En razón de su devoción al servicio público y a su convicción de que la administración pública debe entenderse como un apostolado, sus promotores empresarios se convirtieron, de inmediato, en socio cómplices.
Y enfilaron a la presidencia municipal. Alegres. Muy alegres. Porque al presidente municipal su asistente con dos auriculares invisibles para los demás en los oídos ya le había destapado frente a su cara otros latones y éste ya había invitado a sus cercanos invitados al evento unos latones que estos se destapaban porque el asistente personal con dos auriculares invisibles para los demás en los oídos del presidente municipal lo era sólo del presidente municipal luego entonces se destapaban sus latones bien pinches fríos porque la ingesta demencial de cerveza negra no pareció próximo su fin. Porque la tomadura de chela bien fría siempre ha existido como punta de identidad en ese municipio como punta de identidad a pesar de los pesares, porque es una forma de vida, un marco de referencia, una concepción de la vida.
Estaban en la sala más chida de la presidencia municipal porque no había otro lugar con espacio suficiente para tantos. Y mando llamar a todos los síndicos. Hermanos y hermanas comenzó. Los que hablan todo el tiempo de sí mismos. Porque también de ellos era el festejo democrático. Y les invito otro trago para ponerse al tiro a sus cuates quien no se conformarían con una piscacha de obras, o más bien para sacarse la cruda que el susodicho funcionario traía porque era evidente que apestaba a alcohol por guey quien le manda, total, aunque lo disimulaba con loción, pero estaba más que visto que no andaba crudo, sino pedo todavía ese que ganó democráticamente en las urnas, porque no hubo transas y compra de votos para su triunfo, no, no es cierto, ni maíz, palomas, fue un triunfo de la ciudadanía, decía quién gustaba de vestir trajes de la tienda Milano, donde se viste el paisano, dicen los envidiosos y ardidos esos que nunca faltan, que ven en los que están en el poder, así sea municipal, a puro cabrón transa, y que le han sumado que el que no transa no avanza a tal grado.
Tomo otro. Invito otros. Adiós a la razón. Adiós a la cordura. Ya no se sabe quién es quién. Ya no se sabe quién es tímido, quien mañoso, quien mustio, quien hijo de la chingada. Hicieron de la sala principal una cantina donde a tiro por viaje, cometieron atentados contra la razón y el sentido común.
Ya quedaban muy pocas botellas de vino tinto y los invitados seguían ordenando más. Y más. Y ya se estaba acabando el alcohol. Porque nada es para siempre. Eso lo estaba metiendo en problemas y tuvo que pensar en el plan B.
Desde el punto de vista político e ideológico de los allí presentes, la administración municipal va viento en popa. Y era muy cierto, el político municipal envió a su audiencia un mensaje de aliento, al levantar su mano y manifestar salud, salud y salud por lo que viene.
Había que tomar al toro por los cuernos –igualitos que usted o yo, unos más igualitos que otros, por supuesto–. Así, para mostrar su democrática actitud hacia el pueblo.
Tomo el teléfono para marcar a la nada menos muy redituable dirección de inspección. Allí estaba su salvación.
Giró instrucciones al panzón, cagón y con uno de sus ojos extraviado hacia otras realidades pero también visitante de bares y casas de no muy buena reputación que aliviaban su existencia director de inspecciones quien con sobresalto suspendió su tarea, avergonzado de haber sido sacado de un sueño bien chingón porque su trabajo es muy duro, por el que pasaba porque el presidente y formidable mitómano le estaba marcando y le estaba solicitaba muy acá el estado que guardaban los decomisos de alcohol mientras anotaba en el escritorio con el dispositivo, generalmente de forma alargada, usado con el propósito de escribir o dibujar, principalmente sobre papel, pero aquí el presidente tomaba dato y seña de lo decomisado y lo plasmaba en el escritorio con el instrumento con la que muchas veces la secre se pica la cabeza, en el mejor de los casos, porque lo mejor que hace la secre es sacarse la cerilla de los oídos con la pluma amarilla bic, previo a sacar el contenedor de tinta del envase amarillo y el extremo de la punta, llevarlo al oído para extraer inconmovible el tapón de cerumen que quien sabe cuántos días le lleva allí porque la muy cabrona seguido a seguido se hace la pendeja de que no escucha cuando le solicitan un favor sus compañeras o cuando recibe una llamada equis pero que si está bien puesta para atender al jefe cuando esté así la requiere y de quien solo ha recibido con todo la caballerosa intención de abrirle la portezuela cuando la lleva a su casa con furiosa velocidad por la accidentada vereda , por donde desaparecen dando tumbos y levantando cauda de tierra finamente pulverizada sin ningún motivo porque la señorita secre vive a la vuelta de la presidencia, pero que si bien es la encargada de regar el chisme por aquí y por allá para luego decir esta boca no es mía porque es bien mosquita muerta, dicen que dicen de la secretaria particular de cabello teñido de rubio quien no quiebra un plato y de semejantes nalgotas , pero ¿quién les cree a los mexicanos? ¿Lo que dicen hoy tiene mínima credibilidad mañana? , pero que además de estar mostrando sus piernas todas moreteadas se agacho para mostrar un par de buenas razones al presidente municipal electo cuando fue a presentarle sus cartas referenciales y que justo en ese momento el presidente municipal le dijo que era suya la plaza secretarial porque el método funcionaba a la susodicha quien le obsequio una sonrisa coqueta además de otras cosas que ustedes se han de imaginar, porque sí que bien rompe una cazuela bajita la mano, se rumora a las afueras de la presidencia municipal donde todavía anda el caballo blanco con el hocico sangrando.
Cuando se conocieron el presidente y la hoy secretaria, él salió muy amablemente a recibirla a la sala de espera e invito a que pasara a la oficina presidencial no sin antes echarle una mirada de galán presidencial porque mexicanas y mexicanas seguimos siendo cariñosos y fértiles.
Y le invito a sentarse sintiéndose dueño y señor de esa oficina y las otras y más allá que todas suman la presidencia municipal y el municipio donde no existe el pasto, ni los jardines, el agua es muy difícil y sus gentes, recorriendo la silla para atrás. Y ella muy esparcía por la oficina esa cachondez dejándose apachar porque la pocilga en que dormía y la hija de su hermana la pérdida, lentamente iba desapareciendo de su mente…
Y aquel no corrió pero si apuro el paso a cerrar la ventana donde veía las afueras del pueblucho gobernado, los cerros, la tierra reseca, los espinillos, ese sol candente en medio del azul inmenso, ese brillo enceguecedor, que parecía haberse acostumbrado a la ausencia de nubes. Luego corrió perdón apuro el paso y no porque tuviera gente en la sala de espera y que esperara una pronta respuesta a peticiones o demandas sociales o compromisos de la administración pasada, se lanzó a sentarse en su lugar porque le urgía atender a la en aquel entonces prospecto de secretaria y zas se sentó justo en el momento preciso que la postulante se acomodaba en la silla y fue en ese momento que el presidente municipal se agacho a amarrarse el zapato diciéndole no sé qué cosas, no porque estuviera desanudado el cordón; si no porque no le gusta sentir apretados los nudos de los zapatos; y fue en ese preciso momento de reconocimiento a aquellas piernas que le nublaron la mirada, piernas que se dividen para vencerse, pensó, y reparo que la secretaria tenía sus pies obedeciendo a pie juntillas uno sobre el piso mientras que, con el otro en el aire, jugaba con calzarse y descalzarse el zapato usando sólo los dedos de los pies como ya era su costumbre. Pero el asunto no quedo allí, ese presidente mirón descubrió una costura descosida descomunal y un pálido muslo liso y robusto intentando asolearse, los tobillos delgados, pero no tanto que se pudiesen abrazar con una sola mano.
Luego entonces el presidente de ese pueblucho acomplejado, sobrecargado por los viejos y nuevos dogmas se levantó para sentarse bien en la silla giratoria con prepotencia y aprovecho para tocarse la entrepierna por encima del pantalón de piel. Sentía deseos. Estaba caliente. Calenturiento, en un sentido vulgar. Pues a darle que es mole de olla.
Y como ella no era mole de olla la invito muy caballerosamente y como marcan los cánones del primer nivel municipal a que se montara en el escritorio, bajo la premisa central de lo complicado e incierto que resulta el ejercicio del poder político en este país tan de la chingada, a veces arrinconado o acicateado por circunstancias de entre las cuales se ha de elegir no la mejor opción, si no la menos mala.
Pero la mera verdad es que ella fue quien tomó al toro por los cuernos, perdón al presidente municipal por los cuernos y lo jalo al escritorio para decir: Quiero y tengo la misión de ser la secretaria. “Nadie te abrirá las puertas si no lo haces por ti misma”, escucho en la TV a la lectora del horóscopo cuando dio lectura al suyo. Y ahí fue cuando se lanzó a la presidencia municipal. Y su lectora de horóscopo le atinó. Ella tomó al presidente municipal por los cuernos. De allí en adelante. Esos cuernos de adelante. Porque de verdad es un presidente como tantos otros que le ponen los cuernos. Su adorable esposa se los pone con el escolta personal. Se los quiere poner con los diez escoltas que tienen para su seguridad pero es muy modosidades y solo se los pone con el escolta personal. Que si quisiera se los pondría con la decena de escoltas pero entonces quien cuidaría de la seguridad de su cornudo esposo. Ella está aprovechando esta oportunidad porque estas son circunstancias azarosas y temporales o concesiones discrecionales sujetas a término que se le presentan a un afortunado entre muchos y pueden ser aprovechados o no; y ella lo está aprovechando. Se le acercó al escolta personal asignado a quien al oído le dijo que en el viaje de placer le iba a dar su gratificación. Gratificación que el escolta personal ya sabía dónde buscar, porque la mera mera se guardaba las gratificaciones del escolta personal una parte en el brasier, otra en la vagina y otra a la vuelta de la esquina de este último sitio femenino. Ese era su premio, una vez al mes. Todo era guardado meticulosamente en esos tres lugares que el escolta personal sacaba y metía meticulosamente cuál es su función, porque este escolta personal está dispuesto a partirse la madre por defender a la esposa del mero mero municipal. Pero les contaba que el más chiludo de ese municipio rodeado de montañas desnudas de árboles pidió dato y seña de lo confiscado con aire de senador romano al director de inspección, que se lo llevarán a esa oficina. Funcionario municipal que en el pecho porta la identificación que lo acredita como director de licencias, la acreditación que le abre todas las puertas de todos los antros, antros por haber, cantinas, tiendas, misceláneas, etc., donde de vez en cuando los dueños de antros palidecen, se cagan del susto, les baja la regla a ellas, los maricones se mean a chorritos, perros desde los patios o azoteas le ladran a su paso por semejante operativo chingaquedito.
Oficina a la que llegaron les decía, ya con unos tragos encima y el presidente mucho más, porque andaba pedo a esas alturas del día laboral, cuando el asistente personal abrió la puerta de esa sala principal, con su aire de perdonavidas dejó pasar delante algunos directores, coordinadores y a sus amigos empresarios que se dispusieron a buscar asiento.
Inmediatamismo fue la instrucción. Había sido la instrucción presidencial, cuyo estilo se asemeja al de varios panuchos altisonantes: bronco y desafiante.
Quiso decir inmediatamente o lo que lo mismo sin interposición de cosa alguna, pero el muy borracho presidente se le cuatropeo la idea y a la palabra que manifiesta ser acatada luego, al instante, le sumó la palabra mismo cuyo significado es muy parecido o casi igual, para dar entonces con aquella palabra inmediatamismo, de la cual el escuchante entendió inmediatamente mismo que debía llevar lo decomisado y que guardaba celosamente en la bodega bajo llave de hasta ocho candados porque solo así se podría guarecer de los ratas que nunca faltan pero que es una situación improbable tratándose de susodicho lugar pero que si han sido víctimas de la delincuencia, aun a pesar del Se prohíbe la entrada a toda persona ajena a este lugar bastaban para contener a ratas de dos patas tras las cajas de vinos, chelas y botanas… Augusto Sebastián [email protected]
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