jueves, noviembre 21, 2024

Zas! MotelGarage

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Le vi. Me baje del viejo Chevrolet. Juancito ya sabe que me gusta andar por el malecón. Juancito es como aquel amigo que me acompañaba a todos los antros habidos y por haber pero que solo me acompañaba porque nunca se metía con sexoservidora alguna. Juancito es igual. Solo me sirve de chófer y de escolta asi de autonombro jajaja cuando me llamo como Agutico, el señor de los cielos, que no tuvo que pensarlo mucho, le vino como si nada.

Baje del Chevrolet. Juancito se quedó escuchando a NG La Banda. Caminé. En la mano llevaba un estupendo ron envejecido durante 21 años: Ron Santero Antigua Reserva 21 años. Nada más y nada menos.

Me vio. La vi. Vestía una saya muy corta. No me importó. Ni a ella por supuesto le importaba. No importa, lo que no se muestra no se vende.

Se me acercó. Camino a mi. Camine a ella. Se me acercó contoneando con sabrosura las caderas y practicando un pase de reguetón dentro de su apretado vestido de lentejuelas rojas que resaltaban enormemente su piel negra y sus enormes ojos negros.

Yo me imaginé un mundo sin economía ni política, sin orden mundial establecido, imaginé un mundo unipolar perteneciente única y exclusivamente a ella, sin lucha de clases ni nada. Me imaginé sodomizado, borracho por sus mieles y drogado por su aroma afrodisíaco, y, como buen proletario , me imaginé compartiendo la plusvalía , el excedente de mi producción social y personal con esa mulata.

Estábamos allí. Frente al Deauville. El ambiente de siempre. Nada ha cambiado. Mujeres provocativas, con buenos culos, alegres, mostrando el ombligo y las barriguitas con sus blusas muy cortas y los bollos bien marcados por las licras. La lujuria, el deseo , la sensualidad, el suave caminar moviendo bien las nalgas , con la mirada retadora. La gente sentada en el borde, tomando fresco, haciendo fiesta, charlando, bebiendo ron, escuchando reguetón o salsa cubana. Una pareja por allá muy jóvenes fumaban y se besaban y se gozaban chupándose mutuamente. Muy cerca un negro muy viejo y flaco , con la cabeza rapada , cubierto de tatuajes , tocando incesantemente una pequeña tumbadora. Era un show continuo. No sé detenía. Recogía las monedas en una gorra y unos turistas sonriendo le tomaban infinidad de fotos para el Facebook. Algunos de acercaban para tomarse la foto con él. Es un pinche negro simpático
Se les hace simpático a los turistas. Su simpatía es lo que vende. Sonríe y toca el tamborcito, hace muecas y vuelve a sonreír. A pocos pasos. Me sonrió. Me había lanzado una sonrisa. Rapidamente. En Cuba todo termina resolviéndose: solo hay que ser creativos y perseverar. Siempre es así la vida: si decides rápido puedes ganar o perder . Y ella ganó . Y yo también.

Zas!

Escribe: Augusto Sebastián
[email protected]

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