retrasar la extradición de algunos capos. Esas eran algunas de las “decisiones de estado” que tanto preocupaban al primer círculo. Pero en la conferencia dada ayer martes hubo un momento en el que Arturo Saldívar confesó que siempre estuvo con la causa de Obrador, pero que cuando se dio cuenta de que quería ayudar aún más, renunció a la Corte y fue a ponerse a las órdenes de Sheinbaum. ¿Se enteró que venía la demanda contra él y busca impunidad? ¡Sabe Dios! Lo que sí es cierto es que ya se enseñó a aullar y ahora se suma al juicio político que buscan enderezar contra la Ministra Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte, sólo por cumplir con su deber de defensa, sobre lo único que nos queda intocado a los mexicanos: el Poder Judicial.

Escribe: Guadalupe Elizalde

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