Se ha venido registrando una fuerte lucha por la Presidencia y la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, principalmente por parte del sempiterno Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado Coordinador de Morena en la Cámara de Diputados. Y Muñoz Ledo está haciendo declaraciones fuertes, directamente en contra de Marcelo Ebrard, el Secretario de Relaciones Exteriores, como las que hizo al diario español el País, a saber: lo llama “…ansioso, ganoso, desembocado para ser presidente de la república…” y continuó: “..Jugó un juego suyo en Washington. Eso llegó hasta nuestra representación en Washington. Que se cuide. Perdóname, Marcelo, pero te vas a ir del partido si sigues así. Yo me comprometo. Te vas”. También le tocó a Mario Delgado, quien se desempeña como presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) en la Cámara Baja, a quien le dijo que también se iría si continúa desempeñando el rol de cómplice de Ebrard. O sea, que no dejó títere con cabeza. Pero, esta actitud beligerante, ¿le ayuda a Morena en estos momentos?; tan temprano se están moviendo los grupos que buscan ir haciendo amarres o enroques y ya futurean con el afán de ganar la designación presidencial en 2024. Pero, ¿de dónde surge tanta virulencia en Muñoz Ledo?, ¿Qué le hicieron Marcelo Ebrard y Mario Delgado?. Los enterados dicen que Muñoz Ledo quiso colocar a su hijo Porfirio Thierry Muñoz Ledo, quien se desempeña de manera bien calificada en el servicio exterior mexicano, como cónsul general de México en Vancouver, Canadá. Pero no contaban los Muñoz Ledo, papá e hijo, que aparecería la figura de Marcelo Ebrard en gran puja por la Secretaría de Relaciones Exteriores, haciendo valer la circunstancia de haber declinado en su momento en favor de López Obrador, para que fuera el candidato presidencial. Acotaremos también, que Mario Delgado ocupó el puesto de Secretario de Finanzas de la ahora CDMX, cuando Ebrard se desempeñó como Jefe de Gobierno; es pues, de su equipo cercano y de mucha confianza. Y se dice que Ebrard, incidió en alguien, bajo el argumento de que la designación del hijo de Muñoz Ledo podría tomarse como un acto de nepotismo, por algún lazo familiar existente por ahí de Muñoz Ledo. De qué manera se puede interpretar este hecho; no hay otro más que el de meter el “freno de mano” a las aspiraciones de Ebrard. Esto apenas empieza, pero los grupos intentan ganar espacios de decisión. Nadie discute lo que fue Muñoz Ledo: personaje brillante, amante de la cultura, poseedor de mucha audacia, así como también: catedrático, intelectual, parlamentario y un buen diplomático, también dirigió el PRI y el PRD, fue dos veces secretario de Estado, representante de México ante la ONU y la Unión Europea, candidato presidencial, senador, diputado…uff, pero eso es un hecho consumado. Pero también muy contradictorio. Ha hecho declaraciones como la siguiente: “Yo me he hecho una filosofía: no sé si sea parte de la edad, es que yo no quiero tener ya confrontaciones personales con nadie, puedo tener diferencias ideológicas y políticas, pero ya no quiero confrontaciones personales”. ¡¡¡ imaginémonos si las tuviera ¡!!! Como se indicaba en líneas antecedentes, el ve a Ebrard como “…ganoso, ambicioso, desbocado por la presidencia de la república…”, sin en cambio parece hoy en día que Muñoz Ledo “se pega con la piedra en la boca”…, pues en 1981 el presidente José López Portillo, conocedor de su sapiencia, lo llamo a Los Pinos para que lo apoyara en el análisis de los perfiles de sus posibles sucesores, y audaz como lo es, aprovechó aquel momento para proponerse como aspirante. El mismo se refiere a esta anécdota que fue descrita por Jorge G. Castañeda Gutman en su libro La Herencia, Muñoz Ledo sintetiza de la siguiente manera, la forma como se dio ese atrevido hecho. “Dijo varios nombres y analizamos las personalidades y los pros y contras, yo con mucho respeto con cada uno, muy cuidadoso, y entonces cuando yo me iba a ir le dije ¿por qué no ha pensado en otro? Me dijo ¿quién? y le contesté: está parado en frente de usted. Por eso dice Castañeda que yo le pedí la Presidencia a López Portillo”. El sí fue un ansioso, ganoso, desembocado y quizá por ello López Portillo, ignoro por completo su “propuesta”, y le salió el tiro por la culata, ya que por disposición presidencial se le impidió participar en la elección de secretario general de las Naciones Unidas. Hoy se le nota más delgado y encorvado que en sus años de gloria y vigor político, su rostro refleja el paso del tiempo, hay cansancio natural. El padre tiempo le ha pasado la factura y él sabe que ya no es el mismo. Lo sabe y lo sufre, como sufrimiento fue lo que vivió en toda su carrera, dicho por el mismo, ya no cuenta con la energía, ni con la salud necesarias que el encargo reclama. Conclusión: “Saber retirarse a tiempo, es también sabiduría”. “Sabia virtud de conocer el tiempo”, dijo Renato Leduc. Es tiempo Porfirio, es tu tiempo de retiro de manera digna y decorosa, como te lo mereces. Don Jesus Cuevas
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