domingo, noviembre 24, 2024

#verdadesqueacomodaneincomodandelorena ¿Cómo educar sin la escuela?

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“Los profesores pueden cambiar vidas con la mezcla correcta de tiza y desafíos”(Joyce Meyer) Las aulas en estos momentos están vacías, en sus paredes están en receso las voces de los niños, sus juegos, sus risas. Si pudiésemos ver por un momento el rostro de la escuela, conoceríamos en toda su realidad la imagen de la tristeza. Duele ver instituciones en una soledad que lastima, como gigantes muertos, como árboles sin ramas, sin nidos, sin aves, sin primavera. Hoy, es también la imagen de los alumnos, de los padres, de los maestros. No hay ni habrá un buen sistema educativo sin la figura, la presencia y la esencia del docente, estamos aquí para dejar huella, elegimos esta profesión por convicción, si fuera por motivos económicos, nos dedicaríamos a otra cosa. Desde la trinchera de la enseñanza, preparamos las condiciones para el camino de los alumnos, sin embargo, todo nos salpica de ellos, sus miedos, su inseguridad, su ansiedad, sus problemas, sus sueños, sus secretos, sus alegrías, desearíamos tener una varita mágica para solucionar todo lo que les aqueja. Sabemos que hoy, la escuela ha cambiado solo de lugar, los alumnos trasladaron sus cuadernos y su pupitre a un espacio de su casa, el docente es ahora un dispositivo electrónico que carece del calor humano, eso marca la diferencia entre los aparatos y las personas. No existe la cultura del ser, tan necesaria en este caos que se vive, es importante despertar la grandeza de los niños que ahora está siendo devorada por el miedo. El aprendizaje es una conversación que se produce con la interacción, con el afecto, con la atención, hacer sentir a cada pequeño que es único, que es importante, que forma parte de un equipo, en el aula no se castiga, se reparan los efectos y así avanzar juntos a un mismo objetivo, preparar alumnos para el mundo real que les tocará vivir. La escuela es el universo en el cual los niños sienten confianza, afecto, seguridad, la hacen suya, conocen palmo a palmo cada rincón, también se les educa el corazón al ser empáticos, tolerantes, pacientes, libres, capaces de ir más allá de la realidad que viven, ya que toda mente humana es única e irrepetible. Sin embargo, tal parece que las autoridades educativas están presentando una amnesia cultural, la educación tiene fines económicos, sociales, culturales y personales, hoy, a pesar de la situación que se vive, a los profesores se les exige más y más, pero no se proporcionan los recursos de la misma manera, no se invierte en su formación, solo se ve como un gasto y no como una inversión a futuro capacitar a los docentes que atienden en una sola exhibición a 30 o más alumnos, no habrá un buen sistema educativo si los docentes no son preparados para enseñar a comunicar lo que saben, si no hay salarios justos, si no se dan las condiciones en la formación del profesorado, se exige docentes para la nueva escuela, y son ellos quienes buscan la manera de actualizarse, sin embargo no existen los espacios y los apoyos esenciales de una Secretaria de Educación Pública, que parece no conocer las condiciones laborables, personales y emocionales de su personal. Detrás de un escritorio se realizan los mejores proyectos, planes, programas de estudio para una escuela homogénea, la realidad dista mucho del ensueño. Esta pandemia que permitió dejar las aulas, puso de manifiesto las carencias, la cruda verdad de la enseñanza, PISA pide resultados, hace comparaciones, el sistema educativo requiere una transformación gradual para las nuevas generaciones, nada cambia de un momento a otro, no hay saltos cuánticos, tomamos ideas, programas, discursos de otros países, ajenos a la ideología y pensamiento nacional, requerimos autenticidad, crear una identidad y un sistema educativo acorde a la generación que se educa y sea útil a las generaciones que vendrán. Lo que define el camino en la educación, es la escuela, sus docentes y su realidad. Hoy necesitamos alumnos creativos, empáticos, resilientes, felices, que sean niños sin la presión ni la angustia de lograr aprendizajes que en estos momentos no necesitan, sin carencias emocionales, sin culpas, cuando sea el regreso a la escuela, no habrá nada perdido y sí mucho ganado en la mente y el corazón de los educandos. Maestra Lorena Reséndiz

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