sábado, noviembre 23, 2024

¡A GOZAR QUE SE FUE LA LUZ! #MotelGarage

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Pleno verano boreal, con temperaturas difíciles de soportar sin un ventilador en funcionamiento o un refrigerador que conserve los alimentos frescos. Los vecinos de Los Palacios, a la calle. A la miserable calle. A cacerolear. Una fiesta en grande. Una fiesta con muy pocas muchachitas. Esas muchachitas con trece años ya estaban jineteando a todo trapo sobre los turistas en Malecón. Las autoridades atribuyen estas fallas a labores de mantenimiento, averías, incendios, escasez de combustible o piezas. Las constantes disrupciones se suman a la falta de diésel que atraviesa Cuba, así como a la carencia de otros suministros básicos. El cacareado hombre nuevo devino en hombres y mujeres utilizando el ingenio de la viveza y la trampa para subsistir. Caminaba alla en Los Palacios. Yo los veía. Ellos también. Otros se negaban. Otras me lanzaban besos. Según ocurrentes, la isla está a dos apagones del cuarto mundo y a nada de coexistir con mamuts. En la esquina que había pasado vi a un matrimonio, digo porque era una pareja, eran una saco de huesos, de buscando donde muchos cubanos se ven obligados a buscar cosas para vender o reutilizar. Con el paso del tiempo y de tanto viajar por está Isla he sacado en conclusión que se gana mucho mejor en la calle o con algún negocio. Es mejor que romperse el lomo por cuatro pesos al día. Cuanto más se aprieta la jugada, como se dice en la isla, más creativas son las muestras de humor. Ay muero, Dios qué gran bendición, dijo una cubana cuando me vio pasar frente a su casa. Hace calor. Pinga que calor. No hay una tienda donde comprar algo para comer. En mis manos llevo dos Habana siete años. Desde un segundo piso lo dijo. Me lo dijo. Se los dijo a los cuatro vientos. Lo grito para que yo la oyera. Para que los vecinos la oyeran. Para manifestar que yo era su próxima victima. Ay muero, Dios que gran bendición cuando me vio y tomo las botellas de ron y las levanto solo para chequear que no fueran del bajo mundo , le robe la frase, y la utilice cuando me dio la espalda y me invito a pasar a su casa. Ay muero, Dios que gran bendición, volví a robar su frase. Estamos en una batalla de ideas jajajaja dije y nos reímos. Hey no estás tú en un disfraz de yuma. Que yuma ni que pinga le revire. Si, estábamos en una contienda revoluciónaria. Dios que gran culo tenía esa mulata. La putica del barrio, caminando a salticos para el patio con el culito empinado hacía atrás, un short minimo mostrando la parte baja de las nalgas. Dios que culazo. Dios que hembra. Una hembra feliz y lujuriosa. Para mis adentros todo iba a estar de poca madre. Para sus adentros todo iba a estar de poca madre, me lo dijo, papi todo va a estar de poca madre, como dicen ustedes. En un rincón un altar presidido por un crucifijo y la triada inevitable en Cuba: San Lázaro, la Virgen de la Caridad del Cobre y Santa Barbara. Te cause un mareo, papito, contra ese tipo de mareo los alemanes no han inventado ni inventaran algún tipo de pastilla, la mulata había retomado la palabra mientras gustosamente depositaba cinco o seis dedos sepa la chingada en dos vasos que poco faltaba para que se quebraran. No hablamos más. Ella cerró la puerta, abrió una ventana para airear un poco la casa. Estábamos solos. Nos miramos. Sin tetas no hay paraiso mi amor manifestó cuando me las puso en la cara. Que grandes tetas. Dios mío que tetas, dije para mis adentros. Nos besamos. Encerrados. Sin luz. Templando y bebiendo ron . Sobraban las palabras porque la vida puede ser otra cosa.

Escribe: Augusto Sebastián
[email protected]

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