miércoles, noviembre 20, 2024

#verdadesqueacomodaneincomodandelorena Maestros inolvidables

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En este artículo hablaré de los maestros. El 15 de mayo es el día en que se reconoce la figura del docente. Para recordar un poco sobre esta fecha, me remontaré al año de mil novecientos diecisiete cuando el entonces presidente de México, Venustiano Carranza a instancia de los diputados Benito Ramírez y Enrique Viesca decretó esa fecha para conmemorar la labor de los maestros. La primera vez que se realizó el Día del maestro en nuestro país fue en mil novecientos dieciocho, aunado a esto coincidió con “La Toma de Querétaro” y la consolidación de la república, además encajó con la fecha en la que el Papa Pío XII nombró a Juan Bautista de la Salle como patrono de los maestros, este personaje fue sacerdote, teólogo y pedagogo y gran parte de su vida la dedicó a forjar profesores encargados de impartir educación a los niños El día del maestro surge a la par con la promulgación de la Constitución de Querétaro, el nuevo estado surgido de la Revolución, comprendió la importancia de la enseñanza escolar, después de muchos debates, el Congreso dictaminó que el Estado debía ser el rector principal de la educación, por ello el veintitrés de noviembre el presidente Carranza expidió el decreto en el cual se instituía el quince de mayo como el día dedicado al magisterio y también establecía que debían organizarse festividades culturales que realcen la importancia del papel social del docente. En el municipio se acostumbraba festejar a los docentes por parte del H. Ayuntamiento, hace tres años, el síndico municipal Guillermo Vega decidió no hacer más festividades para los docentes, su premisa fue que el gasto destinado a ofrecer una irrisoria cena a los maestros del municipio, lo invertiría en becas para los niños. Debido en parte a la emergencia sanitaria el año pasado tampoco hubo celebración y a punto de llegar el día del maestro no habrá reconocimiento alguno, tampoco lo hará un Sindicato que vive de las cuotas de los maestros y que nada les reconoce. De la sociedad y de los padres de familia es poco lo que se espera, hoy en día, la figura del docente ha quedado opacada por la indiferencia y la apatía. La pandemia obligó a cerrar las escuelas, a convertir cada hogar en un centro de enseñanza donde cada padre trata de educar a sus hijos de acuerdo a las posibilidades y recursos que posee, se culpa a los maestros de lo que se vive, algunos piden que el salario del docente sea entregado a los padres de familia que están haciendo su labor. Algunos padres apoyan esta manera de continuar con la educación de sus hijos, otros, no asumen esta responsabilidad y simplemente se hacen a un lado, no envían trabajos, se niegan a continuar con esta forma de educar, otros debido a la enfermedad, a la situación económica no pueden seguir y está el riesgo del abandono, de la deserción de la escuela. Otros, decidieron no presionar a sus hijos, no obligarlos, no traumarlos con tanta tarea y actividades, ya anunció el órgano rector que no se debe reprobar a ningún alumno, que debe prevalecer la empatía, se pide al docente dar cuenta de los avances de los alumnos, aún de aquellos con los cuáles no existe comunicación, ¿Qué está haciendo el maestro? Está dando todo, aun cuando también se están quebrando porque son seres humanos, que tienen familia, que han sufrido la enfermedad, que han perdido seres queridos, que no son invencibles, que también requieren de la empatía y del reconocimiento a su trabajo. Todos tenemos maestros inolvidables, esos que han dejado huellas, de aquellos de los cuales aprendimos algo, que conservamos en la memoria una mirada, una palabra, un regaño, un castigo, un gesto de amor, una enseñanza de vida, maestros que formaron parte de nuestro camino, aquello que nos dejaron parte de su vida y no hablo solo de los maestros de la escuela, también incluyo a esos maestros que sin haber pisado la escuela nos dieron las mejores lecciones, que por su sabiduría están presentes. Mi primer maestro fue mi padre, no fue a la escuela, no supo lo que era pisar un aula, disfrutar un recreo, abrazar a un docente, me dio la fuerza, la paciencia, me enseño a soñar, a creer en mí, a alcanzar la cima, a seguir en medio de las tormentas y buscar el faro. Otra maestra inolvidable fue mi madre, aun cuando apenas sabía leer, me enseñó a amar los libros, a leer en voz alta, a escribir bien y bonito, a expresar mis sentimientos, a valorar cada cosa que llegaba a mis manos, a disfrutar la noches de luna, los días de lluvia, a ver los días malos con la seguridad que tenían algo bello que encontrar, son tantos y tantos maestros inolvidables, pero en especial quiero recordar al maestro Isaac Cervantes Parada, el director de la escuela donde cursé mi primaria, “el borrego” le decían por su pelo blanco y ensortijado, cuando me mandaban de castigo a la dirección por alguna mala conducta, en lugar de regañarme me contaba historias, platicar con él es lo más interesante que pude escuchar. Otra maestra que recuerdo, se llamaba Isabel, no fue la mejor maestra, pero me dejó una gran enseñanza, no ser como ella, no repetir los errores con mis alumnos y tratar ser mejor como ser humano. Esta vez no habrá cartitas, ni dibujos, ni abrazos, ni regalos, cada docente celebrará en casa su día, quizá algún alumno o padre de familia lo recuerde, quizá la sociedad no lo olvide, lo más importante es saberse maestro, guía, padre, madre, amigo, recordar a esos maestros inolvidables que todos tenemos en la memoria y el corazón. FELIZ DIA DEL MAESTRO.
Maestra Lorena Reséndiz

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