Veinte años de mi vida la viví entre sacerdotes y monjas, conozco obispos, cardenales y otros prelados importantes y hay de todo en la viña del señor como dicen los abuelos. He tenido conversaciones serias sobre temas religiosos y hablar de religión no es nada acertado, mucho menos tratándose con gente relacionada con el medio, sin embargo han surgido pláticas interesantes, polémicas y hasta divertidas.
No hablaré en este artículo de la iglesia y sus representantes directos, sino de aquellos que indirectamente ejercen más poder que los mismos presbíteros, sino de quienes se encuentran detrás de un escritorio en las Notarías Parroquiales, ¡Sí! De esas mujeres que ejercen la función de secretarias, encargadas o más aún representantes ya no del cura, sino parece ser que del mismo Jesucristo. No quiero generalizar, y pido porque en algún templo existan sus honrosas excepciones.
Esas mujeres que desde mi personal opinión, están enojadas con todo y con todos, no sé si estén entrenadas por el Servicio de Inteligencia o por alguna agencia rusa, son especialistas en indagar, preguntar, cuestionar y satanizar la entrevista antes de dar información sobre algún servicio requerido. Acudí a una Notaría a pedir información y requisitos para celebrar una boda, para empezar, quien me atendió fue una mujer mal encarada, y me preguntó si iba a pasar, respondí que sí, sin más me ordenó que esperase sentada junto a unos jóvenes que pedían requisitos para bautizar a su hijo y que a cada pregunta se hacían pequeñitos en sus asientos.
¿Son casados por la iglesia? Respondieron apenados que no, pues el sermón digno de un alto jerarca celestial fue épico, dijo que el bautismo es para los hijos legítimos de un matrimonio, pensé decirle que si era hijo de ambos era legítimo, no creo que lo hayan robado, sin embargo seguí guardando silencio, pero la observaba y su rostro se transfiguraba, su tono de voz, sus gestos, sus ademanes intimidaban, después de tanto regaño les dijo que se fueran y que ella le diría al señor cura y volvieran en ocho días.
Tocó mi turno, al preguntar que quería, le dije que información para realizar una boda, me miró despectiva y preguntó si yo me iba a casar, le respondí lo más tranquila que pude, porque después de escuchar lo que le dijo a la anterior pareja, ya estaba perdiendo la paciencia, no, yo no me voy a casar, es mi hijo, me dio la espalda y murmuró, siempre mandan a los padres a preguntar, le expliqué que mi hijo trabaja fuera y que llega por la tarde cuando ya no hay servicio, y volvió el inquisidor interrogatorio, ¿son católicos, son solteros, ya viven juntos, donde viven, donde pasan la mayor parte del tiempo, los padres de ambos están casados, si no es así por qué no lo están, si están viudos llevar el acta de defunción, por qué se quieren casar en esta parroquia, acuden a misa todos los domingos? y etcétera, etc. Para cerrar con broche de oro, me dio sugerencias, que se casen allá donde pasan más tiempo, que busquen la iglesia más cercana al domicilio de la novia, pero reiteró que se pueden casar donde ellos deseen, y puntualizó la sugerencia, que se casen donde viva la novia, donde pasen su mayor tiempo.
Creo que vio mi cara de asombro y como si fuera yo una persona medio tonta, me preguntó si entendí, y además que los que tenían que presentarse para explicarles todo eran los novios, para esos momentos, el enojo que sentía antes, se convirtió en algo divertido, si la contrataron para que no haya bodas, bautizos y todos los ritos a los que estamos acostumbrados, genial, lo hace muy bien. No sé si los padres encargados de la parroquia estén al tanto de lo que hacen estas señoras, y digo éstas porque no es la primera vez que vivo y veo estas situaciones, no en todas he sabido guardar la calma.
Los mexicanos somos en su mayoría católicos, ya sea por costumbre, tradición, fe, religiosidad, llevamos a los hijos al bautizo, la confirmación, la doctrina, la primera comunión, los tres años, los quince, la boda, las de oro, las de plata y todo lo que surja, y buscamos los compadres y nos buscan y hay de por medio intereses económicos, nada es gratis, todo depende del servicio, el lugar y las personas. Ahora bien, se busca que estas ceremonias sigan y no se pierdan, la iglesia no quiere niños sin sacramentos, parejas amancebadas, viviendo en unión libre, si no hay matrimonio religioso no se puede confesar ni comulgar, y se vive en pecado mortal, ahora bien, sería mucho pedir que simplificaran tantos requisitos, tienes tanto años de junto con tu pareja, acércate, platicamos y te caso, bautizo a tu hijo, que sé yo, hay modos y formas de convencer, pero con estas mujeres al frente que pareciese que son ellas las encargadas de realizar las ceremonias e impartir los sacramentos, es más que imposible. Maestra Lorena Reséndiz Mendoza
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