Buen miércoles de simulacro tengan todos y todas ustedes, estimables lectoras y lectores. Hoy amanecí recordándole a mi abuelita que tendríamos toque de alerta sísmica a las 11 am en todo el país; ¡ya para qué! –respondió mi viejita muy enojada-tembló anoche y no sonó la chi0charra sísmica. Pero aunque sirva para hacer ejercicio, obre usted como si fuera cierto. Ponga a salvo aquello que tuviera llevar consigo en caso de emergencia, cúbrase la espalda y mueva a sus niños y adultos mayores con problemas de movilidad hacia lugares en donde puedan estar a salvo.
Al respecto, mi abuelita tuvo otra de sus grandes ideas: “Ahora que el Inai no está funcionando por voluntad de Adán Augusto y de su jefe, y que se niegan a pagar lo que en Instituto de Acceso a la Información le cuesta al gobierno (mil millones que bien pueden servir para seguírselos echando a la campaña del Estado de México o al Tren Maya); que los consejeros que queden ahí, o su presidenta Blanca Lilia Ibarra Cadena, le pida a los Guacamaya Leaks que la conecten a la alarma sísmica nacional, para que cada vez que alguien del gobierno se vaya de gastos en el presupuesto, haga un contrato sin licitar, desvíe dinero a la caridad, perdón , a los grupos desfavorecidos; compre una casona en Houston; salga de viajes con toda su familia y cuyo costo sobrepasa los dos millones; recoja el diezmos para el Movimiento de Regeneración; se niegue a transparentar sus gastos, etcétera, suene la chicharra en 17 mil puntos del país”.
Mi abuelita se confunde en estas cosas de la electrónica y las comunicaciones. Cree que el sistema de espionaje israelí, Pegasus, es lo mismo que el espionaje del Pentágono (que es marcaje personal sobre los cárteles, no sobre él, pero ya sabe usted lo que es el protagonismo); piensa que la alarma sísmica es un programa que puede bajarse y hackearse; vamos, cree que uno se puede colgar de él como hacen los Guacamayos con el Ejército Mexicano y diversas instancias de gobierno.
Por otro lado, enojadísimo estuvo hoy en señor presidente con los votos en contra de los ocho ministros que le devolvieron sus ansias de incorporación del Ejército a la Guardia Nacional. En Palacio Nacional no parecen comprender el contenido del Artículo 21 Constitucional que faculta a las fuerzas armadas a dedicar su tiempo a otras labores que no sean la defensa nacional y de las instituciones, sólo en casos excepcionales. La discusión más interesante para dictaminar en este asunto fue quitarles de las manos el manejo de los recursos (¿más dinero para los generales?), de las estrategias (que recaen en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana), pago de salarios y número de efectivos que determine Rosa Icela Rodríguez. Lo inamovible es que un militar en activo pueda estar como comandante de la Guardia Nacional, por eso se eligió uno en retiro al que deberá nombrar Rosa Icela. Pueden prepararlos, pero no disponer del efectivo ni de los activos. O sea, “ayuden pero no se atasquen”. Gracias al Ministro Javier Laynez Positek que hizo valer la Constitución y a los otros 7 ministros que se unieron a este respeto a la Ley Fundamental que nos rige como país. El camino más limpio es que La Secretaría de Seguridad Pública firme un convenio con la Sedena, cuyo contenido no contravenga la Carta Magna.
Espionajes van y vienen, y el presidente se enoja y asevera que los EEUU lo espían, pensamiento muy de los 70s. ¡No señor!, aclara mi abuelita. El espionaje es tan viejo como el oficio más antiguo del mundo y por ahí comenzaba. Se utilizaba y utiliza para saber que es lo que hace o planea en enemigo. Entre EEUU y México el enemigo es el crimen organizado en todas sus ramificaciones, y no dudamos que haya políticos o magnates apoyándolo; enemigos las drogas sintética y más grande enemiga la muerte. Los agentes del FBI y de la DEA infiltran a los cárteles mexicanos desde los años 70s, cuando comenzó el maridaje aterrador entre la policía federal, el gobierno y algunos miembros del Ejército. Con el Cártel de Guadalajara se supo esto y nadie en su sano juicio se ofendió. Antes bien, da vergüenza ser pillado en estas lides. Si se prometió impunidad a los Chapos y Chapitos, pues ya les quedaron mal, como a todos. Allá su suerte quien todavía cree en promesas van.
Toca defender al INAI. Si queremos continuar dueños de un Instituto que pueda obligar a las dependencias de Gobierno a rendir informes, y si pretendemos proseguir cuidando nuestros datos personales. ¡Qué pena me da el caso de Monreal!
Escribe: Guadalupe Elizalde