viernes, abril 26, 2024

MotelGarage Oro molido

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Festejaba su cumpleaños. De fiesta andaba el presidente sesenta y nueve por Querétaro. Aquí tiene familia. También en Michoacan. Su lugar de nacimiento. También de La Tuta, líder de los Caballeros Templarios y también ex líder de la Familia Michoacana. Que a decir verdad, aquel presidente panista siempre andaba enfiestado.
Me tomó del hombro y me invito a caminar. Estábamos en un lugar allá por Pasteur Sur.
Era un domingo. Domingo de guardia. Domingo de misa. En cuanto tuve conocimiento me apersone. Yo había terminado de desayunar en el 1810 e inmediatamente me lancé para el lugar que me habían referido. En el restaurante dejé a mi novia de la cual estaba enamorado. Me acuerdo de que le dije que íbamos a tener una aventura sin posesiones de ambos lados y ella dijo que si, que no había bronca. Mientras la morra y yo quedamos en vernos más tarde. Sali del restaurante y casi choqué contra una señora que vestía de negro. En broma, me santigüé para no tener una oscura jornada dominical. Me lancé al sur. La mañana había lanzado su nitidez, con fuerza, hasta casi enseguecer a este trabajador de gafas para la miopía y el astigmatismo.
Un amigo del Estado Mayor Presidencial me había pasado el dato. Y le comuniqué el secretario particular del secretario de gobierno. Y éste me dijo que lo iba a comentar al secretario de gobierno. Instantes después el secretario de gobierno desde su celular particular se comunicó conmigo para que lo mantuviera al tanto del evento.
Un amigo del Estado Mayor Presidencial, o como se diga, me había pasado el dato, verdad de Dios. Era el cumpleaños del político y abogado panista que se desempeñó como presidente de México desde el 1 de diciembre de 2006 al 30 de noviembre del 2012. Su toma de protesta el 1 de diciembre del 2006, estuvo marcada por el cuestionamiento sobre su triunfo en las elecciones. Debido a que diputados perredistas habían tomado la tribuna de la Camara de Diputados, Calderón Hinojosa tuvo que entrar por una puerta trasera del recinto para ser investido como Presidente de la Republica. El evento duró 5 minutos.
Diez días después de asumir el cargo y sin tener una estrategia, con el apoyo de las fuerzas armadas, emprendió el combate al crimen organizado en su tarjeta de presentación, ya que con esto interpretaba las urgencias del país del norte y la urgencia de detener la violencia frente a la parálisis que caracterizó al gobierno de aquel guanajuatense entoloachado, marihuano y botudo panista, cuyo saldo inicial se contabiliza en decenas de miles de muertos, miles de desaparecidos y desplazados, y en aumento de casos de tortura y tratos crueles.
Me invito a caminar por el lugar. El otro se quedó como un animal recién envenenado. Su jefe, el jefe de escoltas del presidente más borracho que hayamos tenido en la presente historia, no lo invito a caminar con nosotros. Sobre nuestra urbanización revoleaban dos o tres helicópteros militares. A distancia no una ni dos ni tres ni cuatro ni veinte camionetotas blindadas. Y es que el que se quedó como animal recién envenenado no me supo sacar la sopa. Quería saber quien me había pasado la información. Pero también quienes se quedaron como animales recién envenenados fueron tres compañeros de la oficina. Uno de ellos tuvo que dejar su día de descanso para otro ocasión porque el director le estaba solicitando que me invitara a comer para sacarme la sopa. Y zas. Llegó tendido como bandido por mí a aquel lugar. No sin antes comunicarse conmigo y solicitarme que lo esperara que porque quería invitarme a comer. El bato llegó tendido como bandido y, apenas llegó me preguntó patéticamente que quién me había pasado la información. Espontáneo e irónico le conteste que si no le pase la información del jefe de escoltas del presidente, crees que que te la voy a pasar. Ya no me contesto. Me echo una mirada de rata furibunda. Tampoco me invito a comer . Se quedó de a seis. Ni pedo. No se si el comió . Tal vez por eso me echo esa mirada de rata furibunda. Yo no tenía ningún problema porque yo había desayunado en el 1810.
Al día siguiente otra vez la burra al trigo. El coordinador auto nombrado papi chulo, por instrucciones del director me cito en la sala de juntas vía la secretaría de éste. Espere en el patio central a que terminara de atender a quien sabe quien diablos vía teléfono. En cuanto término camino a la sala de juntas. Era notoria su cadena de oro al cuello de san Judas Tadeo, patrono de los casos desesperados, Me cedió el paso para ingresar. Abrió la puerta con la mano derecha en la cual sostenía su desayuno. Un café ítalo americano poblado y un pastel de zanahoria. Me invito a sentarme mientras él tomaba asiento. Ya había dejado en la mesa el desayuno. Su desayuno. El papi chulo sonrió y encendió un cigarrillo Marlboro 20’s y me ofreció uno. Decline cortésmente. Luego entonces con la clásica frase de vamos al grano me preguntó qué cómo había yo obtenido la información del día anterior. Otra vez conteste espontáneo e irónico. Recuerdo que se quedó callado por un instante, bebió un sorbo de café americano y con un tono repentinamente apesadumbrado y susurrante volvió a solicitarme que le dijera mi fuente que porque eran instrucciones del Lic, o sea del director. Yo volví a contestar lo mismo. Ahora con más ironía y sarcasmo, sin traumas y con naturalidad. A lo cual nos quedamos en silencio. Todos estos cabrones querían saber quien había sido mi fuente. Desde el jefe de escoltas del presidente hasta el concertador político pasando así por el coordinador y el director. Invite al papi chulo a salir de la sala de juntas quien dio un mordisco al pastel y aprovechó para dar el último sorbo a su café. Note que se enturbiaban levemente los ojos y agachose para ver al patrono de los casos desesperados. Era como si quisiera decirme: “el Lic me está solicitando tu fuente”. Se talló la cara, apesadumbrado. Entonces supe que se iba a desarmar por completo. Sentí unas ganas locas de cagarme de la risa pero me contuve. A nadie le proporcione mi fuente. Si no se la proporcione al jefe de escoltas del presidente cincuentayseis ( que por eso me coloco la mano en el hombro derecho y me invito a caminar), mucho menos se la iba a decir al compañero de la oficina, ni al coordinador ni al director. No saben que un cabron callado, vale oro molido, a poco no?
Augusto Sebastián [email protected]

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