viernes, abril 26, 2024

Un paseo por el sol

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¡Cuántos quisiéramos que todos y cada uno de nuestros escritos, artículos, notas y relatos llegaran a nuestros lectores, con temas y asuntos de importancia! ¡Cuánto nos agradaría que leyeran los textos con buen ánimo, con interés, tener la seguridad que al leerlos encuentren un momento de agrado, de conocimiento, de análisis! Leer las notas de primera plana de los periódicos no resulta interesante ni agradable, no encuentro una noticia que dé una esperanza de cambio a los más de cien millones de habitantes de este país, con un millón novecientos setenta y dos mil quinientos cuarenta y siete kilómetros cuadrados de extensión, por ello, los artículos que escribimos los colaboradores de estos medios, pretenden invitar a los lectores a que lean y pasen un buen momento.

Hoy les quiero contar algo que hice y que me gustaría que alguien más lo hiciera en algún momento y enriquezca la experiencia. Tuve una mañana con muchas actividades, un taller de matemáticas enriquecedor pero con actividades que pudieron ser mejores, me sentí abrumada al estar muchas horas frente a la computadora, cuatro horas y media, me ardían los ojos, mis ideas estaban ya enardecidas y mis neuronas histéricas, así que tenía dos opciones, irme a mi cama y olvidarme del mundo o dejar mi papel de docente y tomar el de ama de casa con trastes por lavar, asear la casa y lo que salga. De pronto recordé que tenía pagos por realizar, así que deseché las dos alternativas y rápido, inventé un plan “c”, tomé la bolsa y salí a la calle, abordé un autobús y decidí que ese era un paseo por el sol.

La gente abordo, adormilada, cerraba los ojos, con cara de fastidio, el chofer con una música para adoloridos se secaba el sudor, las personas que iban rumbo al trabajo consultaban el reloj, otros platicaban, unos más hablando por teléfono o viendo el Facebook, nadie miraba a nadie, ni siquiera más allá de sus narices. Me entretuve mirando a través de la ventanilla, el cielo radiante, de un azul muy pálido, como si el sol se comiera el color, una bandada de pájaros cruzó, cansados, sedientos; es cierto, el astro rey estaba en todo su apogeo, divertido quizá, disfrutaba al observar cómo la gente camina a paso de tortuga, sudando a chorros unos, renegando, muchos más, sentí tristeza por los perritos, que deambulaban buscando un poco de agua, también me entretuvo ver las modas que se adoptan ante la ola de calor, escotes generosos, pantalones cortitos, y chongos por todos lados.

El tiempo se detuvo por instantes, observar a través de la ventanilla resulta interesante, como se mueve la sociedad, mirar los rostros de las personas que conducen su auto es una variedad de emociones: rostros cansados, enojados, indiferentes a lo que sucede a su alrededor, iracundos, ajados, otros sin mostrar emoción alguna. Un chico pidió permiso para cantar unas canciones, el chofer accedió y escucharlo me trajo un recuerdo, cantó canciones de antaño, esto atrajo la atención de los pasajeros, además el chico tenía gracia y buena voz, y de pronto, el calor pasó a segundo plano, hubo risas, pláticas, un ligero vientecillo se coló, lo agradecimos con el alma. Mi paseo por el sol no paro ahí, al descender del autobús, me topé con la realidad, el sol estaba en su apogeo, así que recordé un chiste que leí por ahí, “voy a pecar menos, porque si aquí no aguanto el calor, no quiero pensar como estará el del infierno”. Busqué caminar por la sombrita, pero no encontré muchas, seguí caminando sin prisa, disfruté de todo cuanto vi, de olores que siguieron a mi nariz, compré una nieve y me senté un momento, me olvidé del trabajo de la escuela, del taller de matemáticas, de los problemas del día a día, de los pendientes y gocé de ese momento en el cual estaba solo para mí.

Que importante es tomar esos momentos, dejar por un momento la oficina, el trabajo, las labores de casa, los problemas, las cosas pendientes y disfrutar de un paseo, dónde se pueda y maravillarnos con todas aquellas cosas que nos permite la vida. Si no le gusta el inclemente sol, pues buscar ese momento. TU PONES LA ACTITUD, el clima no es un enemigo sino una circunstancia más de la vida.

Escribe: Lorena Reséndiz

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