Cuando nacemos, quizá llegamos a este universo con un propósito, una misión y un destino. Conforme vamos ganando años, no pensamos que será de nuestra vida, solo vivimos de acuerdo a las condiciones en las cuales somos acogidos, no escogemos a los padres ni a la familia que nos toca, algunos somos muy afortunados de tener unos padres que son pródigos en cariño. Otros más, no corren con la misma suerte y no viven con las mismas oportunidades, y, es parte de la vida, sin embargo, esto no define el futuro. Cuando estamos en los primeros grados escolares, no pensamos en la vida futura, la infancia puede ser maravillosa o desgraciada, pero niños al fin, con todos los obstáculos, miedos, actos, alegrías que nos rodean, nadie piensa a largo plazo, si acaso nos atrevemos a soñar, pensamos en ser maestros, doctores, policías, bomberos, astronautas, el azar reparte las cartas y empezamos a jugarlas. El arte de vivir no es fácil, sobre todo, porque cada persona tiene una historia que contar y un tiempo para hacer lo que le corresponde, si lo malgastas no tienes oportunidad de reponerlo. Es tan corta la infancia y tan largo el tiempo para ser adultos que nos olvidamos al crecer de esa etapa, nos llenamos de todo aquello que nos hace ser grandes, y, que fuerte es, comenzamos a escribir el guión de la vida, sin ser escritores vamos construyendo historias, algunas tienen finales cortos, otras cambian de guión, de actores y de locaciones. Conocemos a alguien y creemos firmemente que es con quien pasaremos el resto de nuestra vida, hacernos viejos, acompañarnos y resulta que no es así, por ello, existen los divorcios, los amantes, las fugas, las malas decisiones, las locuras, el cambio de sexo, de rol, de casa, de intereses, de ideas. Se acaba el amor, se experimentan todo tipo de emociones, algunas predecibles, otras, incontrolables, depende de la fortaleza mental de cada individuo. El guión de la vida forma parte de las decisiones que cada uno decide tomar, ser alcohólico, drogadicto, dependiente, triunfador, independiente, bueno, malo, rudo, débil, es la línea que queremos escribir, asumir que somos los protagonistas, no culpar a nadie, dejar de ser víctima y asumir qué somos, para quién somos y por qué. Llegamos a acumular años y daños, errores y aciertos, triunfos y fracasos, alegrías y tristezas, porque somos eso, una dualidad, nada es perfecto, vamos renegando de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros, somos quienes creamos o dejamos de hacer aquello que nos corresponde, fincamos la felicidad en alguien y es el peor error cometido, la felicidad de todo ser humano, depende única y exclusivamente de él, así como sus infiernos. Somos inconformes, no nos aceptamos tal cual somos y nos reinventamos, al cambiar el color de ojos, de pelo, de físico, de sexo, de pareja, de vicios, de religión, de creencias, es totalmente válido, el problema empieza cuando empieza, la culpa, la flagelación, la compasión, la falsa dignidad, el arrepentimiento, que llega a veces muy tarde, cuando el tiempo ha pasado y no nos dimos cuenta. Escribe el guión de tu vida convencido que el actor principal eres tú, que puedes predecir el final, nada es absoluto, sé un buen director, y mejor actor, el premio será el aplauso de reconocimiento que dará el mejor crítico, aquellos a quienes hiciste felices, para los que tuviste un acto de bondad, incluso, para aquellos a quienes en un momento dado les hiciste daño, porque hubo también un aprendizaje. Quiero que este guión que llevo escribiendo por muchos años ya, no sea un fracaso, cargo con una maleta de triunfos, pero también de fracasos, he llorado por pérdidas irreparables, he reído a carcajadas, sabemos que todos hemos experimentado todo, también seguimos creando historias, quienes ya evolucionaron, su guión de vida llegó a su fin, todo es temporal, eso es la vida, una película, cuyo guión se empezó a escribir cuando un soplo de vida inició la grabación.
Maestra Lorena Reséndiz
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