domingo, noviembre 24, 2024

QUIEN ERES #verdadesqueacomodaneincomodandelorena

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*M*i colaboración de esta semana será dedicada a esas personas que conocemos muy bien y que de pronto, por diferentes circunstancias se vuelven perfectos desconocidos.
Conocí a un joven alegre, lleno de vida, de sueños, de metas, de ilusiones, no me di cuenta que poco a poco iba cambiando, ¿En qué momento se borró la sonrisa? ¿En qué momento los sueños se volvieron pesadillas, las ilusiones se quebraron y las metas fueron obstáculos? El otrora joven se volvió alguien diferente, un espectro vagando en el mundo de las drogas, un ser que dejó su esencia, perdida la conciencia, la dignidad, la vida. No fui capaz de detectar esos cambios que fueron transformando su personalidad, que lo alejaron de mi entorno, no me percaté de sus silencios, de las miradas que se ocultaban, de ese andar furtivo, no tuvieron eco mis consejos, mis regaños, mi afán por protegerlo, alguien más lo llevaba de la mano como yo lo hacía cuando era niño.
Bajé la guardia, me confié, escuchaba a otras mujeres decir como un hijo se perdió en el mundo de las adicciones, se convirtieron en el dolor de la familia, la vergüenza, la tristeza, la impotencia por verlos consumirse poco a poco y no encontrar la manera de ayudarlos, no sirven los anexos, las terapias, el rechazo de la familia, se pelea con un enemigo muy fuerte, que tiene mucho poder que no se fija en estatus sociales, linajes, poder económico, religión, credo, sexo o edad, como virus se mete en los sentidos, en la voluntad, en la mente de quién cae en sus garras, llega el momento en que al verlos nos preguntamos ¿Quién eres?
¿Quién eres? Sí, tú, tú que ahora caminas sin rumbo, que mientes, que dejaste de amar a la persona más importante de este universo ¡Tú mismo! ¿Qué detonó que probaras las drogas? ¿En qué fallaste? ¿En qué fallamos los que estábamos a tu alrededor? Nos volvimos ciegos que no notamos cómo ibas cambiando, en qué lugar de la casa te perdiste y pasaste a ser alguien a quien no conozco, te llamo por tu nombre y no eres tú ese que apenas me responde, te busco en mis brazos, en mis ojos, en mis afectos, en el corazón y no estás. Veo el peregrinar de madres, hermanas, novias, esposas, hijos, buscando a la persona ausente y solo encuentran leves huellas, girones de quien decidió cambiar su destino.
No voy a justificar que las adicciones son una enfermedad, el mundo de las drogas está al alcance de la mano, ahora encontramos a pequeños hundidos en la miseria, en la desolación que deja volverse un adicto, de nada sirve lo poco o mucho que hacen las familias por recatarlos, por regresarlos a la normalidad, cada quien decide qué infierno quiere vivir. Es cruel escuchar a quién no conoce la historia de un adicto decir que quizá fue el ejemplo de la familia, otros culpar a las situaciones vividas, a los padres a todos, menos al adicto, ¡Ya basta! Cada niño, cada joven, cada adulto que consume sustancias adictivas conoce y sabe el paso que da, nadie obliga nadie, quien decide probar, es consciente del paso que da, de las consecuencias, de matarse lentamente, son muchas familias que viven el purgatorio de preguntarse sin respuesta ¿Quién eres?. El error más grande es solapar, es no darse cuenta de las señales que aun cuando parecen imperceptibles, están ahí, no actuar a tiempo, esperar que un milagro va a cambiar, pensar que le puede suceder a todos menos a mí, hacer gala de dar los mejores ejemplos y consejos, la permisividad ha dado pie a que ahora a los jóvenes se les permita sentirse grandes cuando no lo son, fumar, perforarse, hacerse un tatuaje es lo más natural, con esto no quiero ofender a nadie, un tatuaje no te define, pero si observamos a la mayoría de jovencitos que recurren a esto, atentan contra sí mismos y se creen mayores para tomar decisiones, se perdió el respeto a la autoridad de las personas más grandes.
Me ha tocado observar a jovencitas totalmente ebrias mientras la madre se parte la vida trabajando en una fábrica, tratando que la niña no le falte nada, sin embargo no analiza que le falta ella, y que la chica busca un culpable para eximir su responsabilidad, conozco jóvenes con una solvencia económica muy alta, perdidos en adicciones porque pueden sostenerlas.
¿Quién eres? Es la pregunta sin respuesta cuando la persona que creí conocer se esfumó ante mis ojos, y en su lugar queda alguien que no sé quién es.
Maestra Lorena Reséndiz

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