Los partidos políticos hoy en día, no dan cabal cumplimiento a lo que preceptúa el artículo 41 de nuestra carta magna, es decir, que sean verdaderamente entidades de interés general y “hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, en candidaturas a legisladores federales y locales.” Son responsables directos de la pésima calidad gubernamental, judicial y legislativa que indigna a la sociedad, denigra la vida pública e impide el desarrollo sostenible de los mexicanos. Como muestra de ello tenemos el caso Lozoya, que vino a quitar el velo a lo que toda la ciudadanía intuía, la corrupción rampante de la que han hecho gala algunas personas y partidos políticos.
Hoy se sabe que varios de “nuestros representantes populares” a través de “sobornos” o “moches” fueron corrompidos por haber aprobado las reformas estructurales durante el sexenio de Peña Nieto, sobre todo la reforma energética.
Hoy se requiere de servidores públicos que cumplan con dimensión ética su función, porque todos ellos se deben a la sociedad, lo que debiera obligarlos a tener un desempeño ético y diligente; pero hoy nuestro medio ambiente político, se ha convertido en un verdadero chiquero, en un verdadero cochinero.
Se requiere urgentemente que se dé un estricto cumplimiento a un Código de Ética, mismo que debe ser aplicado a todos los servidores públicos, sin que importe su actividad o nivel jerárquico.
Este, debería ser de observancia obligatoria tanto por los gobernantes en turno, como por los que aspiran a serlo, es decir, los candidatos o precandidatos a puestos de elección popular y en tal caso, el código debería, además, establecer como obligación del aspirante, abstenerse de solicitar, aceptar o recibir contribuciones a las campañas electorales, provenientes de personas, grupos, empresas o instituciones no políticas, porque esta práctica podría significar tráfico de influencias y ocasionaría una reducción de la credibilidad de los votantes acerca del proceso político democrático. Conclusión: los servidores públicos o quienes aspiren a serlo, deberán poseer valores personales, valores ético sociales y valores ético morales. Cabría cuestionarnos, ¿Qué nos pasó?, ¿En dónde quedaron los valores, la ética y la civilidad?.
En nuestra nación, actualmente se observa en nuestra clase política una total y absoluta falta de ética, pero también hay que decirlo, en muchos sectores de la población. Estamos viviendo una cultura del video escándalo, sobornos, lavado de dinero, falta de transparencia y rendición de cuentas, denostación pública, deslinde de funcionarios públicos, etcétera.
Derivado de estas actuaciones, que podrían servir de ejemplo, qué podríamos esperar de la sociedad en general, pues sencillo: lo que estamos presenciando y atestiguando a través de los medios de comunicación y redes sociales, gente corrupta y desleal.
El resultado de esta falta de autoridad, rumbo y de atención a los problemas de la cultura y sociedad, genera que hoy, en todos los estado de la República, tengamos violencia, pocos valores, falta de ética y altos grados de corrupción.
En estos tiempos en que se viven momentos complicados para nuestra nación, se requiere de servidores públicos que estén a la altura de la situación; lo que actualmente vemos es la miseria de la política. A la clase política les atrae más el poder y poco les interesan los requerimientos y necesidades de la ciudadanía.
El resultado, lo tenemos a la vista, en casi todo el país tenemos violencia, pocos valores, falta de ética y altos grados de corrupción. ¡¡Qué coctel !!.
Cuánta razón tenía Cicerón cuando afirmó: “Cuando los políticos no se rigen por la ética, son como hienas a la caza del poder”.
Ejemplos de corrupción, los hemos tenido a lo largo de los años del desarrollo del México moderno, pero hoy, los casos de Odebretch, OHL, Etileno XXI, Agronitrogenados, pacas de a kilo y lo que se avizora en el horizonte corrupto, resultan verdaderos ejemplos paradigmáticos que no se merece nuestra nación. Ojala que se aplique la justicia, que se apliquen las leyes creadas con el Sistema Nacional Anticorrupción.
Es tiempo ya de anteponer el interés del todo, al propio interés particular. A México le urge. Don Jesus Moreno Trejo