Juanito saltó de la cama. Corrió al árbol de navidad. Buscó con la mirada el regalo que había pedido en su carta al Espíritu de la Navidad con mucha ilusión.
Su carita reflejó tristeza, no estaba el juguete soñado. Buscó por todos lados, nada, no había nada.
Solo encontró una bolsa con soldaditos de plástico.
¿Quién le dijo al espíritu de la navidad que yo pedí eso__ dijo enojado.
¿Por qué nunca trae lo que le pido. Me porté bien, hice mi tarea, ayudé a mi mamá. __ Ya no creo en ti espíritu de la navidad, voy a ser el niño más malo de mundo, ¡No existes¡ gritó furioso. Al día siguiente los niños de su calle salieron con sus juguetes. Juanito, sentado en la banqueta los miraba con rabia, Pedro, el hijo de su madrina era un abusivo, en la escuela molestaba a los demás y le trajeron la moto que pidió. Melissa, su vecina era una niña presumida, no jugaba con las niñas del salón, nunca prestaba sus cosas y quería que las demás jugaran a lo que decía, si se oponían, se hacía la ofendida y no les hablaba por días, aun cuando la maestra le daba consejos de mejorar su conducta, ahora mostraba altanera la muñeca que había pedido, y un teléfono que no pidió, pero el Espíritu de la Navidad le había obsequiado.
La mamá de Juanito le explicó que el Espíritu Navideño a veces no le es posible cumplir con todos los pedimentos que los niños hacen porque son muchos los que piden en el mundo, pero que conoce como se sienten los niños si no encuentran nada y les deja un pequeño regalo. ___ Pues si no me va a traer lo que le pido, que no me deje nada__ dijo a su mamá.
Los días siguientes, Juanito no hacía caso a lo que su mamá le pedía, no arreglaba su cuarto, no ayudaba a su madre, si lo mandaba a la tienda no traía las cosas que le pedían, no terminaba la tarea, se atrevió a decir que no le gustaba la escuela, que solo iban los burros que no saben nada. En el salón, la maestra miraba desconcertada a Juanito, después de ser un niño vivaracho, alegre, responsable, ahora era indisciplinado, no cumplía con las tareas, agredía a sus compañeros, desafiaba la maestra que lo único que podía hacer con él, era mandarlo a la dirección, dejarlo sin recreo o mandar recado a sus padres.
La maestra de Juanito recibió un nuevo nombramiento, así que se ausentó del grupo y llegó a sustituirla un maestro joven que de inmediato se ganó la confianza de los niños. Juanito lo veía con desconfianza, no participaba en los juegos que hacía, se quedaba en su lugar a pesar de los llamados del maestro.
Mateo, el nuevo profesor se dio cuenta del modo de actuar del niño, leyó su expediente, tenía buenas calificaciones, colaboraba ayudando a sus compañeros, su conducta era buena, no era un alumno problemático. A la hora de recreo, buscó la forma de platicar con él, Juanito lo miraba con el ceño fruncido, la cara muy seria, solo contestaba con monosílabos a las preguntas del docente. Decidido a ayudarlo, citó a la madre del niño.
___ ¿ Ahora qué hiciste hijo? ___ preguntaba angustiada su madre. No sé qué pasa, no eras así, te he preguntado varias veces por tu conducta y no me obedeces. Si ya no quieres venir a la escuela voy a sacarte y te voy a meter a un internado, o al ejército, o al seminario, no quiero que te conviertas en un vago como los de la colonia, prefiero internarte, aunque me duela mucho Juanito.
Este escuchaba con fastidio a su madre, no quería verla llorar ni enojada, pero él sentía por dentro una profunda decepción, nadie le creía, si pasaba algo en el salón, todos decían que había sido él, en casa su mamá lo regañaba por todo, el maestro nuevo quería saber cosas de él y además no le caía nada bien.
La plática con la mamá del alumno no arrojó gran cosa al maestro, solo fueron quejas del comportamiento del niño. Mateo no se dio por vencido, algo en el chiquillo llamaba su atención. Los días pasaron, la actitud de Juanito no cambiaba, había días en que molestaba a los demás, otros en los que no hacía nada en clase, otros se mostraba indiferente a todo, pensativo, callado.
Se acercaba el día del niño, el maestro Mateo preguntó a todos que querían para esa fecha, todos los niños emocionados pidieron un juguete, una hamburguesa y juegos. Juanito no opinó. Mateo esperó que terminara la clase y pidió al niño que se quedará. De mala gana, se esperó.
___ ¿ Por qué no pediste nada Juanito?___ dijo el maestro ¿ no te gusta festejar el día del niño? ___ No, __ dijo éste. ¿Tu cumpleaños? ___ insistió el docente. Con un movimiento de cabeza dijo que no. ___ ¿ Por qué no festejas tu cumpleaños?
___ Mi mamá no tiene dinero, y yo quiero una fiesta con payasos, globos, un pastel grandote, juguetes y muchos regalos. Mateo siguió cuestionando al niño. Y ¿la navidad? ___ ¿te gusta la navidad? __No, esa menos, respondió. Sabía que algo sobre esa fecha hacía ruido en la cabecita del niño de tercer grado.
___ A ver Juanito Cuéntame ¿ Por qué no te gusta la navidad? El niño contó al maestro lo que pasó la anterior navidad, y aseguró que las demás navidades habían sido iguales, pero esta vez su mamá aseguró que el Espíritu Navideño traería su regalo y no fue así. El maestro le dijo: voy a confesarte algo, ¿puedes ponerme un poco de atención.
Hace algunos año, un niño también esperaba con ansia que llegara la navidad con el Espíritu Navideño y trajera la bicicleta roja, con canastilla y remolque para llenarlo de cosas, en vano la pidió porque nunca llegó y le dejaba cosas que él no pedía, esto hizo que ese niño se enojara y entonces se volvió el niño más malo del mundo, pero hubo algo que lo hizo cambiar.
___ ¿Qué fue?___ preguntó asombrado Juanito
Mateo fue por un libro y un mapa. ___ Mira, en estos países existe gente que piensa diferente a los demás y hacen guerras, en esas guerras muere mucha gente que no ha sido mala. Muchos niños han quedado sin casa, sin familia, sin nada, algunos niños pierden a sus padres, también una pierna, una mano, un brazo, ellos no piden dinero ni juguetes, ellos piden que se acaben los problemas, no más guerra. En este otro país, sus habitantes son negritos, ellos han sido discriminados por el color de su piel, en África, su continente se mueren de hambre, ellos no piden juguetes solo que se acabe la guerra, tener alimentos y una escuela y maestros que los enseñen a leer.
Cuando este niño que había pedido una bicicleta___ prosiguió el maestro se dio cuenta de esto, ya no se enojó con el Espíritu de la Navidad, agradeció las cosas que le dejaba y pidió que ayudara a los niños de esos países, que les hiciera una escuela donde jugaran, aprendieran a leer cuentos y fueran niños felices. Juanito que había escuchado con atención el relato, preguntó al maestro que si conocía a ese niño. Mateo, sonriente de lo logrado dijo___ Yo soy ese niño, y por eso soy maestro.
____ Y ¿qué pediste al Espíritu de la Navidad Juanito? ____ con un hondo suspiro el niño respondió ____ un carro de bomberos que vi en el mercado, que hace sonar la sirena y se puede bajar la escalera, ¿ Y sabes porque lo pedí?___ No, respondió Mateo.
____ Pues yo quiero estudiar para bombero. ____ Es un oficio muy peligroso, ¿No te da miedo? Preguntó el maestro
____¡ Claro que no! Yo soy valiente. La otra vez vi cómo se incendió la casa de mi madrina, el fuego era muy grande y los bomberos llegaron en su camión, con sus trajes especiales y su casco, con unas manguerotas rápido apagaron el fuego y no tuvieron miedo, además, un bombero salvó al Capitán, el cachorro que estaba atrapado en la azotea. Ellos sí, que son valientes, yo quiero ser bombero, o quizá maestro como tú para ir a ayudar a esos niños de los lugares que dices y enseñarlos a leer.
Para lograr todo eso que quieres Juanito tienes que estudiar mucho, ser respetuoso con tu mamá y tus compañeros, y ya verás que lo vas a lograr____ dijo satisfecho Mateo. Los días siguientes, Juanito se esmeró por cumplir con sus tareas, volvió a ser el chiquillo de juegos, aunque la plática con el maestro había hecho que cambiara su conducta.
Se acercaba su cumpleaños, Juanito sabía que su madre no podría hacerle la fiesta que él pedía, pero lo aceptaba de conformidad. El maestro había pedido permiso para llegar tarde, el niño notaba algo raro, no entendía que pasaba, sus compañeros actuaban diferentes, cuchicheaban, se reían, lo miraban de reojo y no decían nada. Sentados en el salón, con la indicación de leer un libro mientras llegaba el maestro, Juanito se sentía nervioso.
De pronto, fuera de la escuela se escucharon las sirenas de los bomberos, pronto todos los niños estaban en el patio escolar, el maestro Mateo, vestido de bombero bajo del camión. Juanito no podía creer lo que miraba, el docente avanzó hacia él, lo abrazó y lo subió al carro donde otros bomberos lo saludaban como si fueran viejos conocidos, los demás niños gritaban emocionados, la carita del niño no podía reflejar más felicidad, tocó las mangueras, el volante, todo. Un bombero le colocó un caso amarillo que de tan grande le tapó los ojos, así sin quitarle el casco sintió como fue bajado del camión, al sentir que lo bajaban, quiso quitarse el casco, no pudo hacerlo, sus compañeros entonaron las mañanitas, lentamente levantó el casco, frente a él, un enorme pastel, con un carrito de bomberos decía “Feliz cumpleaños Juanito” los maestros, su mamá, sus compañeros con lágrimas en los ojos se veían felices y emocionados. Junto al pastel muchos regalos esperaban ser abiertos.
____ Juanito____ dijo el profesor, por tu cumpleaños, por ser un buen estudiante, por darte cuenta que no debemos cambiar para dañarnos si algo no sale como lo deseamos, por ser un buen alumno, esta es tu fiesta y yo no soy bombero, pero mi padre si lo es, está aquí porque quiere conocerte, saber cómo es el futuro bombero de la ciudad. Un hombre, alto, fuerte con su característico traje dio un abrazo a Juanito y le dijo “para ser bombero no basta ser valiente, tienes que saber respetarte, respetar a los demás y ser un alumno estudioso y un hijo ejemplar” Feliz cumpleaños Juanito. El chiquillo observó a su maestro, a su corta edad entendió que siempre habrá gente que cree en los demás y los ayuda a seguir y creer.
___ Maestro Mateo, te quiero mucho____ dijo Juanito, de grande quiero ser maestro y bombero también.
Por Lorena Reséndiz
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